El uso cínico del conflicto palestino como arma política o la falta de escrúpulos de Sánchez, el presidente amoral que solo se quiere a sí mismo
Álvaro Galán.- Pedro Sánchez ha vuelto a demostrar que su proyecto político no se sostiene sobre principios, sino sobre propaganda. En su afán por dividir, polarizar y mantenerse en el poder a cualquier precio, el presidente del Gobierno ha decidido convertir el conflicto entre Israel y Palestina —una tragedia histórica y compleja— en una herramienta ideológica al servicio de su relato populista de izquierdas.
La reciente decisión del Ejecutivo de reconocer al Estado palestino no tiene nada que ver con una vocación sincera por la paz, ni con una estrategia diplomática seria. Tiene que ver, una vez más, con la utilización cínica de causas ajenas para reforzar el marco ideológico del sanchismo: una visión maniquea de la política internacional en la que Occidente es siempre culpable, y cualquier actor enfrentado a él —por violento, autoritario o terrorista que sea— es automáticamente víctima.
Una política exterior al servicio del populismo de izquierda
Este Gobierno no practica política exterior, practica teatro. En lugar de construir consensos nacionales sobre los grandes temas internacionales, Sánchez utiliza la diplomacia como otro escenario más para ensayar su discurso guerracivilista. Frente a la prudencia que exige una política exterior madura, él opta por gestos propagandísticos diseñados para alimentar su base ideológica: antisistema, antiamericana, antiisraelí, y profundamente antidemocrática en su lógica.
El problema no es solo que reconozca al Estado palestino —un paso que podría ser razonable en un contexto de diálogo y negociación multilateral—, sino cómo y cuándo lo hace: en mitad de una escalada de violencia, sin consenso europeo, enfrentándose a Israel —el único Estado democrático en Oriente Medio— y mandando un mensaje de legitimación implícita a organizaciones como Hamás, cuyo objetivo declarado es la destrucción del Estado de Israel.
Sánchez se alinea con los enemigos de Occidente
Mientras nuestros socios naturales en la UE y la OTAN se mueven con cautela y realismo, Sánchez ha decidido romper la unidad occidental para congraciarse con regímenes y movimientos contrarios a nuestros valores. ¿Qué busca? Una legitimación ideológica ante sus socios comunistas, separatistas y filoislámicos. Porque el sanchismo ya no aspira a representar a la España constitucional, sino a articular una nueva mayoría ideológica basada en el resentimiento hacia el orden liberal, el rechazo a la nación española y la rendición ante los enemigos de nuestras democracias.
No es casual que esta ofensiva diplomática coincida con su ofensiva interna: la ley de amnistía, el ataque a los jueces, el desprecio al Parlamento, la colonización de las instituciones. Todo forma parte de la misma estrategia: deslegitimar el sistema liberal y reemplazarlo por un poder personalista, ideologizado y sin contrapesos.
La hipocresía moral del progresismo internacional
¿Dónde estaba Sánchez cuando Marruecos reprimía brutalmente a los saharauis? ¿Por qué no levanta la voz contra Irán, contra China, contra Arabia Saudí? ¿Por qué calla ante las atrocidades del chavismo? Porque no le interesa la justicia ni los derechos humanos. Le interesa el relato. Y el relato exige siempre un culpable funcional: Israel, Estados Unidos, o cualquier actor alineado con el mundo libre y democrático.
Este doble rasero es una marca registrada de la izquierda radical: los derechos humanos solo importan cuando sirven a su agenda. Cuando no, se relativizan, se silencian o directamente se niegan. Así, Sánchez puede condenar a Israel mientras blanquea a Hamás, puede hablar de paz mientras legitima a quienes secuestran niños y lanzan misiles sobre civiles.
España queda aislada y deslegitimada
El precio de esta política no lo pagará Sánchez, lo pagará España. Lo pagaremos todos. Ya estamos viendo las consecuencias: deterioro de relaciones diplomáticas, aislamiento en Bruselas, pérdida de prestigio internacional, e incluso represalias comerciales. España queda alineada con países marginales en la UE y ajena a las posiciones serias de los grandes actores europeos.
Sánchez ha destruido el prestigio internacional que España había construido durante décadas, con gobiernos de distinto signo, pero con una misma idea de país: occidental, moderno, aliado leal, responsable en la escena internacional. Hoy somos lo contrario: un socio imprevisible, ideologizado y dispuesto a sacrificarlo todo por un titular.
El sanchismo como amenaza a la España occidental
El conflicto palestino no es un escenario para el postureo ideológico. Es un drama real, con consecuencias reales. Pero para Pedro Sánchez. un amoral que solo se quiere a sí mismo, es solo un escaparate más para posar como “líder moral” de una izquierda internacional que no cree en las naciones, no cree en la libertad, y no cree en la España occidental.












¿Le darán el Nobel de la Paz por apoyar el terrorismo islamista? No se extrañen
Sánchez y su banda el desgobierno más ladrón y asesino, las vacunas mata personas, de toda la historia…….
Algunos tienen un zulo sin bodeguilla