Las garras de Stalin sobre España
El historiador francés Michel Festivi ha escrito Les griffes de Staline sur l´Espagne républicaine, con prólogo mío, aunque recoge el falso tópico de un bando “republicano”… que había destruido la república. El libro demuele la versión de una guerra civil causada por un asalto fascista a una república democrática. Esa versión está hoy descartada en España en medios políticos e intelectuales solventes, y solo se mantiene burocráticamente por una ley de “memoria” de estilo soviético, pero en Francia y en Europa en general, o en Usa, sigue siendo el enfoque dominante.
Festivi examina de entrada las violencias y golpismos de la república y el frente popular que finalmente condujeron a la guerra, y cómo esta se desarrolló en el lado izquierdista como una doble revolución: la caótica anarquista-socialista-separatista del principio y la de Stalin, que trataba de contener el desorden y disimular la revolución para hacerla pasar a los ojos de Europa como simple defensa de la democracia. Disfraz bajo el cual sí se organizaba una revolución mucho más ordenada y con objetivos más precisos. Festivi examina los métodos despiadados con que los comunistas fueron sometiendo a sus propios aliados, políticamente embrollados y fantasiosos. Y por supuesto dentro de un estilo compartido por todos de chekas, asesinatos masivos, genocidio contra la Iglesia, etc.: los tradicionales métodos revolucionarios, como recuerda el autor. Esta es la realidad histórica, que debiera conocer todo el mundo.
¿Por qué intervino Stalin en España y por qué lo hizo bajo camuflaje democrático? Porque la guerra civil le ofreció dos grandes oportunidades, parcialmente contradictorias: por una parte, la posibilidad de instaurar en España un régimen más o menos soviético (“democracia popular”) en el extremo oeste de Europa; y por otra atraer a Francia e Inglaterra al choque directo con Alemania.
La gran estrategia de Stalin partía de la convicción de que una segunda guerra mundial estaba próxima a estallar y de que era imperativo conseguir que comenzase entre los fascismos y la democracias, evitando que lo hiciese entre Alemania y la URSS. De este modo Moscú quedaría como árbitro de la contienda y la revolución se extendería por el continente. De ahí que su propaganda y política insistiese en la versión de una España democrática en cuya defensa tendrían el deber de comprometerse Inglaterra y Francia.
Como es sabido, Stalin, fracasó en su doble objetivo: Franco derrotó a los suyos, y Francia e Inglaterra se abstuvieron (Francia mucho menos). En cambio consiguió su objetivo principal del modo más inesperable: repartiéndose Polonia con Hitler, con lo que la “guerra imperialista” empezaría finalmente por el oeste europeo.











Muy bien, don Pío. Es usted un gran maestro de la Historia. Siempre leo sus opiniones.