El PSOE y la memoria que pretende ocultar: crímenes y responsabilidades en la Guerra Civil
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se vende hoy como un partido democrático, adalid de los derechos humanos y de la justicia histórica. Pero detrás del relato edulcorado que intenta imponer se esconde una verdad incómoda: su participación directa en algunos de los crímenes más atroces de la Guerra Civil Española (1936-1939).
No hablamos de simples excesos aislados. Hablamos de checas controladas por militantes socialistas, de cárceles clandestinas donde se practicaba la tortura y de una represión sistemática contra inocentes. Hablamos de matanzas masivas como la de Paracuellos del Jarama, donde miles de presos —entre ellos religiosos, intelectuales, militares y civiles sin culpa alguna— fueron ejecutados en noviembre y diciembre de 1936. Aunque las responsabilidades fueron compartidas en la zona republicana, no se puede negar la implicación del PSOE: Santiago Carrillo, estrechamente vinculado con los socialistas en ese momento, fue consejero de Orden Público en Madrid, y bajo su jurisdicción se perpetraron aquellas matanzas.
Otro nombre imprescindible es el de Indalecio Prieto, uno de los líderes históricos del PSOE. Fue ministro de la Guerra en el gobierno de Largo Caballero, y bajo su dirección se produjeron purgas internas, ejecuciones extrajudiciales y la consolidación de un clima de violencia política en el que el adversario era visto como un enemigo a destruir. Prieto, que en sus discursos no dudaba en caldear el odio, representa como pocos la deriva criminal del socialismo español en aquellos años.
El propio Francisco Largo Caballero, presidente del Consejo de Ministros y dirigente socialista, ha pasado a la historia como el “Lenin español”. Bajo su mandato, lejos de apaciguar los ánimos, se fomentó la radicalización y se dio carta blanca a la violencia contra sacerdotes, religiosos, monjas, empresarios, intelectuales y campesinos que no comulgaban con la ortodoxia revolucionaria.
No se puede olvidar tampoco el papel de las juventudes socialistas unificadas, que participaron activamente en la persecución religiosa y en la represión de opositores. Las imágenes de iglesias ardiendo, de crucifijos destrozados y de sacerdotes fusilados son también parte de la herencia histórica del PSOE.
El PSOE no puede seguir hablando de “memoria democrática” sin mirar al espejo de su propio pasado. Porque lo cierto es que ese pasado está manchado de sangre, odio y sectarismo. Miles de víctimas inocentes —como las de Paracuellos, como las de las checas madrileñas en la calle Fomento, en Bellas Artes o en Santa Engracia— claman desde la historia contra el silencio cómplice de un partido que prefiere olvidar lo que hizo.
Hoy, cuando los socialistas se erigen en jueces morales de la historia, conviene recordar que fueron ellos quienes convirtieron la guerra en un escenario de exterminio ideológico. Su responsabilidad en la represión, en los asesinatos en masa y en la persecución religiosa no puede ser borrada con propaganda ni con leyes de memoria parcial.
El PSOE fue verdugo, y esa verdad seguirá persiguiéndolo, por mucho que intente ocultarla tras discursos de justicia selectiva.













Acusación de genocidio contra el PSOEhttps://www.alertadigital.com/2018/08/19/acusacion-de-genocidio-contra-el-psoe/