Llenazo en la Monumental de Muro (Mallorca) tras el regreso de los toros ocho años después
La Monumental de Muro (Mallorca) vivió este domingo un tarde triunfal ocho años después de que se celebrara en sus instalaciones un festejo taurino. Se lidiaron ejemplares de Álvaro Núñez (1º), Román Sorando (2º, devuelto a los corrales), Núñez del Cuvillo (2º bis), El Pilar (3º), Garcigrande (4º), El Capea (5º) y Monte la Ermita (6º) para los matadores Javier Conde, David de Miranda —que sustituía a Morante de la Puebla— y Marco Pérez. Se alteró el orden de lidia para que David de Miranda actuase en primer y cuarto lugar, debido a su inminente compromiso en Lima (Perú).
Los toros resultaron desiguales en presentación y juego. La Monumental registró un lleno absoluto, con el cartel de No hay billetes. Los alguacilillos Sebastián Riutort Cladera y Sebastián Riutort Comas, padre e hijo, llevaron a cabo el despeje de plaza. La empresa Balears Cambio de Tercio volvió a colgar el «No hay billetes», como ya hiciera en Inca, consolidando un éxito rotundo en la reapertura de cosos baleares.
El primero, de Álvaro Núñez, correspondió a David de Miranda, que saludó con un ramillete de verónicas rematadas con una media en la boca de riego. El toro tuvo transmisión y recorrido, y Miranda lo entendió con absoluta claridad: extraordinario por el derecho, sublime por el izquierdo, siempre humillando y derrochando clase. En los medios, toreando al natural, el onubense sufrió una fea voltereta. Remató la faena con bernardinas de gran entrega. Estocada en lo alto y dos orejas de peso.
En segundo lugar salió un toro de Román Sorando con el pitón izquierdo partido, que fue devuelto. En su lugar saltó un sobrero de Núñez del Cuvillo, colorado y justo de presencia. A Javier Conde le costó pararlo. Por el izquierdo dejó templados naturales a un toro noble pero sin humillar. Tres pinchazos y un bajonazo cerraron la obra. Saludos desde el tercio.
El tercero, de El Pilar, herrado con el nº 31 y de nombre Potrico, fue para Marco Pérez. Lo recibió con verónicas suaves y delantales, aunque el toro manseó desde salida. Con la muleta templó por el derecho, en apenas una baldosa, cerrando la tanda con un sublime cambio de manos. Por el izquierdo cuajó una serie antológica al natural, alargando la embestida y deteniendo el tiempo. El cierre, toreando por delantales con la muleta, deslumbró a la afición. El toro, noble y con transmisión, fue tapado en sus defectos por la entrega del torero. Una estocada trasera y el mal uso del descabello le privaron de un triunfo mayor. Oreja y vuelta al ruedo para el toro. El palco concedió una segunda oreja entre bronca.
El cuarto, de Garcigrande, fue lidiado por David de Miranda. Lo saludó a la verónica y por tafalleras. Con la muleta se dobló por el derecho, dejando derechazos de gran temple, y luego dos tandas al natural de gran calado. El toro, falto de fuerza, acabó parándose y propinando un feo derrote en el bajo vientre al torero. Noble y siempre entregado, dejó un buen fondo. Una estocada baja pero efectiva rubricó la faena. Dos orejas.
El quinto, de El Capea, fue para Javier Conde. Toro sin fuerza, que perdió las manos repetidamente, aunque fue mantenido en el ruedo por el palco pese a su condición de inválido. El mal lote del malagueño le dejó sin opción de lucimiento. Algún natural suelto sin rematar fue lo más destacado. Pinchazo y estocada baja. Silencio.
Cerró plaza un toro de Monte la Ermita, con trapío y seriedad. Marco Pérez lo recibió en los medios con delantales ceñidísimos. Con la muleta consiguió templar las bastas embestidas del animal y firmó naturales de seda sobre el albero amarillo de Muro. Faena larga y profunda, cargada de emoción y verdad, que levantó a la plaza. Una tanda en redondo por el izquierdo convirtió aquello en un manicomio. Cerró por manoletinas en la boca de riego y ejecutó la suerte suprema con templanza, aunque necesitó un descabello. Dos orejas y un rabo excesivo para cerrar una tarde histórica.
Ilusión
La empresa Balears Cambio de Tercio está devolviendo la ilusión a los aficionados, y prueba de ello son los miles que se congregaron en el coso de Muro. Ahora salen toros mejor presentados. Que tengan más o menos bravura es otro debate. Lo importante es que la afición mallorquina ha demostrado que sigue siendo una gran afición.












