Álvaro Galán.- José Luis Rodríguez Zapatero se ha convertido en algo peor que un mediador fracasado: en el abogado internacional de la dictadura venezolana. Cada vez que abre la boca para justificar a Nicolás Maduro, para relativizar el fraude electoral o para hablar de “diálogo”, Zapatero traiciona no solo a los venezolanos, sino a la democracia que un día juró defender como presidente de España.

Mientras organismos internacionales, líderes opositores y hasta millones de ciudadanos en la calle denuncian la mentira de las elecciones venezolanas, Zapatero aparece como el notario complaciente del régimen. Con su silencio o sus declaraciones ambiguas, blanquea el robo, legitima la trampa y da oxígeno a un poder criminal que debería estar arrinconado, no respaldado.

 La voz que calla ante los verdugos

En Venezuela se tortura, se encarcela a inocentes, se dispara contra manifestantes, se mata de hambre a un pueblo entero. Y Zapatero, en lugar de indignarse, se traga la lengua. Rechaza llamar dictador a Maduro, como si el lenguaje diplomático pudiera esconder la sangre derramada. Esa cobardía no es neutralidad: es complicidad.

Opositores como María Corina Machado han denunciado lo que muchos sospechan: Zapatero actúa movido por intereses oscuros, por tratos “bajo la mesa”, por favores y alianzas turbias. No es mediación: es mercadeo político con seres humanos como fichas de intercambio. Su papel huele más a negocio personal que a compromiso con la libertad.

Algunas fuentes afirman que EE.UU. estaría estudiando emitir órdenes de captura contra Zapatero por supuestos nexos con el “Cartel de los Soles”.

De hecho, ha habido querellas presentadas en España por ciudadanos venezolanos que acusan a Zapatero de delitos como complicidad, delitos de lesa humanidad, etc., pero al menos una de estas querellas fue desestimada por la Audiencia Nacional por falta de pruebas suficientes.

Escenario hipotético

Para imaginar cómo podría darse algo así, aquí un escenario plausible:

Surge una investigación en EE.UU. que afirma que Zapatero colaboró activamente en facilidades logísticas, tráfico de influencias o lavado de dinero vinculado con actividades criminales cuya materia tiene efectos en EE.UU. Quizá se descubren documentos, comunicaciones, testigos que lo implican.

Un gran jurado federal en EE.UU. emite una acusación formal (indictment) contra Zapatero.

Se emite una orden de arresto internacional (o una solicitud de extradición al Gobierno español). España revisaría si cumple con los requisitos legales: doble incriminación, garantías legales, jurisprudencia aplicable, etc.

Si España accede, Zapatero podría ser detenido en territorio español para su extradición, o podría presentarse voluntariamente. Luego tendría lugar un proceso judicial en EE.UU.

Todo esto implicaría un debate político intenso, con posibles apelaciones, solicitudes de protección judicial…

En cualquier caso, Zapatero  ha pasado de ser una figura destacada del socialismo europeo a convertirse en uno de los más polémicos defensores internacionales del régimen de Nicolás Maduro. Su insistencia en respaldar y legitimar a un gobierno señalado por violaciones de derechos humanos, represión política y fraude electoral no sólo lo degrada moralmente, sino que además daña la imagen de España en el exterior.