Oficio y valor de Fernando Robleño en su despedida de Guadalajara (México)
Guillermo Leal.- Cuando un torero es honesto como Fernando Robleño su actuación, aunque sea la única y la última como la de ayer en Guadalajara, tienen valor específico. El madrileño, sabedor que no volverá a pisar el ruedo de Guadalajara (México), desafortunadamente y teniendo sus últimos compromisos en España, sobre todo su adiós definitivo en Madrid el 12 de octubre se jugó la vida como lo ha hecho durante toda su meritoria e impecable carrera. Ninguno de sus dos toros de Santo Toribio, ganadería que también debutó y presentó un encierro de muy buena presencia, fue colaborador, incluso su segundo, muy peligroso, y ante ellos el madrileño tuvo una seria, digna y muy lúcida actuación en una tarde donde el hidrocálido Diego Sánchez consiguió ser el triunfador al cortar una oreja que debieron ser dos; y en la que Fermín Rivera realizó una faena profunda con el mejor astado del no fácil encierro tapatío. El matador Fernando Robleño dejó constancia de su experiencia, técnica, el oficio y el valor, en su fugaz paso por el ruedo tapatío, que lo recibió cariñosamente y lo despidió con una fuerte ovación.
Su primero, incierto, aunque al final Fernando le sacó un buen fondo, y a base de aguantar y entender logró tandas que el público disfrutó. Si la estocada no hubiese caído un poco baja, la oreja estaba más que merecida, pues la suerte la realizó perfecta. En el segundo, su historia en España, de valiente, guerrero y poderoso se hizo presente, con un toro muy serio, pero que fue peligroso como el que más, sin que se apreciara con claridad en los tendidos, una labor de dominio y momentos de mucho riesgo, porque el astado siempre quiso hacerle daño al torero, que, sin embargo, tras escuchar Las Golondrinas le permitieron una merecida salida al tercio.
Más que la oreja que le concedieron a Diego Sánchez, que merecía dos por su faena, por la estocada y la petición popular, dejó constancia de que es un torero con sólido futuro. Consiguió el trofeo de su primero con un gran mérito, pues el astado si bien fue noble, embistió siempre deslucido con la cabeza a media altura, lo que no solamente deslució en estética, sino que para el torero fue complicado porque siempre el astado sabía que Diego estaba ahí, sólo que la firmeza del hidrocálido le permitió una labor aseada, de templados muletazos. Todo ello fue rubricado con un estoconazo que, de suyo, valía una sola oreja, pero el exigente juez Alfredo Sahagún no lo vio así y redujo el premio a un apéndice aun cuando los aficionados pidieron el segundo. Esa merecida oreja que no le concedieron, la trató Diego de cortar en el sexto, insistente, valiente, entregado, con un astado muy orientado que pegó algunas angustiantes embestidas, y en otros casos, feos arreones. Los aficionados aplaudieron con mucha fuerza al hidrocálido.
Fermín Rivera también perdió lo que pudo ser una oreja de su primero, el mejor de los seis astados, pues la bravura que tuvo, cuando Fermín le puso la muleta en las distancias y alturas que debía, lo agradeció con embestidas buenas que aprovechó el potosino en tandas de buen calado, toreando y aguantando por bajo. Los pinchazos fueron la causa. Su segundo, un imponente astado colorado, no le dejó hacer nada a Fermín, pues su falta de casta y bravura le hizo que se echara a media faena y con trabajos aguantara algunos muletazos ante la insistencia de Rivera, que, de todas formas, tuvo una actuación solvente.
Ficha del Festejo:
Hierro de Santo Toribio – México – Plaza de toros de Nuevo Progreso de Guadalajara, México. Toros de Santo Toribio, de muy buena presencia y bravura en su pelea con los caballos. Por su impecable presencia, fueron aplaudidos de salida cuatro astados. Los primeros tres tuvieron cualidades, siendo el mejor de todo el encierro, el segundo, bravo y de buen estilo. El tercero fue noble pero embistió a media altura. La bravura de los primeros, en el cuarto y sexto, se tornó en brusquedad y peligro sordo; desapareciendo en el quinto, que, por descastado hasta se echó a media faena.
• FERNANDO ROBLEÑO, ovación y ovación
• FERMÍN RIVERA, silencio y silencio
• DIEGO SÁNCHEZ, oreja y ovación











