Terremoto en Afganistán: ¿Dónde están las feministas cuando las mujeres afganas mueren bajo los escombros?
El terremoto que sacudió el este de Afganistán ha dejado miles de muertos y heridos, con una mayoría de víctimas mujeres y niñas. No es casualidad: las restricciones impuestas por los talibanes —que las obligan a permanecer en el hogar, que les niegan acceso a médicos hombres y que expulsaron a las mujeres de la educación y el trabajo— han convertido esta catástrofe natural en una trampa mortal de género.
Mientras los hombres podían escapar de viviendas derrumbadas o buscar auxilio en la calle, las mujeres quedaron atrapadas en casas de adobe precarias, invisibles y sin voz en la emergencia.
– Emergencia humanitaria con rostro de mujer
– Acceso a salud bloqueado: muchas no reciben tratamiento porque no hay médicas disponibles.
– Dependencia de hombres: para pedir ayuda o recibir suministros, necesitan la autorización de un varón.
– Ausencia de representación: incluso en los equipos de rescate y en la distribución de ayuda, las mujeres están excluidas.
En los hospitales de Kunar, por ejemplo, había cinco veces más hombres que mujeres atendidos, no porque ellas no lo necesitaran, sino porque el sistema las ignora.
Feminismo selectivo: ¿por qué tanto silencio?
Mientras la catástrofe se desarrolla, el eco del feminismo internacional resulta débil.
Las grandes corrientes que llenan calles y redes denunciando desigualdades en Occidente guardan silencio —o apenas publican comunicados de trámite— frente a la tragedia afgana.
Se alzan voces contra la falta de representación en juntas corporativas, pero casi nada se escucha cuando niñas enterradas bajo los escombros mueren porque no tenían permiso de salir solas a la calle.
Esta falta de respuesta plantea una contradicción: ¿cómo puede un movimiento que se proclama global mirar hacia otro lado cuando las mujeres más oprimidas del mundo claman ayuda?
Un silencio que también mata
El feminismo internacional tiene capacidad de presión: puede visibilizar, movilizar donantes, exigir a gobiernos y organismos multilaterales que incluyan a mujeres en la ayuda y que presionen a los talibanes. Sin embargo, su pasividad contribuye a normalizar la idea de que las afganas son invisibles, que su sufrimiento no genera la misma indignación que la desigualdad en otras latitudes.
Ese silencio es cómplice, porque deja sin voz a quienes no pueden hablar por sí mismas.
El terremoto en Afganistán no solo ha dejado escombros materiales, sino también morales: la indiferencia ante el sufrimiento de las mujeres atrapadas entre la naturaleza y la represión.
Mientras los talibanes las entierran en vida, el feminismo global parece mirar hacia otro lado. Pero callar también es elegir: es perpetuar la injusticia.
La pregunta es incómoda pero necesaria: ¿dónde están las feministas cuando las mujeres afganas mueren bajo los escombros?












Nooooo alli no van no se les permitiria hacer lo que se les permite aqui y las lapidan rapido ademas como la mayoria de las feministas realmente son de quirofano las mandan rapido a la horca
Es mejor en España que se lo permiten todo y ademas les pagan subvenciones