El novillero Tomás Bastos deslumbra en Villaseca
La cuadrilla del Búcaro.- Hoy me lo tomo con reposada calma, nunca tengo prisa, como la tormenta perfecta de Tomás Bastos ayer en Villaseca. Decían los antiguos que lo importante para un novillero es que hablarán de él, y creo que lo que realizó ayer el joven torero portugués tardará mucho tiempo en olvidarse.
Deslumbró en sus formas, manejando con una suave brisa los tiempos, pensando y creando en la cara del toro con lucidez y categoría de maestro veterano, consiguiendo con un temple extrordinario embarcar las nobles y justas embestidas del flojo tercero. Su toreo al natural fue pura cadencia y armonía, naturalidad y toreo para soñar.
El sexto, un novillo excelente y bravo, muy exigido en todos los tercios con una lidia larga, volvió a descubrir a un novillero templado y artista con tandas de ensueño, gusto, y torería de bien, en una tarde mágica que Tomás no olvidará nunca. Se le fueron cuatro orejas en la espada, pero creo que hay días que las orejas son despojos e importan muy poco.
Se hablará del valor casi inconsciente de Gonzalo Capdevila, que con varias cornadas, tuvo arrestos y épica antigua para cortarle oreja al cuarto.
Y hoy no tocaba hablar de Javier Zulueta, del que ya se habla bastante, que pasó desapercibido, tampoco vi con fibra al sevillano, con un lote que transmitió poco.
Novillada muy seria y bien hecha del Conde de Mayalde, casi una corrida de toros. Sacaron nobleza y eso que ahora llaman clase, algunos muy justos de fuerzas, quizás por el empleo en el caballo donde alguno cobró de más, con opciones para los novilleros, y un sexto extrordinario en todos los tercios, acusándolo al final. Le dieron la vuelta al ruedo.











