Un extrabajador del centro de menas de Hortaleza revela que la mayoría son «mayores de edad»: «Decían orgullosos que tenían 23 años»
Un ex vigilante de seguridad del centro de menores extranjeros no acompañados (menas) de Hortaleza (Madrid) ha desvelado que la gran mayoría de los allí presentes no serían en realidad menores de edad, sino jóvenes adultos que superan los 20 años. El extrabajador relata que muchos internos presumían mostrando en sus teléfonos documentos de identidad de sus países de origen que reflejaban edades muy superiores a las declaradas oficialmente.
El testimonio, recogido en exclusiva por el programa En boca de todos, pone de relieve la situación de inseguridad dentro del centro, donde los guardias aseguran sentirse desprotegidos pese a portar equipos de defensa. «Si un menor te arrebata la defensa, puede usarla contra ti. Por eso, en ocasiones, ni siquiera es recomendable llevarla», explicó el ex vigilante.
Según su relato, los episodios de violencia son frecuentes. Algunos residentes llegan al centro bajo los efectos de drogas inhaladas, como pegamento, lo que incrementa el riesgo de conductas agresivas. También existen antecedentes de motines en el comedor: «Se les preparaban menús halal, pero si consideraban que la comida no era aceptable, volcaban ollas y cazos por considerarlo pecado».
El testimonio de una antigua interna refuerza estas denuncias. Ella asegura que la separación entre chicos y chicas por plantas no impedía que algunos trepasen por las ventanas para colarse en las habitaciones de las jóvenes. «Una compañera llegó a ser agredida sexualmente», confesó.
El uso de cuchillos está prohibido en el comedor para evitar ataques contra trabajadores y otros internos, aunque la tensión sigue siendo constante. La plantilla de seguridad es mínima: apenas dos vigilantes por turno, lo que resulta insuficiente para controlar a decenas de jóvenes, muchos de ellos de complexión adulta.
Lo que ocurre dentro del centro de Hortaleza ha permanecido en gran medida oculto para la opinión pública. Sin embargo, los testimonios de antiguos trabajadores y residentes ofrecen una radiografía inquietante de un lugar marcado por la conflictividad, los abusos y la duda permanente sobre la verdadera edad de quienes permanecen en régimen abierto.
La Gaceta











