Las contradicciones internas del feminismo contemporáneo
Óscar Bermán.- El feminismo, como cualquier movimiento social de gran alcance, no es un bloque homogéneo. A lo largo de su historia ha evolucionado, fragmentándose en múltiples corrientes y discursos. Sin embargo, esa misma diversidad ha generado contradicciones profundas que ponen en entredicho su coherencia y efectividad.
1. Igualdad vs. privilegios
Uno de los pilares del feminismo es la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres. No obstante, en la práctica, ciertos sectores del feminismo contemporáneo defienden medidas que, en vez de nivelar, crean asimetrías. Ejemplos de ello son las cuotas obligatorias o leyes que aplican criterios diferentes según el sexo. Aquí surge una pregunta inevitable: ¿se busca igualdad de derechos o un trato preferencial?
2. Libertad de elección… siempre que encaje en el dogma
El feminismo asegura luchar por la libertad de las mujeres para decidir sobre su vida, su cuerpo y su futuro. Pero cuando una mujer decide ser ama de casa, dedicarse a la maternidad o defender visiones tradicionales de la familia, muchas veces es criticada por “traicionar la causa”. Es decir, la libertad solo es aceptada si se ajusta al guion ideológico dominante dentro del movimiento.
3. Victimismo vs. empoderamiento
El discurso feminista oscila constantemente entre presentarse como un movimiento de empoderamiento y, al mismo tiempo, subrayar la supuesta condición de víctima permanente de la mujer. Se celebra la fuerza y la independencia femenina, pero también se recalca que las mujeres viven oprimidas por un sistema que las invalida en todo ámbito. ¿Cómo puede una mujer ser a la vez fuerte y completamente indefensa?
4. Inclusión selectiva
Aunque el feminismo dice luchar por todas las mujeres, en la práctica existen exclusiones claras. Las discrepancias con mujeres trans, con corrientes críticas del feminismo radical, o con mujeres que no se alinean con el pensamiento hegemónico del movimiento, ponen de manifiesto que no se trata de una lucha por la “pluralidad femenina”, sino de un proyecto ideológico cerrado.
5. El enemigo único
Algunas ramas feministas reducen la complejidad de los problemas sociales a una fórmula simplista: el patriarcado y los hombres como culpables de todos los males. Esta visión no solo es reductiva, sino que niega la responsabilidad individual y borra factores sociales, económicos y culturales que influyen en la vida de las personas.
El feminismo contemporáneo se enfrenta a un dilema: ¿quiere realmente construir una sociedad basada en la igualdad y la libertad, o pretende imponer un nuevo modelo de poder disfrazado de justicia social? Mientras no resuelva sus propias contradicciones, seguirá debilitándose por dentro y generando rechazo fuera.












