Nuestros dramas les resbalan, nos odian
Luís Ventoso.- En lo que va de año se calcula que han ardido en España 400.000 hectáreas, la mayoría en estos pavorosos fuegos de agosto. Miles y miles de evacuados, propiedades quemadas, montes calcinados… una catástrofe, de la que con mayor o menor acierto se ocupan nuestras autoridades, a pesar de la lacerante ausencia del Gobierno en la primera semana. Como es lógico, los medios dedican grandes despliegues.
Es decir, toda España está pendiente de este desafío. Hasta Sánchez se ha visto forzado a salir por unas horas de su búnker-Xanadú de La Mareta. Incluso hemos recibido ayuda internacional, porque la preocupación y la solidaridad han cruzado nuestras fronteras. Solo existe una excepción. Solo hay un universo donde los incendios que sufre España no merecen un solo comentario, un mundo desde el que no nos llega la más mínima muestra de apoyo. Es el de los partidos separatistas que mantienen al PSOE en el Gobierno.
Aunque se han registrado fuegos por toda España, lo grueso de esta tragedia medioambiental y humana se ha producido en Galicia, Castilla León y Extremadura, también con algunos incendios importantes en Andalucía y Madrid. País Vasco y Cataluña han salido casi ilesas. ¿Y cómo reaccionan sus partidos separatistas? Pues como cabía esperar: esto no va con nosotros, porque no ha ocurrido en nuestras sagradas tierras, así que nos resbala por completo. ¿Cómo van a preocuparse por sus compatriotas de Zamora, Cáceres y Orense unos políticos que representan el hiperegoísmo localista, que proclaman a diario que quieren romper con ellos y vivir en sus propios países?
No hay más que pasearse unos minutos por las cuentas en las redes sociales de Puigdemont, Oriol Junqueras y Aitor Esteban para constatar lo mucho que les importan nuestras tragedias. Ni una línea de ninguno de ellos. Aitor, de los Esteban de Soria de toda la vida, ha subido una foto de una caseta que sirve cañas en un sarao del PNV, ha expresado su solidaridad con Gaza, habla de un partido de pelota… de todo menos de la ola de fuego que sufre España. Puigemont está muy ocupado con su cantinela victimista, con la «repressió» de la «llengua» y la matraca del catalán en la UE, y con una sardana en Gerona, y con la bomba de Hiroshima… pero tampoco dedica un solo apunte a nuestros incendios.
Otro tanto ocurre con Junqueras, que habla del sistema de financiación, que por supuesto es «injust», o de Gaza, pero al que se la refanfinfla que se abrase el Oeste de España.
Estamos ante el retrato descarnado del mayor problema que tenemos en España: por una imperdonable felonía del PSOE, nuestro Gobierno está a la orden de unos partidos que nos odian, a los que los problemas que nos atañen a todos les dan igual y que solo aspiran a exprimirnos con un cansino e insufrible «¿qué hay de lo mío?». La cosa alcanza tal grado de delirio que entre los aliados del presidente español figura una formación creada por una banda terrorista que buscó romper España por las armas durante 50 años y que asesinó a varios miembros de su propio partido.
¿Pactos de Estado? En lugar del señuelo escapista de «un pacto de Estado contra la emergencia climática», que es una bobería, pues un país de 48 millones de habitantes nada puede hacer al respecto, existe uno que sí se debería adoptar de inmediato. Un gran pacto de Estado por el que los partidos de ámbito nacional se comprometen formalmente a no acordar nada, en ninguna administración, con las formaciones separatistas antiespañolas.
Eso sí sería hacer algo por España. Pero por supuesto es imposible. Y así seguiremos, rehenes de los que quieren acabar con nosotros, y hasta untándolos de pasta, haciéndoles la pelota y pidiéndoles perdón por los delitos que cometieron contra nosotros.











