Los incendios han minado la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes
La imagen de un Pedro Sánchez tendido panza arriba, tomando el sol en Lanzarote, sin reaccionar mientras España se quemaba, ha sido la puntilla que ha liquidado el respeto de los españoles a sus corruptos e ineptos gobernantes.
Tardó casi dos semanas en levantarse de la playa y visitar algún pueblo abrasado, donde fue recibido con rabia por los ciudadanos, indignados ante su insensibilidad y bajeza.
Los efectos de los incendios del verano de 2025 en España van a ser demoledores. La principal consecuencia es que los españoles habrán perdido la escasa confianza en los políticos que les quedaba, lo que se traducirá en un voto de castigo a los grandes partidos y una explosión de indignación contra la chusma inútil de dirigentes que gobiernan el país.
España está ardiendo en agosto de 2025 y esos pavorosos incendios han arruinado todavía más la confianza de los ciudadanos en sus políticos, los cuales demuestran, una y otra vez, que sólo saben pelearse entre ellos y comprar votos, sin solucionar jamás un problema real.
Muchos españoles, cansados de padecer la ineficacia del gobierno, creen que los incendios masivos del verano de 2025 no han sido fortuitos o productos del calor sino que responden a un estrategia perversa del poder.
La gente sospecha que el mismo poder político podría haber sido el pirómano y repite en las redes sociales que “los incendios se apagan en invierno con más cabras en los montes y menos cabrones en los despachos”.
Muchos españoles se han negado a seguir las instrucciones de la autoridad y han permanecido en sus pueblos, apagando ellos mismos los incendios, porque ya no se fían de las autoridades.
Los incendios han agudizado el divorcio entre ciudadanos y políticos, a los que el pueblo aprende a odiar cada día más, convencido de que son ineptos y ladrones que solo están en la política para enriquecerse y disfrutar del poder y sus privilegios.
Pero ese fracaso de la autoridad no se ha plasmado sólo en el fuego devastador. Tampoco han funcionado los transportes, ni la sanidad, ni otros servicios básicos, mientras la crisis de la vivienda crece y el odio popular se expande, alcanzando ya también a la Corona, a los militares, a la policía y a todo lo que apeste a autoridad fracasada.
El gobierno dice que no hay recursos para combatir los incendios, pero hay que recordar que Pedro Sánchez gastó más de 1.000 millones en publicidad oficial desde 2019, que solo en 2024 gastó 70,4 millones en publicidad institucional, 88,5 millones en campañas comerciales y aprobó 124,5 millones en ayudas a medios.
También conviene recordar que ese inepto corrupto y arrogante no ha sido capaz de gastar ni la mitad de los fondos europeos asignados a España en los últimos años.
No hay el toda Europa un pueblo que odie más a sus dirigentes que el español, un drama que representa un terrible lastre para el presente y futuro de España.
Si Pedro Sánchez ya era un cadáver al iniciarse el verano, ahora es un cadáver podrido hasta el tuétano, que llama a gritos un castigo popular que, con toda probabilidad, se plasmará en las urnas, donde el PSOE podría sufrir un castigo estrepitoso, parecido al que ha sufrido el socialismo corrupto de Evo Morales en Bolivia.
Los grandes perjudicados en el desastroso verano de 2025 son el pueblo, la confianza en el poder y el respeto a la autoridad, mientras crece el descontento y el odio al inútil y corrupto poder que gobierna España.











