J.K. Rowling denuncia que premios, bibliotecas y festivales se pliegan en Reino Unido al lobby trans
J.K. Rowling ha vuelto a alzar la voz contra la censura ideológica en el Reino Unido. La autora de Harry Potter denunció que el mundo de las artes está protagonizando «la más servil y vergonzosa capitulación ante el talibán de género«, en alusión a la presión ejercida por el lobby trans sobre instituciones culturales.
En un mensaje publicado en X, Rowling ironizó con crear un premio anual para señalar a las organizaciones que más se someten a las exigencias de los activistas. Entre las nominadas mencionó al Premio Polari, el Festival Fringe de Edimburgo y la Biblioteca Nacional de Escocia, todas envueltas en polémicas recientes por censura vinculada a la ideología de género.
La polémica estalló cuando el Polari Prize, un galardón que promueve la literatura LGBT, incluyó en su lista la novela Earth de John Boyne, autor de El niño con el pijama de rayas y crítico de la teoría de género. Más de 800 escritores firmaron una carta exigiendo su exclusión, y varios candidatos se retiraron en protesta.
Ante la presión, los organizadores decidieron «pausar» el premio, lo que Rowling denunció como una claudicación ante «tiranuelo de pacotilla sin un gramo de talento ni integridad».
El clima censor también se manifestó en el Edinburgh Fringe Festival, donde la presencia de la viceprimera ministra escocesa, Kate Forbes, cristiana y crítica con el matrimonio homosexual, provocó que la sala Summerhall pidiera disculpas y hablara de «error» por haber permitido su intervención, alegando que algunos artistas estaban «aterrorizados» por su presencia.
Al mismo tiempo, la Biblioteca Nacional de Escocia retiró de una exposición el libro The Women Who Wouldn’t Wheesht, una colección de ensayos feministas —entre ellos de Rowling— contra la ley de autoidentificación de género de Nicola Sturgeon, después de que empleados lo calificaran de «discurso de odio».
Lejos de callarse, Rowling defendió a Boyne, denunció la persecución contra autores críticos y reafirmó su compromiso en la defensa de los derechos de las mujeres frente a la ideología de género: «Nunca me avergonzaré de ser mujer ni de decir la verdad».
Lo ocurrido en Escocia y en los círculos culturales británicos refleja un patrón de sumisión al dogma woke: premios cancelados, libros censurados y políticos «cancelados» por sus creencias religiosas o familiares, todo bajo el pretexto la «inclusión».











