Alemania afronta un repunte sin precedentes de la criminalidad islamista. Según datos del Bundeskriminalamt (BKA, Tribunal Federal de Denuncias Penales), en 2024 se registraron 1.515 delitos con motivación islamista, más del triple que hace una década (467 en 2014).

El dato más preocupante, según recogió Focus, es que de los 804 sospechosos identificados el año pasado, un 22% eran menores de edad, frente al 8% registrado en 2014. La tendencia confirma lo que los servicios de inteligencia llevan meses advirtiendo: la radicalización islamista avanza entre adolescentes y jóvenes.

El Verfassungsschutz alemán (Oficina Federal para la Protección de la Constitución) también constató un nuevo récord en la categoría de «criminalidad políticamente motivada por ideología religiosa», con 1.694 casos en 2024, de los cuales 1.397 correspondieron al islamismo, incluidos 71 delitos violentos.

Las autoridades cifran en 28.000 el número de islamistas en Alemania, de los cuales unos 9.500 están catalogados como violentos. Además, más de 450 individuos se encuentran clasificados como «Gefährder», es decir, personas capaces de perpetrar atentados en cualquier momento.

El crecimiento de la radicalización juvenil se reflejó de forma dramática este verano en Paderborn, donde una niña de 13 años apuñaló a una enfermera en una clínica psiquiátrica. La menor, bajo vigilancia de las fuerzas de seguridad por vínculos islamistas, llegó a anunciar que quería matar a alguien antes de cumplir 14 años para aprovechar que todavía no podía ser juzgada penalmente. El ataque dejó a la víctima en estado crítico y obligó a reabrir el debate sobre la falta de herramientas legales frente a menores radicalizados.

El ministro del Interior, Alexander Dobrindt, advirtió en junio que la radicalización entre jóvenes extremistas está aumentando: «Observamos en mayor medida cómo los jóvenes se radicalizan. La violencia crece sobre todo en la extrema derecha, pero también en la izquierda radical y entre jóvenes islamistas», declaró.