La Fiesta Nacional, al alza, vuelve a levantar pasiones: conquista a la juventud y desafía a sus detractores

La plaza de toros de Palma de Mallorca colgó el cartel de ‘no hay billetes’ en la corrida nocturna del pasado jueves.
Miguel Ángel Jiménez.- La tauromaquia, ese arte milenario que mezcla valor, arte y honor, vive un momento de esplendor. Contra todo pronóstico, en pleno siglo XXI, las corridas de toros vuelven a levantar pasiones. Plazas llenas, figuras carismáticas, seguidores jóvenes y una afición que, lejos de extinguirse, se ensancha con más fuerza que nunca.
Mientras una minoría vocifera desde su intolerancia, la voz de la calle parece hablar claro: el pueblo quiere toros.
Morante, Ortega, Aguado: el alma sevillana de una nueva época
El alma de este renacimiento tiene nombre andaluz. Morante de la Puebla ha sido el gran agitador del toreo en los últimos años, un artista sin cadenas que ha devuelto a la plaza su carácter casi litúrgico. La faena del 8 de junio en Las Ventas ya es historia viva. El cartel de “no hay billetes” colgado con antelación, y la retransmisión de Canal Sur alcanzando el 19 % de audiencia en horario de tarde, son cifras que el toreo no veía desde hace décadas.
Junto a él, dos nombres destacan con fuerza: Juan Ortega y Pablo Aguado, herederos de una manera de interpretar el toreo con aroma clásico y temple sereno. Ortega enamora con su naturalidad casi mágica, mientras Aguado levanta pasiones con su cadencia y su elegancia. Ambos han conseguido lo que parecía impensable: llenar plazas con aficionados que nunca antes pisaron una.
Sevilla, Madrid, Córdoba, El Puerto… sus nombres brillan con luz propia en una generación que no quiere perder la emoción del paseíllo ni el silencio reverencial de una gran faena.
La juventud en pie: Casado como símbolo. Si el toreo necesitaba una chispa femenina, la encontró en Olga Casado. La joven novillera segoviana ha revolucionado la escena. Su irrupción en redes sociales ha multiplicado el interés de miles de chicas y chicos que ven en ella un ejemplo de pasión sin filtros. Casado no se esconde: defiende su vocación sin pedir permiso, y exige, con firmeza, el respeto que le niegan los intolerantes. Su impacto es innegable: ha duplicado seguidores tras su actuación en Vistalegre, y su nombre ya aparece en los carteles más esperados de novilladas con picadores.
Una España dividida, pero con la afición ganando por goleada
Es cierto que el Parlamento debatirá en los próximos meses si debe retirarse el título de Patrimonio Cultural a la tauromaquia. Una campaña organizada por sectores animalistas ha logrado reunir más de 664 000 firmas.
Pero lo que no refleja ese número es lo que se escucha en las plazas, en las redes, en los bares y en las calles. La faena de Morante en Madrid, fue vista por más de un millón de personas solo en Andalucía. Lo que se palpa es que la afición gana por goleada. Gana con arte. Gana con cultura. Gana con libertad.
Porque no se trata solo de defender una tradición. Se trata de plantar cara a esa corriente que quiere arrasar con todo lo que huele a raíz, a historia o a identidad.
La tauromaquia no es solo toros. Es España, es emoción, es creación viva.
Y frente a esa ola de censura disfrazada de ética, está la ovación rotunda del pueblo. Está el arte que se torea. Está la juventud que dice: “Esto también es nuestro”.
La Fiesta Nacional no solo no ha muerto, sino que se ha reinventado. Con Morante como guía, Ortega y Aguado como figuras del primer nivel, y Olga Casado como rostro joven y valiente, el toreo ha vuelto al centro de la conversación cultural. Y mientras algunos intentan silenciarlo desde los despachos, el arte sigue hablando alto en los ruedos.
La libertad, la tradición y el arte tienen espada y capote. Y esta vez, no piensan retirarse.














Yo voy a las plazas de toros por el gusto de corear con la multitud :Sánchez hijo de puta