La corrupción y los intelectualoides
Desde siempre, la corrupción política ha consistido, bien en aprovecharse un político de un cargo público, para el enriquecimiento propio o en la financiación ilegal, si alcanza como institución a un partido político.
Este es el tipo de corrupción común, por decirlo de alguna manera, del que nadie está libre de culpa. Y se ha dado, se da y se dará siempre, en todas las instancias y estamentos de la vida, como producto de la propia condición humana.
Los casos de corrupción, hasta ahora, se valoraban, generalmente, en virtud del montante de la cantidad económica obtenida bien por tráfico de influencias, cohecho, apropiación indebida, o malversación.
Pero es que desde que se dio el caso de los Ere y Cursos de Formación, en la Junta de Andalucía, como estos señores del PSOE no se detienen ante nada, han aumentado los factores a tener en cuenta en su valoración: hemos aprendido que además del montante económico, apropiado indebidamente, malversado o desviado, hay que tener en cuenta otros factores. Es muy importante también, el destino a que estaba destinada la cantidad malversada y el nivel de las instituciones que están implicadas y se ven afectadas por los delitos.
Por eso este de los Ere es un caso paradigmático en el sentido de que, este tipo de corrupción, que antes llamé común, queda sobrepasado con creces.
Por su cuantía, más de 670 millones de euros. Esa suma, por sí sola, sobrepasa, con creces, la suma de todos los demás casos de corrupción habidos en España, en los últimos 50 años.
Por lo que afecta al grado de inmoralidad, único también: el dinero malversado estaba destinado a la formación de los parados.
El ámbito afectado, único, igualmente: no este o aquel político, este o aquel ministerio, no el propio PSOE, no. Mucho peor. Corrupción institucionalizada: la propia Junta de Andalucía, como institución, durante decenios.
Lógicamente, ante los casos de corrupción, que se den en el ámbito de un partido político, el adversario sale a la crítica, en primer lugar, como un deber moral y, en segundo, con objeto de debilitar al rival y obtener rédito propio.
De este caso de los Ere y otros más, el Partido Popular, en su momento, sacó un gran rédito político: lo que parecía cosa harto difícil, desbancar al PSOE del gobierno de la Junta de Andalucía, este caso de corrupción operó el milagro: fue decisivo en el cambio de tendencia del votante andaluz; y no como algo provisional, sino, por lo que se ve, el PSOE en Andalucía quedó bien retratado y por lo que se vislumbra, para mucho tiempo.
Por su parte, el PSOE, también obtuvo un gran rédito político del Caso Gurtel y otros menores. Le costó al Partido Popular el gobierno de España.
Volver a utilizar políticamente, tanto un caso como otro, por los respectivos adversarios, tratando de obtener rédito político de ellos, ya que fueron juzgados y condenados los que delinquieron y pagadas las culpas, sería contravenir algo fundamental en los Estados de derecho: condenar a una misma persona o institución, dos o más veces, por el mismo delito (principio “non bis in idem”). Hay que tener esa mínima sensibilidad para no hacerlo. Ojalá todos la tuvieran.
Por lo tanto, el traer a colación estos casos, el del PSOE, (único en los anales de la historia) y del Partido Popular, no lo es en sentido crítico. Los traigo a la palestra solamente desde el punto de vista didáctico, que tiene sentido en el contexto general del tema de la corrupción que estamos analizando.
Hasta la llegada a España de los gobiernos de Pedro Sánchez, el tema de la corrupción era un caso totalmente cerrado. Ambos partidos y políticos que delinquieron, pagaron electoralmente sus respectivas penas y quedaron redimidas las culpas y libres de toda crítica.
Y a partir de aquí es donde, como en todo lo que toca Sánchez, el tema de la corrupción en su Partido, el PSOE, entra de lleno en el esperpento.
Ya el primer acto, en la moción de censura contra Rajoy, se ejecutó uno de los hechos más execrables que se pueden cometer: el juez de Prada, fabricó lo que en este contexto se denomina “una morcilla”. Dicho más claro: algo falso, a sabiendas de que lo era, para utilizarlo, en contra del adversario.
Es decir, que Pedro Sánchez, para desbancar a su rival político por corrupción, utiliza la corrupción. Inaudito.
Y no es que el Partido Popular del señor Rajoy no se mereciera tal moción por la propia corrupción. Pero corromperse, a la vista, ciencia y paciencia de todos, para combatir la corrupción del adversario, esto no se había dado en los anales de la historia política. Y sobre todo fue el primer indicador de la clase de personaje que es Pedro Sánchez. (Previamente, en las primarias de su partido, ya por debajo de la puerta, los suyos propios, vieron en sus patas “el pelo de la dehesa”).
A partir de ahí, todo ha continuado por la misma senda. Se dice por los analistas políticos que, tan solo al mes de estar en el gobierno, los de “la banda del peugot”, ya empezaron a delinquir.
Y todo ha sido una continuación ininterrumpida de corrupción política, institucional, económica, moral (han reeditado la figura del crápula y, por otro lado, el propio Sánchez, está en una situación diabólica. Declarar ilegal la prostitución, conlleva aparejado inevitablemente ilegalizar su propia biografía).
Y ahora sale un grupo de unas 100 personas, del mundo de la cultura (es decir, intelectuales), ex-políticos y ex-sindicalistas, adictos a la causa, con un manifiesto a favor de Pedro Sánchez.
De los ex-políticos y ex-sindicalistas, se lo pude uno esperar, pero ¡qué decir de Serrat, Almodóvar, Miguel Ríos, Ana Belén, “los intelectuales”…?
Y esta es su defensa: “Han desatado una orgía de falsas noticias o medias verdades… una conspiración para derribar a un gobierno legítimo”.
Estos intelectuales, mejor intelectualoides, creen que es falso, vamos, que no se han enterado de que a la mujer de Pedro Sánchez le crearon una cátedra, sin haber pasado por la Universidad. Tampoco que su hermano, en una situación esperpéntica, en la que se le quedó cara de memo, ante el Juez, balbuciendo, y no supo decir cómo se llamaba, ni dónde estaba, ni para que servía la Oficina de Artes Escénicas, de la que era director. Tampoco que el Fiscal General del Estado está investigado, habiendo borrado pruebas como un delincuente común, por presuntos delitos. Tampoco se han enterado de que el señor Ábalos, Secretario de Organización del PSOE y Ministro, ambos cargos designados por el señor Sánchez, esta investigado por corrupción. Tampoco que el sustituto del señor Ábalos, en el cargo de Secretario de Organización, señor Santos Cerdán, igualmente nombrado por el señor Sánchez, también está siendo investigado y encarcelado, preventivamente, por presuntos casos de corrupción, en una trama, cuyo alcance solo estamos empezando a conocer.
En otro orden de cosas, estos ‘monstruos intelectuales’ tampoco se han enterado de que el señor Sánchez ha colonizado, en un acto absolutamente antidemocrático, excepto el poder judicial, a todas las instituciones del Estado.
Tampoco se han enterado de que el señor Sánchez miente más que habla. Recuerden: “si pactara con Pablo Iglesias, no podría dormir por las noches”.
Y lo peor de todo, la corrupción política. Está intentando cambiar, por la puerta de atrás, la estructura política y económica del Estado, para lo cual ha tenido que decir tantas y tan grandes mentiras que es increíble que este presidente lo sea de un gobierno de una nación europea. Sus decisiones sobre temas transcendentales para el Estado, dependen de si 7 votos son necesarios o no para que él siga en el gobierno. Como ejemplo de perversión moral y de todo tipo, recuerden: “como quiere que se lo diga, una o veinte veces, no pactaré con Bildu”. Y así sobre la no constitucionalidad de la amnistía, del referéndum, etc.
Lo han calificado desde fuera y dentro de su partido de: trilero, trápala, sátrapa, mentiroso impenitente, inmoral, sin escrúpulos, descerebrado. Para mí, el que mejor lo califica es Paco Vázquez, ex-alcalde del PSOE de La Coruña, que lo tilda de desequilibrado. En este caso, tiene una atenuante cualificada: no es responsable de sus actos. Está dominado, atrapado, por un desequilibrio psíquico del que no puede escapar.
¡Pero si es que no se puede ser más desvergonzado como político!
Para colmo, y usando una de las letras de una canción de Sabina (por cierto, parece ser que el señor Sabina, con más sentido común que estos intelectualoides del manifiesto, ha desenmascarado y se ha desmarcado de esta izquierda), al señor Sánchez, “el destino le ha gastado una broma macabra”. Porque de macabro, siniestro, funesto, hay que calificar el último hecho descubierto de la familia: en pleno proceso parlamentario de un proyecto, promovido por el gobierno que él preside, para ilegalizar la prostitución, calificada, (sin entrar en muchas precisiones), de inmoral, el señor Nuñez Feijóo en el Parlamento, le acusó y como un hecho fuera de toda duda, de ser “beneficiario a título lucrativo” del negocio de la prostitución, por haber vivido desde que vive con su pareja, hasta que se trasladó a la Moncloa, en una vivienda del suegro que adquirió con el negocio de los prostíbulos.
Y hete aquí que, al ilegalizar la prostitución, estaría ilegalizando su propia biografía.
Dicho en términos coloquiales: la cosa tiene perendengues.
No cabe ninguna duda: desorientado es el calificativo que mejor le cuadra.
Y estos firmantes del manifiesto, que son incapaces de ver tanta evidencia, dicen que son el mundo de la cultura.
Recuerdo, no hace tanto, unos 25 años, cuando la intelectualidad española estaba representada, entre otros de igual categoría, por Pedro Laín Entralgo, Miguel Delibes, Santiago Grisolía, Torrente Ballester, Xavier Zubiri, Julián Marías…
En la inevitable comparación entre aquellos intelectuales y los de ahora, y respecto a la comprobada y lamentable desproporción que existe en contra de los actuales, no se sabe qué corresponde, si llorar o reír. Pero, claro, entre llorar y reír, me inclino por lo segundo, tomármelos a risa.












Cuando por medo de INTERNET, buscaba información relativa, a las medidas que allá por el año 1500, Isabel la Católica adoptó para luchar contra los que en la actualidad denominamos CORRUPTUS, encontré lo que entre comillas a continuación copio, pego de después pregunto. “””También el refranero popular nos deja alguna perla que nos indica esta curiosa “tradición” de gastar en cosas poco provechosas y de beneficio propio, en este caso ampliando un poco más la lista: “Escribanos, alguaciles y procuradores, todos son ladrones.” Y otro dicho popular que a muchos sigue “indignando”: “Para los ladroncillos se hicieron las cárceles y presidios; para… Leer más »