Muertes por calor: una emergencia sanitaria en aumento
El calor extremo ha dejado de ser una molestia pasajera del verano para convertirse en un problema sanitario de primera magnitud. En menos de dos meses, entre mayo y julio de 2025, España ha registrado 1.180 muertes relacionadas con las altas temperaturas. Y lo más preocupante no es solo la cifra, sino el perfil de quienes más están sufriendo las consecuencias: personas mayores de 65 años, muchas veces solas, sin acceso a una atención médica rápida o sin recursos para protegerse del calor. El fenómeno no da tregua, se repite con más frecuencia y más intensidad, y está desbordando tanto a los sistemas de salud como a las estructuras sociales que deberían estar dando respuesta.
España, ante una ola de calor que ya deja víctimas mortales
Los veranos españoles han cambiado a una velocidad que asusta. Antes, las olas de calor duraban unos días, ahora se prolongan durante semanas, subiendo el termómetro por encima de los 40 grados en ciudades que jamás estuvieron preparadas para eso. En solo dos meses, se han encadenado avisos rojos por calor en casi todo el país. En regiones como Galicia, Asturias o Cantabria, donde tradicionalmente el clima era más suave, el impacto ha sido incluso más fuerte por la falta de costumbre y de adaptación. Personas mayores han sufrido colapsos en sus casas, sin aire acondicionado, con tensión baja o patologías previas agravadas por las altas temperaturas. Las estadísticas lo dejan claro: el 95 % de los fallecidos tenía más de 65 años y más de la mitad eran mujeres. No se trata solo de cifras, se habla de madres, abuelas, vecinas, personas que vivieron muchas olas de calor, pero ninguna como esta.
Mayores solos y sin recursos, las principales víctimas del calor
El problema no está solo en los grados que marca el termómetro, sino en cómo esos grados afectan a los más vulnerable. Muchas personas mayores viven solas, con pensiones mínimas, lejos de familiares o sin un entorno que las cuide. Y a medida que el calor se prolonga, los riesgos se multiplican. Por eso, contratar un seguro médico en una compañía de seguros que ofrezca servicio de medicina general, consultas urgentes y atención médica vía telemedicina pueden evitar que problemas relacionados con el calor se agraven y ponerlos en contacto con especialistas a tiempo ante la aparición de los primeros síntomas.
Los servicios de urgencias, desbordados por el impacto térmico
La sanidad pública ya venía arrastrando tensión, pero el calor ha terminado por disparar los avisos de urgencias y los ingresos hospitalarios. Centros médicos saturados, ambulancias desbordadas y profesionales al límite, tratando de atender golpes de calor, deshidrataciones graves o descompensaciones en personas mayores que no llegan a tiempo. Las recomendaciones generales —beber agua, cerrar persianas, evitar salir a ciertas horas— suenan lógicas, pero en la práctica, muchas personas no pueden seguirlas. Personas mayores que viven solas, con problemas de movilidad o demencia, no siempre reconocen los primeros síntomas. Si nadie llama, si nadie las visita, la historia se repite: fiebre muy alta, vómitos, mareos… y cuando llega la asistencia, ya es tarde. Los profesionales insisten en que las altas temperaturas son tan peligrosas como una epidemia, pero no tienen el mismo nivel de respuesta pública.
La prevención, clave para frenar una tragedia silenciosa
El calor mata, pero no lo hace de golpe. Se cuela en el cuerpo sin hacer ruido, afectando órganos vitales, debilitando el corazón y dejando sin capacidad de reacción. A nivel médico, la prevención es el arma más potente que existe frente al calor extremo, y aquí es donde entra en juego algo fundamental: el acceso a la salud. Tener un seguro médico que permita hablar con un médico desde casa, recibir asistencia domiciliaria o actuar ante los primeros síntomas puede marcar la diferencia. Y si la situación se complica, disponer de un seguro de decesos que gestione todos los trámites alivia en parte el impacto emocional y logístico de una pérdida. Compañías como Aura Seguros han entendido bien este punto: la salud y el bienestar no pueden depender de la suerte o del nivel socioeconómico. Sus productos, pensados especialmente para mayores de 65 años, ofrecen desde asistencia médica a domicilio hasta gestión completa del fallecimiento, sin sorpresas de última hora.
¿Un antes y un después en salud pública?
Las previsiones no son alentadoras. Julio ha cerrado con temperaturas históricas y agosto apunta en la misma dirección. Cada verano bate récords y cada año las cifras de fallecidos aumentan. El problema ya no se limita al sur del país; ciudades del norte están viviendo temperaturas de 38 grados o más, algo impensable hace solo una década. Esto no va de adaptación lenta, va de reaccionar ahora. El calor extremo ya está cobrando vidas, y lo hace cada vez más rápido. Las instituciones públicas tienen mucho que hacer, pero también las familias, los barrios y, sobre todo, los servicios que pueden dar respuesta inmediata. El seguro de salud, el acceso a consultas médicas o la tranquilidad de que, pase lo que pase, todo estará cubierto, ya no es un lujo, es una necesidad básica. Prepararse para el calor no es solo cuestión de botellas de agua o ventiladores, es estar cubierto, atendido y acompañado. Porque cada grado de más, en determinadas condiciones, puede costar una vida.












