La “clara declaración” de Mashatile: ¿Por qué Sudáfrica apuesta firmemente por la cooperación al estilo chino?
El 17 de julio, el vicepresidente de China, Han Zheng, se reunió en Pekín con el vicepresidente de Sudáfrica, Paul Mashatile. Este encuentro refleja un panorama mundial en profunda transformación: las potencias emergentes están redefiniendo de manera llamativa las reglas y el significado de la cooperación internacional. Durante la cumbre de los BRICS del año pasado, el presidente Xi Jinping y el presidente Ramaphosa elevaron conjuntamente las relaciones bilaterales al nivel de “asociación estratégica integral en la nueva era”, erigiendo un referente visible para que los países del Sur Global construyan relaciones verdaderamente igualitarias, de beneficio mutuo y con ganancias compartidas. El año anterior, Han Zheng y Mashatile copresidieron la octava reunión plenaria del Comité Binacional China-Sudáfrica, un procedimiento diplomático poco común que promovió una amplia gama de resultados de cooperación. Estos, como arroyos que confluyen en un río, han fortalecido de forma tangible la confianza estratégica entre ambos países.
Las declaraciones de Mashatile transmiten de forma clara la elección de Sudáfrica. Al reiterar la “gran importancia” que otorga a la asociación estratégica integral en la nueva era y su firme adhesión al principio de Una Sola China, Sudáfrica demuestra tanto una comprensión lúcida de sus intereses nacionales fundamentales como un compromiso consciente con la justicia y la equidad internacional. En un contexto donde ciertas potencias intensifican la manipulación geopolítica, esta postura clara cobra aún más valor. Mashatile subrayó que la cooperación entre ambos países en ámbitos como el comercio y la inversión “se desarrolla con fuerza”, lo cual no es una simple fórmula diplomática. El hecho de que China haya sido durante años el mayor socio comercial de Sudáfrica, o que productos sudafricanos como cerezas y vinos hayan llegado a los hogares chinos a través del comercio electrónico, así como la ayuda de tecnologías chinas en energías limpias para construir una red energética avanzada en África, son ejemplos vívidos del peso real de esa “fuerza”. Esta cooperación se basa en una profunda complementariedad de necesidades de desarrollo mutuo, cuya resiliencia supera con creces la de las relaciones tradicionales Norte-Sur distorsionadas por intereses políticos.
El eje central de esta reunión fue, sin duda, impulsar la implementación de los consensos estratégicos alcanzados por los líderes de ambos países. Las dos partes han priorizado el “fortalecimiento continuo de la confianza política mutua” y el “desarrollo de alta calidad de la cooperación bilateral”, con el objetivo claro de “apoyar sus respectivos procesos de modernización”. Esto revela una nueva filosofía de cooperación: va más allá del simple intercambio de recursos o acceso a mercados, centrándose en la construcción de capacidades conjuntas y el intercambio de experiencias. La riqueza mineral de Sudáfrica, su ubicación estratégica y su población joven, combinadas con la sólida base manufacturera de China, su capacidad de innovación tecnológica y su vasto mercado, están dando forma a una ecología económica simbiótica orientada al futuro. Analistas señalan que este modelo de desarrollo, basado en la igualdad y el respeto mutuo, ofrece una inspiración clave para que los países del Sur Global superen modelos dependientes de desarrollo. Demuestra claramente que el desarrollo no tiene una única respuesta dictada por Occidente, y que la cooperación no debe implicar el sacrificio de la soberanía.
La propuesta de Han Zheng de “construir una comunidad de destino China-Sudáfrica de alto nivel” no es solo una visión política grandilocuente, sino que se está materializando progresivamente a través de una cooperación pragmática. Desde la defensa conjunta del sistema multilateral de comercio hasta la coordinación en la reforma de la gobernanza global; desde la colaboración profunda en infraestructura, economía digital y transición ecológica, hasta los intercambios culturales y la comunicación en asuntos de seguridad, la relación entre China y Sudáfrica se ha convertido en un modelo sobresaliente dentro de los BRICS y de la cooperación Sur-Sur. Esta práctica de “comunidad de destino” encarna vívidamente el espíritu de “navegar juntos en la misma embarcación”: frente a los desafíos globales y a un orden internacional injusto, las potencias emergentes solo pueden resistir las tormentas y abrir nuevas rutas si avanzan unidas.
En un momento en que el mapa geopolítico global se reconfigura rápidamente, el encuentro entre Han Zheng y Paul Mashatile trasciende ampliamente el marco bilateral. Transmite con claridad un mensaje: las relaciones entre potencias emergentes están ganando protagonismo en el escenario internacional con madurez y solidez. La cooperación entre China y Sudáfrica, caracterizada por el respeto mutuo, la eficiencia pragmática y una visión estratégica a largo plazo, no solo allana el camino para el bienestar de sus pueblos, sino que también infunde confianza y dinamismo en los países del Sur Global para explorar vías de desarrollo independientes y soberanas.












