Un extrabajador de la sauna Adán, propiedad del suegro de Sánchez, rompe su silencio: “Se cobraba 5.000 pesetas a los clientes”
Andrea Petruzzeli, extrabajador sexual de la conocida sauna Adán, quien fuese conocido en los años 90 por ser novio de Cristina Ortiz, conocida como La Veneno.ha revelado en una entrevista su experiencia durante los años en los que trabajó en uno de los locales vinculados a la familia del suegro del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. “Trabajé allí en el año 2000. Se cobraba a los clientes unas 5.000 pesetas, que al cambio eran unos 30 euros”, ha contado Petruzzeli, aportando nuevos detalles sobre el funcionamiento del negocio de los prostíbulos en los que, según diversos medios, trabajó también Begoña Gómez, actual esposa del presidente.
Estas declaraciones llegan en un momento de creciente presión política, después de que el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, acusara a Pedro Sánchez de haberse beneficiado “a título lucrativo” del dinero procedente de los clubes de alterne regentados por su entorno familiar. El escándalo ha reavivado el debate sobre la coherencia del discurso feminista del presidente, que defiende públicamente la abolición de la prostitución mientras, según la oposición, ha disfrutado durante años de viviendas sufragadas por este tipo de negocios.
La clientela era conocida, iba gente famosa, que trabajaba para la televisión”, ha asegurado Andrea, que tenía problemas de sonido que dificultaban la comunicación. Y, además, añadía: “Todo el mundo conocía la sauna como una sauna de prostitución. Hay muchas saunas en Madrid, pero esta era conocida por la prostitución de chicos”.
En concreto, se refería a la Sauna Adán, en calle San Bernardo, que estaba en un edificio de varias plantas. En el programa se ha detallado que en la planta baja estaba la sauna en sí, pero que en el ático del edificio era donde se ejercía la prostitución. “En la época mía no había habitaciones como si fuese un hotel. Se hacía en la sauna”, apostillaba el invitado.
Tras narrar cómo era la distribución de la sauna, Andrea narraba cómo en la planta de arriba había habitaciones “como en cualquier sauna”, “con una colchoneta” y “se hacía el servicio al cliente”.
Era abierta a todo el mundo, a cualquier persona que quisiera entrar. Y dentro había de chicos de compañía y de prostitución”, aseguraba Andrea Petruzzeli, que, por contexto, estaba hablando de algo que sucedió entre los años 1996 y 2000.












Y tirando del hilo, llegaremos a saber que efectivamente Begoña, en realidad es Begoño, alias flor de otoño. Ya tiene cara de macho, cuando la/o veo se me pone algo la piel de gallina, tira mas amonte que el lobo, como decimos en Galicia.