Feijóo mete la quinta
Las dos intervenciones consecutivas de Feijóo, primero en el congreso de su partido y luego en el de los diputados han supuesto un importante punto de inflexión. Han supuesto un evidente cambio a la hora de mostrarse y proponerse tanto ante sus seguidores como ante sus posibles votantes y opinión publica en general. Pero también, y no es menos relevante, antes sus rivales y en particular, ante Sánchez.
En la asamblea del PP lo que hizo fue remarcar su condición de candidato a gobernar España y el ser, en purita realidad, el único que puede desalojar en las urnas a Sánchez del poder. Lo vertebró en un discurso en clave presidencial, de gran concreción, claridad y compromiso tanto en propuestas, medias a adoptar de inmediato y respuestas a las preguntas claves que al respecto y de continuo «se le han formulado». Tan solo en una de ellas se posó la duda. No habrá exclusión ni cordón sanitario a Vox pero su firme voluntad es gobernar en solitario. Y es lo que va a intentar. Pero ¿podrá hacerlo? Y si no puede, ¿que? Ni dijo en el plenario ni le he oído decir después que se iría a elecciones de nuevo si es así como han hecho algunos relevantes miembros del PP. Pero Isabel Díaz Ayuso ha expresado que ella tampoco lo escuchó ni concluye por tanto en esa «solución». E Isabel tiene muy mucha relevancia también. O sea que eso y, ya si eso, pues que se verá.
El presidente del PP salió sin duda con una fortalecida y ya diferente imagen del cónclave partidista, máxime cuando en el contraprogramado Comité Federal del PP, los socialistas se pegaron otro tiro en el pie con un tal Salazar que iban a elevar a los altares y acabaron teniendo que arrojarlo a los infiernos porque «no se habían enterado», como con Cerdán y Ábalos, que era un baboso pregonado.
Luego llegó la segunda parte de la función. La confrontación con Sánchez en el Parlamento, donde estaba más que claro que el otro proponer no iba a proponer nada en verdad, ni asumir la más mínima responsabilidad, sino que haría lo de siempre: ir simplemente a por él y entrar en el plano más rastrero y personal. Y lo que esta vez hizo Feijóo fue, inesperadamente para muchos, tirarse a degüello y directamente a la yugular.
Era el momento elegido, y en sintonía con lo del fin de semana anterior, para ir frontalmente a la batalla y liar ya la de San Quintín. Porque nadie piense que ambas puestas en escena han sido fruto del momento y la improvisación. Si algo han tenido ha sido una larga preparación y una madurada ejecución.
- Lo de espetarle a la cara a Sanchez y justo en este momento y ocasión, lo de los prostíbulos de su suegro, el papel de su mujer en la «empresa familiar» y su propia implicación a «título lucrativo», no eran ni fruto de una cabreo repentino sino algo largo tiempo rumiado y que entendió de que era llegado el momento de hacerlo y que con ello se diera el mensaje que se quería dar y que no era otro que el de líder opositor, duro, implacable y, si era menester feroz y sin piedad. Desde luego ha sido un antes y un después, a la hora de enfrentarse en su propio terreno con el señor del fango y la mentira.
Feijóo llevaba muchos años sufriendo sin replicar la especie de su complicidad con un narco que Sánchez y sus coros habían elegido como mantra cada vez que tenían que responder ante un caso flagrante de corrupción. Todo se reducía a una foto de hace más de 30 años, con un entonces amigo sin hechos delictivos a sus espaldas en aquel tiempo, acaecerían lustros después, y cuando el único rumor en su contra era que contrabandeaba tabaco por la ría. Como no pocos, tiempo después, el tentador lucro mucho mayor, lo empujó al transporte de otras mercancías, droga vamos, y la justicia le acabó por alcanzar. El PSOE y Sumar, Yolanda Díaz le tiene una inquina particular porque la ha vapuleado en Galicia una y otra vez, no han dejado de intentar levantar infundios contra su familia y tampoco quiso entrar nunca al trapo. Y sabía que Sánchez se lo iba a sacar una vez mas.
Pero esta vez no lo iba a dejar pasar. Esta vez ya no. Y lo hizo con ganas, tantas veces contenida y con una poderosa carga emocional y gestual. Pero también y para aún mayor sorpresa del personal, con un manejo del acero muy de temer y un juego de garras nada fácil de esquivar. De hecho también dejó arca en los socios apandadores del desgobierno nacional. En menos de un minuto los del PNV o el Rufián sintieron la «caricia» en la cara y tuvieron la certeza de que se abría otra pantalla donde pueden quedar muy mal retratados.
El gallego ha metido la quinta marcha. Va a por todas y a por todos, para bien y para mal, y no parece que vaya a temblar. Esto de ahora lo tenía pero que muy pensado. Una muy importante diferencia con la zozobra de quienes están enfrente, que no saben, pero tienen pavor, cuando saldrá y sobre quien versará el próximo informe de la OCU y el nuevo auto del juez.











