Las elecciones en el PSOE que catapultaron por segunda vez a Pedro Sánchez al liderazgo del partido en las primarias de 2017 no sólo marcaron un hito en su trayectoria política, sino que dejaron tras de sí un reguero de interrogantes sobre la financiación real de su intensa campaña interna. Según diversas fuentes que participaron de primera mano en aquel proceso, el despliegue del equipo del hoy presidente del Gobierno superó con creces los medios económicos oficialmente reconocidos, según avanza Vozpópuli.

A lo largo de los actos organizados en distintas ciudades —Sevilla, Valladolid, Barcelona, Valencia, Madrid y otras tantas— Sánchez consiguió movilizar a más de 40.000 militantes con el objetivo de reunir los avales necesarios para formalizar su candidatura. Ese primer tramo, previo incluso al inicio oficial de la campaña, ya implicó gastos considerables en logística, transporte, manutención y alojamiento, que se fueron acumulando en paralelo a una agenda frenética de contactos con las bases.

Mientras Susana Díaz contaba con el respaldo estructural del socialismo andaluz y Patxi López optaba por encuentros discretos, limitados al País Vasco y sin grandes recursos, el aspirante madrileño consiguió reunir a miles de afiliados en actos que, especialmente desde el multitudinario mitin de Dos Hermanas, evidenciaban un gasto notable. A partir de entonces, su campaña comenzó a tomar un cariz mucho más ambicioso, tanto en asistencia como en puesta en escena.

Las cifras oficiales ofrecidas por el propio Sánchez en abril de ese año hablaban de una recaudación de 37.000 euros, provenientes de alrededor de 700 donantes, la mayoría militantes de base. Sin embargo, según los cálculos de antiguos responsables de campaña, el equipo dirigido por José Luis Ábalos, junto a Santos Cerdán, Koldo García Izaguirre y el propio Sánchez —conocidos en círculos internos como el ‘clan del Peugeot’—, llegó a gastar una media diaria cercana a los 2.200 euros durante la campaña formal, entre el 8 y el 19 de mayo.

Los recursos fueron empleados en desplazamientos por carretera, billetes de avión en rutas regulares, noches de hotel de gama media, y una larga lista de comidas y cenas con simpatizantes y cuadros locales del partido. En estos encuentros, lo habitual era que se compartieran los gastos, aunque las agrupaciones más grandes también asumieron parte del desembolso logístico, especialmente en lo relativo a la organización de actos.

El equipo de Sánchez llegó incluso a alquilar un espacio en Madrid que funcionó como su cuartel general, desde donde se coordinaban reuniones, entrevistas con medios de comunicación y otros aspectos de la estrategia electoral. A todo ello se sumaban costes derivados de material de campaña, como alquiler de sonido, impresión de pancartas, mobiliario y grabaciones de vídeo.

Aunque en los registros internos del partido no constan aportaciones extraordinarias más allá de las formalmente declaradas, fuentes conocedoras del funcionamiento interno de la candidatura sostienen que buena parte del sostén económico provenía de Sabiniano Gómez, suegro del entonces aspirante y fallecido en 2021. Gómez, vinculado hasta principios de la década con negocios de ocio nocturno, saunas y prostíbulos, habría facilitado recursos que fueron gestionados por su hija, Begoña Gómez, y posteriormente canalizados por el entorno de Ábalos para cubrir gastos sobre el terreno.

La estrecha relación de Ábalos con estructuras territoriales del partido fue clave para el éxito de la candidatura. Su influencia, consolidada en varias federaciones, fue determinante para facilitar contactos y movilizaciones durante la recogida de avales y los días previos a la votación interna. De hecho, su capacidad de organización le valdría poco después el ascenso a la Secretaría de Organización del PSOE.

Pese a la aparente modestia inicial, la campaña de Sánchez acabó eclipsando por completo las de sus rivales. La contundente victoria en las primarias del 21 de mayo de 2017 confirmó el retorno de quien apenas un año antes había sido forzado a dimitir. El poder interno que logró construir desde entonces se fraguó, en parte, gracias a una operación electoral cuyo verdadero alcance económico aún hoy plantea más preguntas que respuesta.