Existe una larga tradición en el PSOE consistente en que, cuando aparece la corrupción, también lo hacen los puticlubs. O bien, que es otra cosa el asunto de las “primas”, amigas y parejas pagadas con dinero público. Sin ir más lejos, en el caso más grande de corrupción política en España, el de los ERE de Andalucía, aparecieron gastos en prostíbulos y clubes de alterne sufragados con dinero corrupto.

Ahora, el último caso conocido culmina con las amigas de José Luis Ábalos, exministro de Transportes, a quienes se les facilitó un puesto en empresas públicas y se les proporcionó vivienda, sin que acudieran a trabajar ni desempeñaran funciones reales.

Jessica Rodríguez, identificada como amiga y exnovia de Ábalos, fue contratada en dos empresas públicas: Ineco y Tragsatec, ambas dependientes del Ministerio de Transportes durante la etapa de Ábalos. La contratación de Rodríguez en Tragsatec se realizó mediante un proceso al que se presentaron 929 aspirantes para 7 plazas, pero se abrió una fase extraordinaria de solo siete horas, en la que, casualmente, solo entraron dos currículums: el suyo y el de otra persona que también fue contratada. Rodríguez también reconoció haber residido durante tres años en un piso de lujo en la Plaza de España sin pagar alquiler, sin saber quién sufragaba la renta.

El escándalo ha salpicado a Ábalos por la existencia de hasta cuatro mujeres vinculadas sentimentalmente a él que habrían sido contratadas en empresas públicas bajo su órbita, aunque al menos una de ellas lo niega.

Pero entre la oleada de problemas judiciales que afectan al PSOE, al Gobierno y, más específicamente, al entorno de Sánchez, hay un caso que destaca por su sordidez. Un caso que ahora vuelve a aflorar, pero que nunca ha sido destacado por los grandes medios.

Se trata del negocio de saunas y casas de prostitución del padre de Begoña Gómez. Diversos medios han documentado que Sabiniano Gómez, padre de Begoña Gómez, fue durante décadas propietario y gestor de varios negocios vinculados al sector sexual en Madrid, principalmente saunas de ambiente gay y al menos un prostíbulo para público heterosexual. Estos negocios operaron bajo la sociedad San Bernardo 36 S.L. y funcionaron desde los años 80 hasta bien entrada la década de 2010.

Principales locales y actividades:

– Sauna Adán (calle San Bernardo): Local emblemático de ambiente gay, con bar, cabinas privadas y cuarto oscuro, frecuentado por trabajadores del sexo y clientes habituales. El local, de dos plantas y 344 m², era propiedad de la mutua pública Muface, a la que la familia pagaba un alquiler muy por debajo del precio de mercado. Encima de la sauna, la familia alquilaba un ático de 139 m² utilizado como pensión por horas o días.

– Sauna Azul (calle Concepción Arenal) y Sauna Princesa (zona Gran Vía): Otros locales gestionados por la familia, también orientados al público gay, con servicios similares.

– Prostíbulo en Paseo de la Castellana 180: Local para público heterosexual, posteriormente rebautizado como Roses, gestionado por la familia Gómez.
Las rentas pagadas por estos locales a Muface eran consideradas «irrisorias» respecto al valor real de mercado, según informes periodísticos y solicitudes de transparencia.

Implicación familiar:

En 2006, coincidiendo con el matrimonio de Begoña Gómez y Pedro Sánchez, Sabiniano Gómez dejó la gestión formal de los negocios en manos de su hermano Enrique Francisco, aunque la estructura societaria y la actividad continuaron bajo el entorno familiar.

Según audios del excomisario Villarejo, Begoña Gómez habría realizado tareas contables para estos negocios y figuraba como firma autorizada en alguna de las sociedades de su padre.

Diversos testimonios y grabaciones apuntan a que estos locales, además de su actividad sexual, pudieron ser utilizados para captar imágenes y audios de clientes relevantes (jueces, empresarios, periodistas) con fines de chantaje o extorsión política, aunque esto no ha sido judicialmente probado.

Repercusión mediática y política:

El asunto ha cobrado relevancia tras la publicación de audios inéditos de Villarejo, que han sido entregados al PSOE y han reavivado la controversia sobre el pasado empresarial de la familia política de Pedro Sánchez.

No existen pruebas judiciales de que Pedro Sánchez o Begoña Gómez hayan participado en la gestión directa de estos negocios, aunque sí hay constancia de que Begoña colaboró en la contabilidad familiar y que la familia se benefició de contratos de alquiler ventajosos con la administración pública.

Según ha publicado The Objective “la memoria USB que Leire Díez entregó a Santos Cerdán en la sede del PSOE incluye un audio del excomisario de la Policía Nacional, José Manuel Villarejo, sobre las saunas del suegro del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez”. The Objective ha tenido acceso a esa grabación. Se trata de un almuerzo celebrado el 17 de mayo de 2016, en el que se encontraba el entonces comisario jefe de la UDEF, José Luis Olivera, en aquel momento director del CITCO.

«Él, cuando no tenía curro, estuvo hablando con un par de asesores fiscales para ver cómo metían lo que ganaba su parienta cuando estaba en el negocio del suegro… ¿Eh? Ella sabrá… Pero bueno, que no pasa nada, es un negocio muy honorable…». Entre risas, el comisario Villarejo habla de «saunas de maricones y de chicas». La cinta muestra la primera conversación en la que Villarejo se refiere a los negocios de prostitución del padre de Begoña Gómez y detalla los problemas de la mujer del actual presidente del Gobierno tras trabajar en las saunas de su padre. «El problema de Begoña era cómo justificar los ingresos», resalta en el audio.

En la conversación queda claro que Begoña Gómez «no estaba dando un servicio», sino que «estaba en una sociedad del padre». Interviene entonces Olivera: «En una de las sociedades de estas saunas, la mujer [Begoña Gómez] estaba metida como autorizada».

Lo más llamativo del caso —si es que el caso en sí mismo no lo es ya— es que resulta insólito encontrar un primer ministro europeo, ahora o en el pasado, con esta cercanía familiar a este tipo de negocios. Más aún cuando Sánchez exhibe el “feminismo” de su gobierno como una credencial positiva. El feminismo del PSOE, a diferencia del de Podemos, es partidario de la prohibición de la prostitución, o al menos de toda tercería locativa, es decir, que nadie pueda lucrarse de aquella práctica. Claro que, a pesar de llevar siete años gobernando, no han aprobado nada en ese sentido.

Ese es el mérito de Sánchez: el yin y el yang, unir lo opuesto —los puticlubs, las mantenidas y las casas de lenocinio— con el feminismo militante. Y todos, en su partido, tan contentos. Cuando Sánchez pase, que pasará, la categoría moral del socialismo español quedará muy por debajo de la de Lerroux y su Partido Radical tras el caso del «Estraperlo» en la Segunda República. Habrá hecho historia.