Trenes varados y políticos corruptos: la España tercermundista en la ‘Cumbre del Tercer Mundo’
La España del Gobierno agonizante de Pedro Sánchez está llena de paradojas. Algunas tan desafortunadas como la que sigue: este lunes, a primera hora, cualquiera de los miles de asistentes a la Cumbre de Naciones Unidas pudieron leer en la web de Renfe el siguiente mensaje: “Renfe activa un dispositivo especial para garantizar los desplazamientos durante la Conferencia de la ONU en Sevilla”.
La compañía ferroviaria publicó la nota antes de arrancar la cita internacional, a la que asistirán más de 10.000 personas procedentes de 150 países. Renfe asegura que el dispositivo tiene como objetivo “garantizar la calidad del servicio ferroviario en Sevilla y su entorno durante los días del evento, en los que está previsto un incremento de los desplazamientos”.
No habían pasado ni 12 horas cuando un fallo de tensión provocó el corte del servicio en la línea de alta velocidad. La dura realidad del sistema ferroviario española había evaporado en unos segundos la promesa de Renfe, afectando a quienes viajaban -entre otros puntos- desde la capital a Sevilla.
Entre la noche del lunes y el martes por la mañana se vieron afectados más de 6.000 pasajeros, tras 15 horas con problemas de servicio. Cualquier asistente a la cumbre de Sevilla pudo leer ayer la noticia de un tren varado en la planicie de Toledo, con más de 300 pasajeros a bordo. Pasaron la tórrida noche manchega en los vagones. Una mujer de 84 años tuvo que ser trasladada al Hospital Universitario de Toledo por una insuficiencia respiratoria.
Silencio de Óscar Puente sobre los incidentes ferroviarios
El suceso del tren varado rodó este martes por las webs informativas nacionales. También las imágenes de los afectados por la avería esperando en las estaciones. Esta vez, el lenguaraz ministro de Transportes, Óscar Puente, no asomó la cabeza en su perfil de X como acostumbra. Sus últimos mensajes en la red social arremetían contra las informaciones de dos medios (El Mundo y El Confidencial). Ni una sola referencia al nuevo capítulo del caos ferroviario.
Hay otra noticia que se coló ayer en la prensa internacional, a la que tienen acceso los asistentes a una cumbre multilateral como la de Sevilla. Se trata de la entrada en prisión de Santos Cerdán, la mano derecha durante años de Sánchez en Ferraz.
El Financial Times, el medio económico de referencia en Europa, aseguraba que este hecho “profundiza el manto de acusaciones de corrupción que rodean al líder de izquierda más importante de Europa”. Las referencias al ingreso de Cerdán en Soto del Real también aparecían en The Times, en The Guardian, en la agencia Reuters o en la prestigiosa web estadounidense Politico. Hasta el Miami Herald se hacía eco del hecho. “Sexo, corrupción y cintas: el escándalo que sacude al Gobierno socialista de España”, titulaba el periódico de Florida.
Atrincherado en el Palacio de La Moncloa, Sánchez está alimentando la imagen de un país tercermundista. El término, peyorativo y cada vez más en desuso, su utilizaba antaño para aludir a países con un bajo nivel de desarrollo, donde solía imperar la corrupción política y la inestabilidad institucional.
Precisamente, la cumbre de Sevilla trata de buscar soluciones para combatir la desigualdad en el mundo. Su nombre oficial es “IV Conferencia Internacional de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo”. España, país anfitrión, figura entre las 15 economías más ricas del mundo en términos de PIB. Sin embargo, sigue perdiendo puestos en los rankings que valoran la lucha contra los corruptos.
Un ejemplo, la ONG Transparencia Internacional empeoró recientemente la posición de nuestro país en su Índice de Percepción de la Corrupción. Lo hizo en febrero, cuando aún no habían visto la luz los audios intervenidos por la UCO, cuando Cerdán todavía era secretario de Organización del PSOE, diputado y ciudadano libre.
El deterioro institucional es imparable y puede tener consecuencias directas sobre la economía. Otro ejemplo: la agencia Moody’s (lo publicó Vozpópuli) duda de la conveniencia de elevar el ‘rating’ de España en la próxima revisión. Esa decisión se daba casi por descontada en algunos círculos financieros. Pero el caos político y la inacción gubernamental amenazan con anular un movimiento que beneficia a la deuda pública y la imagen del país, depauperada al extremo por un Gobierno al que le sobran las corruptelas y los trenes varados.











