Las chicas de Ábalos se rebelan
Jorge Sanz Casillas.- Tras dos años de legislatura nefasta, el Gobierno ha conseguido resolver buena parte de los problemas legales del separatismo. Al Tribunal Constitucional le ha dado igual que la Comisión de Venecia dijera que para aprobar la amnistía era necesaria una reforma constitucional y una mayoría cualificada (y no una minoría cogida con pinzas). También que la Comisión Europea calificase la norma de «autoamnistía». El plan se ha consumado: Conde-Pumpido ha validado el intercambio de impunidad por votos y lo que en julio de 2023 era ilegal e inadmisible, según el propio PSOE, hoy tiene rango de ley. Y a otra cosa.
Porque el sanchismo consiste justamente en eso: en pasar pronto de página. El sanchismo es una carrera de obstáculos en la que no se mira más allá de pasado mañana, sobre todo ahora que la agenda se la impone la Guardia Civil. Empleados los dos primeros años de la legislatura en remendar los problemas legales del separatismo, los dos próximos los van a destinar a corregir los problemas legales del propio Sánchez, al que le crecen los enanos y las amantes de Ábalos diciendo que él lo sabía todo.
Tampoco quiero que el liguero de una actriz porno nos distraiga de lo principal –y es que al sanchismo no lo corrompió el poder, sino que venía corrupto de casa y ambicionaba el Gobierno para robar a lo grande– pero creo que hay que detenerse en las chicas del exministro. Porque en las últimas horas han salido muchas en televisión, lo que nos invita a pensar que Ábalos tiene un árbol genealógico como el de Aureliano Buendía en Cien años de soledad, que engendró más hijos que Copas de Europa tiene el Real Madrid.
El caso es que, en lo que va de semana, hemos visto a Miss Asturias decir que Koldo le llamaba incluso en los días libres para preguntarle que cómo iba vestida. Hemos escuchado a Anaís, la chica del disco duro, decir que tiene ansiedad y que no sale de casa. E incluso hemos oído a Andrea gimotear en antena porque Ábalos le prometió una vida juntos cuando todo esto pasara, pero que se sintió traicionada cuando vio que el exministro estaba con una actriz porno (la tal Anaís) durante el registro de su casa en Valencia. Andrea le ha llorado en televisión como nunca nadie me ha llorado a mí, lo cual me da cierta envidia, pero reconozco que José Luis tiene cosas que yo no puedo ofrecer.
Han salido varias y muy seguidas, como si fueran un sindicato, pero ha sido la última –una tal Valeri que al parecer es hombre– la que ha provocado el enfado más grave del exministro. Porque, hombre, vale que me pongan de corrupto y putero en los periódicos, pero que me pongan de marica eso sí que no. Por ahí no paso. Qué gran ironía sería que el «gobierno feminista» cayera por la pulsión de la carne y no por robar o pactar con la ETA. Pero así se escribe la historia. A fin de cuentas, Al Capone no cayó por el crimen organizado, sino por la Declaración de la Renta.











