Félix Apaños
Antonio R. Naranjo.- Todo régimen siniestro necesita de obedientes esbirros que, sin grandes virtudes e incluso sin aparentes defectos congénitos, reciban, gestiones y ejecuten las órdenes más abyectas. Lo describió a la perfección Hanna Arendt en La banalidad del mal, la crónica periodística hecha ensayo del juicio a Eichmann en Jerusalén: del organizador de la ‘Solución final’ para exterminar a los judíos cabía esperar una apariencia intimidatoria, un carisma arrollador y una mente lúcida, todo ello al servicio del mal.
Pero lo que se encontró la imprescindible filósofa fue un Bolaños, de voz atiplada, gesto fofo, presencia irrelevante y ese aspecto de don nadie perfecto para tramitar las peores instrucciones con la más rutinaria eficiencia: podía haber gestionado una oficina postal en un pueblo de Sajonia, pero se encargó del traslado y la eliminación masiva de seres humanos.
Al ministro de Justicia, salvando las distancias obvias, le ocurre algo similar: bajo ese disfraz ramplón de niño al que le quitaban el bocata en el recreo se cobija el perfecto lugarteniente para los trabajos más sucios.
Lo es intentar derribar las instrucciones judiciales en contra de su patrón y de su familia, trasladando por las bravas esa labor desde los juzgados hasta la Fiscalía General, donde aguarda con los brazos abiertos para rematar las órdenes otro de su estirpe, García Ortiz, que de paso se pondría al frente de la UCO, que es como enviar al zorro a cuidar de las gallinas.
Lo es también, desde luego, incorporar a la judicatura a jueces y fiscales elegidos por él mismo, con previsibles escenas idénticas a aquella de El Padrino en el que el dueño de una funeraria le promete obediencia eterna a Corleone si le ayuda con un problema familiar, en un pacto sellado de rodillas y besando el anillo del capo.
Y lo es, desde luego, atacar en público a los jueces incómodos, encabezar la cruzada para eliminar las causas adversas ya en marcha, arrogarse la definición de bulo para transformar en mentira oficial las informaciones ciertas pero demoledoras para Sánchez o, entre tantas cosas, dar apariencia de legalidad y defender tropelías tan inaceptables como la colonización del Tribunal Constitucional, las andanzas de Begoña Gómez, la corrupta Ley de Amnistía, el señalamiento de los medios de comunicación o la persecución de rivales políticos con las armas más truculentas e incompatibles con el Estado de derecho.
Félix Apaños es el tipo de persona que necesitan personajes como Pedro Sánchez, un ludópata de la mentira, imprescindible para adecentar el abuso constante que es su propia existencia, un compendio de trampas de todos los colores para compensar el desprecio de la ciudadanía y transformar sus derrotas endémicas en victorias espurias con el tiempo acabado, un gol con la mano, el árbitro comprado y el VAR sospechosamente apagado.
Ahora quiere imputarle el juez Peinado, que como Gary Grant está solo ante el peligro, lo que en sí mismo es motivo de dimisión: el Notario Mayor del Reino, que es el ministro de Justicia, no puede ser alguien en el radar del Tribunal Supremo, como el comisario no puede ser un atracador, un guardia civil de Tráfico no puede trabajar bebido y un presidente del Gobierno de España no puede deberle el cargo a un prófugo independentista, un exterrorista de ETA y un condenado por sedición.
Claro que con el historial de su jefe, pedirle al ministro de Justicia que honre el cargo es como esperar de Jack el Destripador que se dedique a cruzarle el paso de cebra a las señoras mayores cargadas con la compra.













Para su maestro Carlos Herrera es “Gracita Bolaños”, y para él “Félix Apaños”. Para estos sujetos de lo que se trata es decir gracietas y no de investigar y después contar la verdad. Claro, afirmar que ese sujeto formó parte de un ritual masónico y profanó la tumba de Francisco Franco, no es ninguna gracieta y además resulta peligroso. Si Félix Bolaños García formó parte del ritual masónico es que es masón, y si además animó con su presencia el meter mano, pico, pala, palanqueta y grúa a una tumba sin permiso del ocupante y de sus familiares es que… Leer más »