Insensato ataque de ‘galguitis’ en la OTAN
Luis Ventoso.- La ciencia médica avanza en todos los campos, también en el de la psicología clínica. Investigadores españoles de élite han logrado definir una nueva patología, que han denominado como ‘galguitis’.
La cobardía es connatural a la condición humana. Aquel que alguna vez no siente miedo es un inconsciente, o un loco. Pero la ‘galguitis’ es una forma de canguelo extremo. De manera paradójica, se caracteriza además porque el sujeto protagonista del acto cagueteril se presenta ante el público como el más altivo, gallardo y resolutivo de los personajes.
Los investigadores han basado su trabajo en el estudio del comportamiento de un conejillo de indias español, denominado PSP-C. El primer hito de la investigación se produjo en una base aérea lituana, en junio de 2021. El paciente PSP-C ofrecía una rueda de prensa allí junto a su homólogo lituano, Gitanas Nausèda, cuando de repente sonó una alarma en el hangar donde se encontraban. Al parecer dos cazas rusos habían sobrevolado el Báltico. Ante el revuelo suscitado, el mandatario lituano mantuvo la calma y la sonrisa. Pero PSP-C recogió a toda leche los papeles que tenía sobre su atril y se dio el piro, acelerando y dejando atrás al otro político. Una situación sorpresiva delató así la entraña de un cobarde.
El mismo patrón se repitió tres años después en la conocida como Tocata y fuga de Paiporta. Esta vez el ataque de ‘galguitis’ provocó el daño colateral de que el cobarde dejó tirados a los Reyes y al presidente valenciano, que sí mostraron el cuajo suficiente para quedarse a aguantar el chaparrón del enojo vecinal tras la terrible tragedia de la dana.
Por desgracia, el paciente no ha mejorado. En La Haya, la ‘galguitis’ que lo aqueja se ha vuelto aguda. PSP-C es conocido por lo mucho que le pone pavonearse en los corrillos de las cumbres internacionales, paseando su elevada estatura, su perfecta sonrisa (postiza) y su inglés de niño bien de cómoda burguesía. Pero en la cumbre de la OTAN poco le faltó para esconderse debajo de la moqueta. Antes de llegar a la cita se había puesto muy farruco contra Trump. Pero una vez que lo tuvo delante, ‘galguitis’ supina. PSP-C se colocó en el córner más extremo en las fotos de familia, avergonzado de dar la cara ante sus pares de la Alianza. Cuando empezó la reunión, se dirigió a ritmo de marcha atlética a sentarse a la mesa de juntas, a fin de evitar los corrillos (y en especial a cierto tupé amarillo). La ‘galguitis’ ha sido tan escandalosa que hasta el Telediario del régimen se hizo eco de ella; tal vez porque hasta los que elaboran el NODO empiezan a olfatear que Mi Persona ha pasado ya de pato cojo a pato laqueado.
El problema de fondo es que el frívolo galgo juega con los intereses nacionales para tratar de tapar su situación doméstica con cortinas de humo. Se puso estupendo con su show de que no aceptaba el 5% de gasto en defensa que exige la OTAN. Pero al final ha acabado firmando el acuerdo que recoge ese 5% (vendiendo al tiempo a los españoles el embuste de que no pasaremos del 2%). Firma una cosa y vende lo contrario de lo que acaba de rubricar.
La pataleta no le ha servido de nada. Pero tiene un coste para España, pues nos presenta ante el mundo como un país gobernado por frívolos irresponsables y nos granjea el enojo de Trump. Abrir una crisis con el Gobierno del país más poderoso del planeta supone un error evitable, que pagaremos de muchas maneras. La más evidente es un posible castigo arancelario, pero hay muchas más. Por ejemplo: ¿Nos va a ayudar Estados Unidos si un día surge una crisis con Marruecos en Ceuta y Melilla, o en Canarias? ¿Somos un país atractivo para los inversores internacionales con un Gobierno de socialistas y comunistas, sostenido por supremacistas separatistas, que además se pone tonto con Trump mientras todas las naciones razonables se cuidan de masajearlo?
Un cobarde, pero además un inconsciente que daña los intereses de su país en un intento estéril de tapar las inocultables vergüenzas de su partido y su Gobierno.
(PD: He seguido la rueda de prensa de Trump, tan denostado y ridiculizado por nuestra izquierda populista. Resulta que respondía de manera clara y concreta a las preguntas directas que le hacían. Es algo que en el sanchismo ya no existe. Aquí las preguntas parlamentarias, y las de los –flojos– periodistas españoles con permiso gubernamental para preguntar, son respondidas con unos rollazos soporíferos que rara vez contestan a lo planteado. Estamos más cerca del Aló Presidente que de las democracias).











