Con alma de cumbre y corazón de mar: el viaje imparable de Hellen Faus
Por Juan Carlos López Medina
Columnista y colaborador en medios digitales y radiofónicos
Hay vidas que se viven con intensidad y otras que, como la de Hellen Faus, se conquistan con valentía. No se trata solo de haber alcanzado metas empresariales, sino de haber esculpido una biografía hecha de decisiones valientes, rupturas necesarias, solidez y visión. Hellen no se limita a caminar. Ella traza el camino.
Madrileña de nacimiento y maña de adopción, lleva en la sangre ese genio de quienes no se conforman, de los que se empellan con una idea hasta verla hecha realidad. Lo que define su historia no es una secuencia de éxitos fáciles, sino una ruta trazada con determinación desde los cimientos, desde las dudas, desde los comienzos sin red.
Se formó como veterinaria, una carrera exigente, técnica, donde ya asomaba su amor por la vida, por los seres vivos, por lo que requiere paciencia y precisión. Pero su alma pedía más: libertad, movimiento, horizonte. Fue entonces cuando su verdadera vocación —el viaje como forma de vivir y de compartir— tomó el mando. Y de ahí nació un proyecto que marcaría el sector turístico nacional: ViajarSolo.com, una empresa pionera que rompió clichés y abrió rutas a quienes no esperaban compañía para descubrir el mundo.
A este sueño le siguieron otros dos: BuceoyViajes.com; y Luxotren, marcas con personalidad propia, construidas sobre el mismo ideal: que viajar no es simplemente desplazarse, sino vivir con más intensidad, con más conciencia, con más emoción.
Pero detrás de cada empresa, de cada paso, hay una raíz firme. Hellen Faus no es solo una mujer hecha a sí misma. Es hija de gigantes. Su padre, el legendario Agustín Faus, no fue solo un alpinista: fue un símbolo. Un hombre que demostró que las cumbres no tienen edad y que lo importante no es llegar rápido, sino llegar alto… y llegar siendo uno mismo. De él heredó la tenacidad, la mirada alta, el sentido del reto. Hoy, desde allá arriba, desde su cima eterna, sigue guiándola con esa voz serena y firme que enseñó que todo obstáculo puede vencerse.
De su madre, el amor por el mar profundo, azul, inmenso. Esa energía serena pero poderosa que se respira en las travesías, en las velas desplegadas, en las risas compartidas sobre la cubierta del Kivuca, el barco que se ha convertido en su refugio, su templo, su hogar flotante. No hay mejor metáfora de su vida que ese velero en el que han navegado amigos, familiares, compañeros de vida. Donde se han vivido momentos imborrables… y donde muchos más aguardan por llegar. Su madre fue, además, un faro constante: presencia serena, guía discreta, voz sabia. Desde la distancia del recuerdo, sigue iluminando su ruta como el haz firme de un faro en mitad del oleaje: siempre visible, siempre presente.
Esa doble herencia —la de las alturas y las profundidades— la convierte en alguien que no teme al vértigo ni al oleaje. Que sabe cuándo aferrarse y cuándo soltar, cuándo luchar y cuándo dejarse llevar. Y por eso, cuando en 2025 anuncia la integración de sus empresas en el GRUPO IAG7 Viajes, lo hace sin miedo, con ilusión, con la certeza de que no se pierde esencia: se gana proyección. IAG7 es una empresa líder en distribución turística en España, reconocida por su volumen de negocio y el alto número de transacciones realizadas con éxito. Con más de 30 años de experiencia en el sector, su especialización en el cliente corporativo —organizaciones, instituciones, PYMEs y grandes corporaciones— aporta una solidez estratégica que refuerza y amplifica el alcance de los proyectos de Hellen sin desvirtuar su esencia.
Este paso estratégico, fruto de años de trabajo serio, responsable y apasionado, es un punto de inflexión en su carrera. Y como toda escalada importante, llegó tras meses de esfuerzo invisible: reuniones, documentos, estrés, decisiones difíciles. Pero lo que más impresiona no es el resultado, sino su actitud: sigue liderando, sin renunciar a su estilo, sin perder la brújula ni la autenticidad.
La oficina de Plaza de España en Zaragoza sigue siendo su base. Su forma de trabajar, entre la profesionalidad más rigurosa y la alegría vital más contagiosa, continúa intacta. Y lo más valioso: su equipo permanece a su lado. Piluca de Miguel, Cristina Jiménez de Muñana, Raquel Peiró Ibañez y Jorge Forcada Segarra son nombres propios de una historia compartida. Un equipo humano, sólido, brillante, que no solo acompaña, sino que impulsa.
Hellen Faus ha logrado lo que muchos buscan y pocos encuentran: unir pasión, trabajo y estilo de vida. Lo suyo no es una empresa. Es un proyecto vital. Una forma de estar en el mundo. Porque ella no vende viajes: ofrece experiencias. No construye negocios: construye comunidad.
Y lo ha hecho a base de coraje. Porque sí, hubo momentos de duda. Sí, hubo rupturas y fracasos. Pero como bien aprendió de sus padres, las heridas no se lamentan: se transforman en impulso. Cada golpe la hizo más fuerte. Cada tropiezo la obligó a mirar más lejos. Y cada éxito, lejos de acomodarla, la animó a ir por más.
Y si a alguien aún le faltan pruebas del carácter de Hellen, basta con una anécdota que ilustra a la perfección su espíritu indomable: siendo estudiante de Veterinaria, decidió lanzarse en paracaídas. Aquel salto no solo fue literal, sino simbólico: marcó el inicio de una vida decidida a no quedarse nunca en tierra firme. El aterrizaje, eso sí, vino con fractura de pierna incluida. Pero ni siquiera eso la detuvo. Porque quien lleva la aventura en las venas, no espera a tenerlo todo a favor para lanzarse. Desde entonces, ha seguido surcando la vida con la misma valentía, sin miedo, sin freno, con las alas desplegadas.
Por eso, nunca hay que dejar pasar la oportunidad de conocer a mujeres como Hellen Faus. Porque no solo emprende con alma, sino que inspira con su ejemplo. Porque no teme las alturas ni las profundidades. Porque te habla con la verdad de quien ha vivido, ha caído y ha vuelto a volar. Porque su viaje no termina en una meta: empieza en cada nuevo día.
Y porque, cuando te cruzas con alguien así, entiendes que la vida, bien vivida, no es otra cosa que un mapa abierto. Y ella… ya tiene el timón en la mano.















