Fraguas.- Murió Franco y triunfó el franquismo. La izquierda española, adicta a la estupidez, nos vende un sistema desde hace cincuenta años como la panacea política de Europa y del mundo.

Nos atrevemos a criticar a EEUU o a Francia. Parece ser que ellos no tienen ni idea de qué es un sistema democrático, nosotros sí. La venda en los ojos rojos de España es de una galga que convierte el negro en el negro absoluto.

Según la izquierda española, vencimos a un sistema fascista e insoportable de asfixiante falta de libertades. Un sistema, el de Franco, que nos privaba de instituciones públicas esenciales. A la izquierda española le parece que no había Parlamento ¡Bueno, sí, había Cortes; pero eran inservibles y no las elegía el pueblo.- Cómo si ahora fuera diferente.

En aquella nación de blanco y negro la justicia no era independiente.- Nadie repara en que la justicia rasa siempre fue leal al pueblo y la superior al poderoso, exactamente como ahora. Y al Presidente del gobierno lo elegía Franco.- Y es cierto, de hecho lo llamaba Presidente del Consejo de Gobierno, título que es heredado del franquismo y aún vivo en nuestro sistema actual. Pedro Sánchez no es un Presidente de Gobierno; pues no sale de elecciones presidenciales, sigue siendo el presidente del consejo de Gobierno de las instituciones de Paco, el del Ferrol.

Así que nada cambió, la otra España, la tonta, se dedica a aplaudir acomplejada los despropósitos de la boba ¡No vaya a ser que nos llamen fascistas!

Pero volvamos a la boba. A esa España que confunde la a democracia con la esencia de la cochinilla. A ese rojerío rancio que va de digno y garante democrático y republicano. A esos que creen que son rojos; pero se les enquista el codo cada vez más y solo les falta el saludo romano. Para ser republicano es imprescindible ser leal a los principios de la República, a poner la lealtad allí donde señala la República. Pero el borrego zurdo piensa que ser republicano es no querer rey y así nos cuece el caldo. Mala digestión se puede sacar de él. Ignoran la esencia de la más alta posición del ser libre, la República.

Desconoce su libro de lealtades que son tres: lealtad a la naturaleza, lealtad a la sociedad civil y lealtad a la moral racional. Con ese caldo se cuece libertad.

El socialismo español es todo lo contrario a este libro de actitud. Está más cerca del
franquismo o de cualquiera de los antiguos regímenes que de la posición natural de la República.

Abandona la lealtad a la naturaleza permitiendo la tala de cien mil olivos en Andalucía.

Elige cemento armado en vez de proteger a veinte mil frutales de la Vega de Mestanza.

Mantiene en paupérrima condiciones a agricultores y ganaderos, amén de la pesca y cientos de ejemplos más no acopiados en estas letras.

Desleal a la sociedad civil, en tanto que su máxima es hacer del partido el partido único.

Integrar a la sociedad en el estado al mas fiel estilo fascista de Benito el de la bota.
Y deslealtad absoluta a la moral racional, cambiada como cromo usado por otra moral de todo a cien. La imposición del wokismo, moral de corte y confección, sobre la ilustración del progresismo que nacía de la rebasación de la costumbre.

La República, el más alto concepto del humanismo, el más alto grado de perfección humana, la aceptación de la libertad como condición inherente del hombre; pervertida, sobada y adulterada por el socialismo. Y el socialismo adorado por la España boba que lo resume a la mínima expresión creyéndose demócrata porque no se autopercibe facha.

¿Cómo era aquello de Machado? “… españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, una de las dos España ha de helarte el corazón.

La España boba de la izquierda, seguro.