Menos mal que nos quedan Israel y Estados Unidos

El presidente estadounidense, Donald Trump, junto al secretario de Defensa, Pete Hegseth; el vicepresidente, JD Vance y el secretario de Estado, Marco Rubio, mientras pronuncia el discurso a la nación tras los ataques estadounidenses a las instalaciones nucleares iraníes.
Ramón Pérez-Maura.- Estos días estamos viviendo una espectacular confrontación entre Israel e Irán a la que en la madrugada del domingo se unieron los Estados Unidos y que debe hacer reflexionar a muchos. A nadie gusta apoyar una ofensiva militar, pero hay que ver las causas que pueden justificarla. Y en este caso, hay muchas. La más importante, la denuncia por parte de la Agencia Internacional de la Energía Atómica de que Irán está —o más bien estaba— a punto de poder producir armas nucleares. Algo que la comunidad internacional le ha prohibido y ellos han continuado intentando con notable desparpajo. Los socialistas de todos los partidos —como gustaba decir Hayek— advirtieron al mundo de que debería ceder a la presión iraní. Que deberíamos intentar sobornar a Irán con millones de dólares y no impedir su conquista del arma nuclear. Menos mal que Neytanyahu y Trump, de la mano, lo han impedido.
Aunque está mal designado, me encanta lo que intenta evocar el nombre de la operación israelí: ‘León ascendente’ debería ser ‘León rampante’ pues se refieren al león heráldico que había en la bandera imperial de Persia, cuando Israel tenía plenas relaciones diplomáticas con Irán. Al margen de esos detalles, ésta ha sido descrita, casi sin excepción entre los analistas estratégicos, como la operación preventiva más audaz y quirúrgica de la historia militar.
La clave es el ataque israelí en múltiples frentes simultáneamente que allanó el terreno para la intervención de Estados Unidos. Fueron 200 objetivos dentro de Irán, incluyendo: Instalaciones nucleares altamente fortificadas; centros de comando y control de los Guardianes de la Revolución (IRGC); bases de misiles balísticos; centros de producción de drones ‘Shahed’; infraestructura de defensa antiaérea; centros de investigación de armas; residencias privadas de científicos y altos comandantes militares. Todo lo anterior se resume diciendo que nunca nadie había alcanzado tantos blancos críticos, en un territorio hostil tan amplio, de forma tan precisa y simultánea, sin la intervención de grandes flotas ni ejércitos y a más de 1.500 km de distancia. Y para hacer todo eso los israelíes tuvieron que sobrevolar dos países hostiles: Siria e Irak.
Es evidente que nada de esto hubiera sido posible si el Mossad no lo hubiera preparado durante años. Infiltró la industria nuclear y la Inteligencia iraníes y recabó la información necesaria para que las megabombas de Estados Unidos pudieran penetrar la montaña que albergaba la instalación nuclear de Fordow e Israel rematara el trabajo ayer mismo. Israel también realizó sabotajes internos a centrifugadoras y eliminó a más de 15 científicos nucleares clave en los últimos 5 años. Antes de empezar el ataque, Israel ya había paralizado parte de la defensa aérea iraní, las redes de comando militar, y sus satélites de detección. Cuando intervino Estados Unidos el pasado domingo de madrugada, aquello era peor que el mustio collado del que nos habló Antonio Machado. Pero quedaba mucho bajo tierra y eso fue lo que Estados Unidos atacó con aparente éxito.
Esta ofensiva israelí-norteamericana se realizó sobre objetivos industriales o militares con mínimos daños colaterales, con un número muy limitado de bajas civiles. Y todo ello gracias al extraordinario sigilo previo que hizo que ni aliados ni enemigos supieran lo que se estaba gestando. En esta situación, la debilidad de Irán en la región es probablemente la mayor de su historia reciente: cayó el régimen de Al Assad en Siria. Hamás, Hizbolá, los hutíes y las milicias iraquíes partidarias de Irán son hoy mucho más endebles.
Israel ya dio una muestra deslumbrante, en septiembre de 2024 en el Líbano, de su forma de librar nuevas batallas. Recordarán la operación en que estallaron los buscas con los que estaban provistos los militantes de Hizbolá. Sólo ellos los empleaban así que la operación era quirúrgica por antonomasia. Pero la magnitud de lo que hemos visto en Irán es infinitamente superior por ser la forma de facilitar la intervención de Estados Unidos. La decisión de Trump de destruir las centrales nucleares más relevantes de Irán nos ha librado a todos, España también, de una amenaza nuclear gravísima y es una señal inequívoca de que Estados Unidos quiere recuperar su competencia de actuar como potencia global con capacidad de disuasión. Algo de lo que seguro que tomarán nota los países de la región.
En este mundo tan hostil, menos mal que tenemos a Israel y Estados Unidos luchando por defender nuestra civilización. Y claro, en esta situación, tenemos a Sánchez alineándonos con los enemigos de Israel y Estados Unidos y contando milongas, mintiendo como nos dijo ayer Mark Rutte, para no cumplir con el presupuesto de la OTAN.
ni Israel ni EE.UU. nos defenderán del marxismo y la masonería, pues ellos lo han promovido por siempre. Los capitalistas judíos financiaron la Revolución de 1917,y el comunismo se extendió mientras los masones de EE.UU. no hacían nada para detenerlo. Fue aquí en España donde se detuvo al comunismo, gracias al Caudillo Franco. En 1919, también militares húngaros, detuvieron el comunismo en Hungría y gracias a la intervención de Rumania, siempre estos países, entonces gobernados por militares nacionalistas y cristianos. En Polonia, también en 1919, el mariscal Pilsuski, detuvo a los rusos comunistas que invadían su país. Luego en la… Leer más »