Las crónicas de Sanidad: el Médico, el Ministerio y el Estatuto (II)
El 5 de abril la comunidad médica española nos manifestamos en la capital del Reino para mostrarle al Ministerio de Sanidad nuestro descontento por la futura aprobación del Estatuto Marco y que no vamos a callar mientras pretenden cercenar nuestros derechos desde los despachos. Esos amplios espacios donde, cual dioses del mundo creado por Terry Pratchett, pareciera que una simple tirada de dados decide el destino de las personas. Desde donde hay quien ha llegado a equipararnos en retribución a los ministros, eso sí, con sueldos inferiores, sin dietas, sin coches oficiales, sin teléfonos o tablet de última generación pagados por el erario público, pero probablemente, con jornadas laborales superiores. Entonces la similitud, como cualquier otro trabajador público no asociado a la política, será que tenemos dos brazos, dos piernas , que comemos por el mismo orificio y expulsamos por el mismo otro.
El 23 de mayo teníamos una nueva cita, esta vez en forma de huelga, para continuar aquella protesta en calles madrileñas donde arrojamos nuestras batas en señal de NO.
NO a la actual modelo de remuneración de las horas de guardia, que lejos de considerarse horas extraordinarias, están pagadas por debajo de las horas ordinarias.
NO a la obligatoriedad de las mismas y al hecho de que no cuenten como horas trabajadas y por tanto no computen para la jubilación.
NO a que se niegue que el ejercicio médico es una profesión de riesgo.
NO a jornadas laborales que exceden la del resto de trabajadores.
NO a la falta de reconocimiento de nuestra formación académica y responsabilidad. Pues es el médico, y no otro profesional de la Sanidad, quien lleva en sus manos la toma de decisiones sobre los pacientes desde el inicio hasta el final de su asistencia y es y debe ser de esta forma, ya que somos nosotros los que tenemos la formación para llevar el liderazgo. No solos, por supuesto, necesitamos a todos los profesionales que forman la “familia” sanitaria. Pero sí capitaneando el barco a fin de que no zozobre.
NO a la, cada vez más acentuada, falta de tiempo para escuchar al paciente, la falta de medios para hacer un diagnóstico correcto y poder aplicar la mejor actuación. Las prisas nunca son buenas consejeras y cuando la salud o la vida de una persona está en tus manos hay que actuar con determinación pero sin apresurarse.
NO a que en la mesa de negociación para las condiciones de los médicos no tengamos representación real ni voto. Es por esto por lo que se pide un Estatuto Médico propio.
Pero dos días antes de la fecha marcada para la huelga, sobrevino la fatídica noticia. Se aplazaba para el 13 de junio. Un nuevo jarro de agua fría caía sobre nuestras espaldas. Desmoralizados, hastiados, cabreados y sintiendo en nuestro pecho el peso de lo que percibíamos como una traición, las semanas de trabajo, expectativas e ilusión se tornaron en cuestión de minutos en malas palabras, dedos acusatorios y pensamientos, verbalizados entre bambalinas, de conspiración.
Fue entonces cuando los distintas delegación sindicales de cada provincia convocaron a los facultativos para dar la cara. Lejos de lo que se pensaba en un primer momento no se escondieron tras la siglas. Y para que se entienda les pongo en antecedentes. El gremio médico no se ha caracterizado nunca por estar muy unido, algo que claramente nos ha perjudicado, pues esto nos ha impedido luchar por nuestros derechos. Sin embargo, la situación ha cambiado a raíz de la enésima coz en el estómago que la administración nos ha propinado. Y es en este punto donde el sindicato pone sus engranajes a funcionar. En concreto en Granada los compañeros sindicalistas hicieron acto de presencia con todo su plantilla y nos explicaron las artimañas que llevaba semanas utilizando la clase política, con el fin de desanimarnos y disolver la unión que meses atrás se había fraguado con mucho esfuerzo.
Ciertamente, ellos están entrenados y formados para lidiar en este tipo de terrenos de juego, algo que a priori para el médico de a pie se escapa. Pues más de uno, y entono el mea culpa, no tardamos ni unas horas en saltar como un resorte ante el aplazamiento de la huelga. Una actitud que ante una negociación política puede echarte por tierra en minutos lo labrado en semanas o meses. Y tengo que hacer mención especial al presidente del sindicato granadino, Francisco Cantalejo, por sus palabras, pues sin duda creo que aplacó mucho corazones que ardían en esos momentos de desasosiego.
Y temerosos hasta última hora de que pudiera pasar lo mismo que la ultima vez, llegó ese día tan esperado, el 13 de junio. Un día que será recordado por todos los médicos y ojalá por toda la ciudadanía, a pesar de la escasa cobertura por una parte importante de los medios de comunicación. A los que parece no importar el futuro de la sanidad y con ello el futuro de la salud de todos. Con un seguimiento masivo y con manifestaciones en cada provincia, los médicos ataviados con nuestra armadura que lucía aún más blanca bajo el sol abrasador y por primera vez, desde que se puede recordar, unidos en un solo cuerpo, de nuevo gritamos alto y claro, NO. NO a pasar por encima de nuestros derechos una vez más y no a que esto repercuta, inevitablemente, en la atención al paciente.
El sistema sanitario público español es un enorme ente devorador de recursos, lo que conlleva a que las distintas administraciones, y no nos engañemos no es sólo cosa del Gobierno actual, intenten reducir el gasto sanitario. Algo se apuntaba también sobre el papel que Europa tiene en todo esto. Y no vamos a quitar la razón en que hay que tener un debate serio, sentándose todas las partes para ver cómo hacer más eficiente desde el punto de vista económico el sistema actual. Pero NO a costa de recortes. NO a costa de reducir personal médico y transferir competencias, poniendo en riesgo la atención y la salud de los pacientes.
SÍ con la convicción de que el dinero público a de emplearse en los pilares principales que sustentan una sociedad, como pueden ser la Sanidad, Educación, Infraestructuras, Defensa o ayuda ante catástrofes naturales que escapan completamente a nuestro control.
De la misma manera que quiero que mis impuestos vayan a las personas de Valencia o de La Palma para que reconstruyan sus vidas, quiero dinero público para que la gente no esté esperando meses para una prueba, meses para una intervención quirúrgica, semanas para que su médico de cabecera les atienda. Y no quiero que tengan que ser atendidos, por un personal médico que esté agotado y con la salud quebrada. Sin tiempo suficiente por paciente en las consultas para poder escucharlos correctamente y con la humanidad requerida en nuestra profesión. Poder hacerle una correcta exploración y no limitarse a escribir en un ordenador sin mirarle a la cara y simplemente pedir pruebas complementaria como único aliado en esos pocos minutos.
Orgullosos de pertenecer a un sistema que permite invertir los mismos medios en quien no tiene ingresos como en quien vive con desahogo, pero conocedores de que es un tesoro al que hay que cuidar y proteger, tenemos la esperanza de que la manifestación del 5 de abril en Madrid y la huelga y manifestaciones en cada provincia española del 13 de junio serán solo el inicio de una lucha en la que no vamos a cejar. Pues el día que tiremos la toalla y perdamos esta joya conoceremos una realidad que, créanme, no nos va a gustar. Y no olvidemos que todos somos pacientes.
*Médico especialista – Neurofisióloga clínica












a ver si ya secuencian el covid-19 para que podamos verle la cara y el kulo y atacarle con algo eficaz y no con una no-vacuna que solamente genera enfermedad y muerte. Estadísticas hay que publicar. Y denuncias a millones.