La Conferencia de Presidentes de los pinganillos acaba volviéndose contra Sánchez
Pedro Sánchez tenía preparada una envolvente a los presidentes del PP en la Conferencia de Presidentes y la envolvente se la acabaron haciendo ellos a él. Pretendía sembrar la discordia entre los populares con los pinganillos y se encontró enfrente un Fuenteovejuna: todos a una. Uno a uno, desde Juanma Moreno a Isabel Díaz Ayuso, pasando por Marga Prohens, Alfonso Fernández Mañueco y Jorge Azcón, los 13 presidentes del PP aprovecharon sus 10 minutos escasos de intervención para pedir a Sánchez que convoque elecciones porque la legislatura no da más de sí y él, tampoco.
Habían hablado el día antes para pactarlo, como golpe de efecto previo a la manifestación de este domingo en la Plaza de España. Y vaya si lo dieron. Su acción coordinada rompió los esquemas al presidente, que trató de recomponerse aprovechando que el asturiano Adrián Barbón pidió que el próximo cónclave se celebre en el Principado. A lo que el presidente del Gobierno contestó que habrá tiempo para ése y para más porque «la intención del Gobierno es respetar los tiempos de la democracia y celebrar las próximas elecciones en el año 2027, cuando tocan».
«Aquí me vais a tener hasta 2027»
Pero los presidentes del PP realmente fueron conscientes de hasta qué punto habían tocado la fibra a Sánchez al final de la cita. El líder del Ejecutivo se despidió de cada uno de ellos con esta frase, según varios presidentes consultados por este periódico: «Aquí me vais a tener hasta 2027». Al término de la Conferencia de Presidentes, el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, siguió con el come come del presidente: «Se está intoxicando un órgano fundamental», se quejó en rueda de prensa Ángel Víctor Torres, que recordó que una legislatura solo se acaba por dos vías: o porque el presidente convoca elecciones —«es una potestad solo suya»— o porque la oposición presenta una moción de censura y la gana.
El propio Torres intentó mantener el relato de que la decisión de Isabel Díaz Ayuso de abandonar la sala cuando intervinieron los presidentes del País Vasco y Cataluña había provocado un cisma entre los presidentes del PP. «Si alguien ha venido a romper se han terminado rompiendo entre ellos», alardeó. En realidad, en eso estuvo entretenido el Gobierno todo el día, en hacer creer que su plan para romper las filas del PP había funcionado con algo tan simple como unos pinganillos. Los ministros alardeaban de ello en privado, y hasta hacían recuento de los presidentes del PP que habían usado el aparatejo para entender al lendakari, como para demostrar que les habían doblado el brazo: los de Andalucía, Juanma Moreno; Galicia, Alfonso Rueda; La Rioja, Gonzalo Capellán; y Cantabria, María José Sáenz de Buruaga.
Pero es que no fue así. El gesto de la presidenta madrileña no incomodó a sus compañeros de partido. Ni siquiera a los que presiden comunidades con lenguas cooficiales. En realidad, cada uno actuó como quiso. El gallego Alfonso Rueda inició su discurso en gallego, defendiendo la riqueza que es tener dos lenguas, y después cambió al castellano. La balear Marga Prohens también empezó el suyo en catalán y luego siguió en castellano con total normalidad. El valenciano Carlos Mazón optó directamente por el castellano.
Según la versión del Gobierno, fueron Salvador Illa e Imanol Pradales los que, el martes, llamaron al ministro de Política Territorial para pedirle intervenir en catalán y euskera, respectivamente. Aunque varios presidentes del PP se malician que la idea salió de las cocinas de la Moncloa, para poner en un brete a los populares.
Sea como fuere, el uso de las lenguas cooficiales en algunas comunidades ha venido a las Conferencias de Presidentes para quedarse. Según el ministro Torres, el Reglamento de este foro no dice en ningún sitio que no se puedan utilizar. Y, si la ponente del recurso contra la ley de amnistía en el Tribunal Constitucional —Inmaculada Montalbán— concluye que «el legislador puede hacer todo lo que la Constitución no prohíba explícita o implícitamente», por qué el Ejecutivo no iba a hacer lo mismo con un simple Reglamento.
Prueba de que al Gobierno no le salió bien el día, aunque nadie lo reconociera, fue que los socialistas se agarraron al clavo ardiendo de un titular que había dado el andaluz Juanma Moreno durante su rueda de prensa. Éste utilizó la expresión «a palos» para referirse a la posibilidad de que Sánchez acabe convocando elecciones obligado por las circunstancias y en el Ejecutivo amplificaron su declaración de forma sobreactuada. En privado llegaron a afirmar: «De tanto llamar a la violencia un día vamos a tener un disgusto». En público, la vicepresidenta María Jesús Montero escribió en X que el presidente andaluz demostraba «falsa moderación y nulo respeto a lo que significa la democracia».
Por lo demás, la Conferencia de Presidentes trató de abarcar mucho y acabó por no apretar nada. El Ejecutivo se felicitó de que, al menos, cinco comunidades —Cataluña, País Vasco, Asturias, Canarias y Navarra— aceptaran su propuesta en materia de vivienda. Pero ni siquiera Castilla-La Mancha se sumó. Su presidente, Emiliano-García Page, protagonizó un nuevo encontronazo con su jefe de filas, que volvió a cortar su intervención. Como hace seis meses en Santander.
Aunque solo ha pasado medio año, el propio García-Page reconoció que el ambiente está mucho más enrarecido que entonces, más contaminado. Uno una frase suya que pesará sobre una losa sobre esta XXVIII Conferencia de Presidentes: «El país es un puzle roto con muchas piezas averiadas y prisionero de un ambiente de frentismo».
En síntesis, personajillos encumbrados más arriba de lo que se merecen, refocilándose ante una situación que debería avergonzarles y hasta sonrojarse, de el espectaculo que les obligan a representar. Que opereta bufa, estamos soportando.
No juntan entre todos un bachillerato de los de antes…