A las 12:33
Miguel Fernández Chavarino.- Sobre la preponderancia o control que ejerce la masonería en el orden mundial se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo pero el intentar observar sus señales o marcas de autor también es un método válido para desentrañar esta primera afirmación.
De todos es sabido que la masonería, a la manera de una secta, se organiza y fundamenta en conciliábulos cuyo jefe ostenta el llamado grado 33. El numero 33 es muy poderoso en el mundo simbólico y se le atribuye a su máximo jefe; por ello hay una reverencia hacia este número.
Llegados a este extremo, podríamos intuir quienes están detrás de los últimos acontecimientos catastróficos que nos asolan. Es cierta coincidencia, pero hay muchas de ellas, que nuestro gran respetado presidente del Gobierno haya afirmado que el apagón eléctrico de la pasada semana se produjera a las 12:33 horas. No lo dice una sola vez sino que en dos ruedas de prensa en días distintos. En la segunda rueda de prensa dice que se equivocó en la primera y que la hora del apagón fue a las 12:33 y no a las 12:31 o lad 12:32 como dijo en la primera. ¿Qué nos importa a nosotros minutos atrás o delante? Para el mundo masónico, no. En realidad no se equivocó en la primera rueda de prensa, pero a él no le importa echarse tierra encima reconociendo que se había equivocado (aunque en esta ocasión no fue así) y todo para recalcar su obediencia y lealtad al grado 33. La hora estaba más que establecida. 12:33 (si sumamos 1+2=3) obtenemos en total 333, cifra que es la mitad del satánico 666.¿Casualidad?
Hasta ahora se puede considerar que se trata de simple coincidencia pero por lo que sabemos la cosa va más allá. Resulta que fue el 26 de marzo cuando la Unión Europea recomendó el kit de supervivencia para posibles catástrofes por venir:
https://cnnespanol.cnn.com/2025/03/26/mundo/union-europea-kit-supervivencia-crisis-efe
Si cogemos un calendario y contamos a partir del 26 de marzo al 28 de abril, día del apagón, ¿Qué cifra nos da? 33 días. Así sabemos que no fue casual .
Las logias masónicas planean y provocan los sucesos de sus macabras agendas y luego dan señales de su “marca de autor” o las firman. Lo mismo ocurrió con el COVID y las vacunas. El acólito y mamporrero Sánchez, que no le llegará la capacidad para ostentar un grado 33, secunda y obedece a sus jefes con la máxima fidelidad, y por ello, afirmó que el objetivo de la vacunación era que llegaran a 33 millones de españoles. Cifra mágica. Si yo fuera él, sabiendo lo buena y conveniente que es la vacuna en un país de casi 50 millones, me propondría vacunar a 40 ó 45 Millones. Pero el símbolo es el símbolo y los que mandan, mandan.
En la publicidad del Ministerio de Sanidad para la prevención del COVID aparecía el 33 entre la cifra que señalaba el número de muertos. El festival del 33 llega a su paroxismo en el programa oficial del citado ministerio, que hablaba de que en el cuarto trimestre de 2022 esperaban recibir 11.333.333 dosis de vacunas, y para el tercer trimestre… ¿cuántos 33 aparecían? Ahora no, utilizan el satánico 666 y en su página oficial decía que iban a recibir 5.666.667 dosis.
No les importa reconocer su siniestra mano aunque sean en noticias nefastas a priori. Así todos los medios de comunicación social hablaban de que había un exceso de mortalidad ese año de 33.568 personas.
Cuántos 33 nos muestran y nos pasarán inadvertidos.
Al fin, nada nuevo bajo el sol, ya lo advirtió un exjefe de Estado en la Plaza de Oriente, en los años 70: todo se trata de una confabulación judeo-masónica. Más claro el agua.












De la prensa: “Los 133 cardenales que van a elegir al nuevo Pontífice se encerraron en la Capilla Sixtina a las seis menos cuarto, con el “Extra Omnes” (¡Fuera todos!) pronunciado por el arzobispo Diego Ravelli.”
1(33). No veas.
Ya sabéis que va pasar ahí.
El último ritual para aspirar al grado 33 de la masonería es pisar un crucifijo.Curioso
¿Por qué será?
Muy buen artículo
Buen artículo. Sólo decir que a veces el 33, es obligado, como cualquier número. Pero sí algo muy grande hay detrás. El “delincuente” suele gustar de dejar su “marca”, casi siempre. Y esto para intrigar al observador semidespierto. Haciéndole pensar que: unos “dioses” andan detrás de todo.
No les va salir bien, no. En el nombre de Jesuscristo, no os va salir bien.