Los malos del mundo echan espuma por la boca y contaminan a los buenos: el “efecto Trump”
Magdalena del Amo.- No es el capitán Wade Hunnicutt, que encarna Robert Mitchum en la cinta de Vicente Minnelli, pero sí podemos decir, sin miedo a caer en la hipérbole, que “con él llegó el escándalo”. En poco tiempo, según lo prometido en su larga y accidentada campaña, los cambios no han parado de sucederse, llevando a unos la esperanza y a otros el pánico al derrumbe de sus poltronas sostenidas por dinero robado, mentiras al por mayor e ideologías antihumanas. Filias y fobias en abundancia, pero nadie permanece indiferente ante el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Se puede decir que ahora sí ha empezado la guerra de verdad; una guerra con variedad de registros que, sintetizando mucho, podríamos dividir entre tangibles e intangibles, aunque estos se entretejan e influencien. Digo esto porque, más allá de los grandes cambios e intereses geopolíticos, económicos, megalómanos y otras vertientes, el catálogo de lo moral, dirigido por la antirreligiosidad, la cristofobia y la geoingeniería verbal/social adoctrinadora de las últimas generaciones es quizá el extremo más importante y trascendente. Hace tiempo que sonó la alarma y es urgente poner fin a esta era distópica rumbo al precipicio y, por fortuna, potentes ráfagas de luz se abren paso en la oscuridad tenebrosa que parecía haber llegado para quedarse. Posiblemente, en un plano más allá de lo físico, esto está empezando a cambiar.
La auténtica lucha entre el Bien y el Mal parece concretarse en este 2025 para el que famosos arúspices han auspiciado lo peor. Quizá las bolas de cristal y demás artilugios adivinatorios están más relacionados con la mente del supuesto paragnosta que con el futuro real que dicen percibir.
Las últimas semanas estamos participando en esta gran batalla, me atrevo a decir que la más importante en la historia de la humanidad. Quizá muchos hayan vivido sin percatarse de las dinámicas destructivas y antihumanas que casi de manera silenciosa se han ido instalando en nuestra sociedad, de la mano de leyes promulgadas por políticos desequilibrados e irresponsables; todos del mismo jaez, el mismo bando, la misma dinámica de normalización de lo antihumano. Donald Trump ha dicho NO a todo este relajo de costumbres, y eso es un activo. Los defensores del bien, tan aislados y solitarios hasta ahora, sin ni siquiera el apoyo de la Iglesia, tienen un valedor en una nación poderosa.
Las élites dominantes que hace años emprendieron la carrera veloz para corromper a la sociedad, animalizarla, encanallarla, calcificar sus neuronas y hacerle olvidar su esencia de seres divinos e inmortales, así como los principios morales que pusieron fin a la barbarie, vislumbran el fin de su siniestro reinado ideológico.
Hablamos como si el cambio fuese ya un hecho. Ni mucho menos. Pero el “efecto Trump” está calando en gran parte del mundo. Y aunque los políticos instalados en sus tronos corruptos se amarran con correas para no perder sus privilegios, una parte de la sociedad se ha dado cuenta de que recuperar el sentido común y la rectitud es posible. Y eso está influyendo en el inconsciente colectivo y en el egrégor energético que une a cuantos vibran en la sintonía del Bien. Sin embargo, el Mal seguirá trabajando y poniendo zancadillas. Las fieras heridas son muy peligrosas y el Mal es el peor de los monstruos acechantes.
Es una obviedad decir que Donal Trump tiene muchos enemigos y corre un gran peligro de ser asesinado, máxime en un país con un negro historial de magnicidios, todos sin resolver, almacenados en los expedientes con el marchamo “cosmic top secret”. Si esto se consumara, la esperanza de un nuevo amanecer para el mundo se esfumaría hasta un nuevo cambio de ciclo.
Suelo recibir mensajes publicados en redes sociales criticando a Donal Trump, algunos de personas queridas y allegadas. En ellos manifiestan su contrariedad y fundamentan su crítica en la compra de vacunas; en que el nuevo presidente no ha dicho que la pandemia había sido una farsa; que los virus no existen, y mil extremos más. En primer lugar, no soy defensora oficial de Trump, ni responsable de lo que haga. Eso sí, le he dado mi voto de intención; creo que es lo mejor que le ha podido ocurrir a Estados Unidos y que hay que esperar y darle tiempo antes de ser tan críticos, porque eso nos puede cegar e impedirnos ver las resoluciones positivas que está llevando a cabo con firmeza. Suelo contestar que desde que llegó al despacho oval no ha cesado de firmar órdenes ejecutivas, y todas necesarias. Están trabajando a tope. El Departamento de Eficacia Gubernamental (DOGE), del que está encargado el inefable y “enigmático” Elon Musk está eliminando gastos innecesarios, entre ellos, cientos de partidas de la USAID a lo largo del mundo, como se hace con las empresas bien administradas; otros tantos chiringuitos y talleres de adoctrinamiento para imponer la ideología woke que se tragaban millones de euros, como cursos de “privilegio blanco”, para acomplejar a los blancos frente al poder negro y otras etnias, algo realmente monstruoso; repartos a diestro y siniestro de partidas para financiar la falacia del cambio climático; lotes de preservativos para Gaza, es decir, para los terroristas de Hamas que seguramente ni los usan cuando violan a las soldados veinteañeras judías; para la diversidad en Serbia; los comics y óperas trans en Perú y Colombia; la millonada a la IPPF, la mayor promotora de abortos del mundo; los fondos a Wuhan para investigación de quimeras, es decir, virus de laboratorio. En fin, con todo esto están ahorrando más de mil millones de dólares al día, y no han empezado con el Medicare, que es un gran nido de corrupción.
Algo que traerá mucha cola es la abolición de los activos digitales de los bancos centrales, es decir de las CBDC. El nuevo presidente apuesta por el “fortalecimiento del liderazgo estadounidense en tecnología financiera digital”. Hay que aclarar que no es lo mismo el dinero electrónico que el dinero digital. Leí una comparación bastante explícita sobre los dos controles, digital y electrónico. El electrónico requiere algunos datos personales, mientras el digital significa un control total. Sería como tener un policía en el barrio o tenerlo en la cocina.
Esperemos que los complots y emboscadas que organicen contra Trump no puedan llevarlos a término. Meterle mano al llamado Deep State o Estado profundo sería un bien impagable para la humanidad. Pero esto raya lo imposible.
Y en otro orden de cosas, esperemos que pueda sacar a la luz el gran negocio de esa lacra endémica tan enraizada por esos pagos llamada pederastia, sentar en el banquillo a los corruptores y asesinos de niños y meterlos entre rejas para siempre. Ya se le solicitó al recién nombrado director del FBI, Kash Patel, el “libro negro” de Jeffrey Epstein, donde se supone que tiene anotados a sus clientes de los vuelos a la isla de las Lolitas. No está de más recordar a otro grande del FBI, Ted Gunderson, involucrado en casos tan importantes como los emblemáticos Kennedy e Inslaw-Octopus y la extraña muerte del periodista Danny Casolaro. Gunderson murió en extrañas circunstancias cuando investigaba e iba a desvelar una lista de nombres importantes relacionados con la mafia dedicada al secuestro, abuso y muerte de menores. Es un asunto muy, pero que muy peligroso. El mundo de las cloacas es inmenso y difícil de transitar. Quizá sea pedir demasiado, porque la lucha será cuerpo a cuerpo con el mismísimo Satanás.
*Psicóloga, periodista y escritora
Pues la misma recomendación que hace la articulista a los críticos de Trump, le hago yo con su benevolencia con Trump. Sea prudente, no vaya a ser que Ellon Musk le ponga un chip en la cabeza y la conecte a un ordenador y la desconecte de nuestro Creador…. y no vaya a ser que el tema moral de Trump, tan solo sea un juego de artificio para ahorrarse dinero solamente, y la moral en sí le importe una higa. Su mujer declaro ser pro-aborto y favorable al matrimonio homosexual. Aquí de lo que se trata es de volver a… Leer más »
Pudiera ser que estemos asistiendo a un Nuevo Amanecer. Lo que está claro, quizá, es que estamos ante “El fin de los Tiempos”. Puede que ya nada será como antes