Pedro Sánchez en el país de las maravillas
En un lujoso hotel ubicado en la Milla de oro madrileña. A primera hora de la mañana el salón principal está abarrotado de altos ejecutivos en desayunos de trabajo. En un discreto rincón se sienta Albert Rivera. Se ha dejado barba y su aspecto nada recuerda a quien fue dirigente de Ciudadanos y esperanza blanca del centroderecha español. Nadie le saluda, muy pocos le identifican. “Es la imagen viva del ocaso”, comentan algunos empresarios. Han pasado siete años desde aquel 31 de mayo de 2018 en que Rivera apoyó a Pedro Sánchez en la moción de censura para echar a Mariano Rajoy. Desde entonces, sin un solo Presupuesto aprobado, sobre la mayor fragilidad parlamentaria de la democracia, el líder socialista aguanta cómo un titán. “¿Cuánto resistirá Sánchez, acabará como Rivera?”, comentan en la reunión empresarial. En efecto, esta es la gran pregunta de la semana, que recorre con fuerza los círculos políticos y económicos del país tras la bochornosa derrota en el Congreso de los tres decretos chapuza. Pero a la misma hora Pedro Sánchez, fiel a su estilo de rocosa resistencia, saca pecho en Davos: “España va como un cohete, los indicadores económicos nos avalan”, asegura el presidente tan campante.
Pese a la estocada del fugitivo Carles Puigdemont y los insultos de su portavoz, Míriam Nogueras, contra los socialistas (negligentes, gandules, trileros y piratas), el presidente del Gobierno piensa que JuntsxCat no le hará caer. “Todo lo que hace es en clave catalana, Puigdemont utiliza Madrid para debilitar a ERC y acusarla de haberse vendido al PSOE”, opina un ministro del entorno más cercano a Pedro Sánchez. Así, la estrategia de “El Puchi” pasa por hacer la vida imposible al Gobierno, a diferencia de sus eternos adversarios republicanos. No obstante, en la corte de Waterloo no están muy satisfechos con la intervención de Nogueras, un ejemplo de vulgaridad y zafio parlamento. Según estas fuentes, Puigdemont opina que ese lenguaje les hizo perder la razón en sus críticas a los decretos y que habría sido mejor una alocución dura, pero educada, al estilo de Jordi Turull, secretario general de Junts, quien es muy crítico con el Gobierno y el PSOE, aunque sin perder las formas. Un sector del partido neoconvergente piensa que Nogueras pierde los papeles en sus intervenciones y han iniciado movimientos para intentar desbancarla. Pero Puigdemont, de momento, la respalda.
La Razón












