La pinza de Sánchez y Abascal contra Feijóo
Abel Hernández.- Desde que llegó de Galicia, coronado de laureles electorales, y aterrizó en Madrid para poner orden en el Partido Popular y presentar su tarjeta de visita como aspirante a suceder a Pedro Sánchez al frente del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo ha sido mirado con prevención tanto desde su izquierda como desde su derecha. En las primeras contiendas electorales a las que se presentó –autonómicas, municipales y europeas– confirmó su buena estrella. Y en las generales estuvo a un tiro de piedra de La Moncloa. Errores, por exceso de confianza, en la última semana de campaña, y la habilidad de Sánchez para tejer alianzas a cualquier precio, lo dejaron con la miel en los labios. Había que esperar, ejerciendo una dura oposición al sanchismo y convirtiendo al partido en una piña, sin imposiciones centralistas y respetando las distintas sensibilidades. Hay aspectos mejorables, como el de la comunicación e imagen, pero ha hecho una buena tarea. Lo digo sin conocerlo de cerca, sin haberme tomado siquiera un café con él.
A medida que se consolidaba como jefe de la oposición y principal amenaza del sanchismo, la reacción de este contra él ha ido creciendo en virulencia con ataques despiadados. Se pretende rebajar su talla de político nacional y hombre de Estado reduciéndola a la de un habilidoso político provinciano, que ni siquiera habla inglés. Le dicen de todo todos los días. Que está condicionado por la extrema derecha y por Isabel Díaz Ayuso, que no es capaz siquiera de obligar a dimitir a Mazón, el presidente valenciano, que coquetea con Puigdemont, que fomenta los bulos contra Sánchez y su familia, que está a la que salta, y, en resumidas cuentas, que no da la talla. A esta ofensiva contra Feijóo se ha unido fervorosamente Vox, sobre todo desde que el partido de Abascal decidió romper los pactos con el PP en las Comunidades con idea de ganar posiciones electorales. Hoy Vox hace de pinza con el sanchismo contra el dirigente popular. Basta con asomarse a las redes sociales. El reagrupamiento o la ruptura definitiva del Partido Popular y Vox es un asunto pendiente, que le toca resolver a Feijóo.
La pinza está haciendo efecto en un sector de la opinión pública, impidiendo el despegue definitivo del PP y de su líder en los sondeos, como sería de esperar ante el desbarajuste actual del Gobierno, acosado por la corrupción y la Justicia. Seguramente sin pretenderlo, Abascal está librando a Sánchez de la quema. No parece, como dicen algunos indocumentados, que Feijóo sea un magnífico gobernante, pero un mal candidato. Lo veremos.