Era cuestión de tiempo que Carles Puigdemont y Sílvia Orriols acabaran desafiándose, y así ha ocurrido, cuando ni siquiera ha empezado todavía la campaña electoral. Los dos líderes que rivalizan por el voto independentista conservador han marcado ya territorio con acusaciones cruzadas. Puigdemont abrió la veda asegurando que nunca pactará con la “extrema derecha” y “ultraderecha”, y Sílvia Orriols no ha tardado en responder.

La líder de Aliança Catalana no se siente “en absoluto interpelada cuando el candidato de Junts dice que no negociará con la extrema derecha”. Orriols afirma que “Aliança Catalana no es extremista” sino que “combate el extremismo de quien no tolera ni las leyes ni los valores occidentales”. En la raíz está la impugnación que hace la alcaldesa de Ripoll del modelo migratorio que durante años han fomentado los partidos procesistas, incluido Junts.

A Puigdemont le llovieron las críticas desde que afirmó, en una entrevista en TV3, que no negociará con la extrema derecha. Desde el independentismo le recuerdan que ha pactado con el PSOE cuando dijo que no lo haría. Y desde otros sectores le recuerdan que ya flirteó con la extrema derecha europea cuando quedó aislado internacionalmente, y que Junts recientemente abrazó las tesis de Aliança Catalana pidiendo la expulsión de los extranjeros multirreincidentes.

Juntos necesita marcar distancias con el proyecto en auge de Silvia Orriols, por lo que reniega de sus votos. Los diputados de Aliança Catalana pueden ser clave para forjar una mayoría independentista, pero Puigdemont también sabe que ERC y la CUP no se prestarán nunca. Por tanto, Junts prioriza dejar abierta la puerta de Esquerra y los cuperos, y empeorar su ofensiva contra Aliança Catalana.

En su intervención, Puigdemont apeló a los derechos humanos y las fuerzas democráticas del mundo para situar indirectamente a Aliança Catalana fuera de ellos. Aunque intenta mantener un perfil transversal, es evidente que Junts ha hecho un viraje a la derecha y quiere presentarse como el partido de orden en Catalunya. Y esto pasa por competir el discurso de Silvia Orriols, llegando incluso a apropiarse del marco mental.

Sin embargo, hay muchos que ya han tomado la matrícula en Puigdemont y afirman que “ya sólo les queda la estrategia de dar miedo”. Mientras, en vísperas del arranque de la campaña electoral, Aliança Catalana sigue basando el discurso en la lucha contra la inmigración ilegal y la defensa de la seguridad nacional catalana. Ponen especial énfasis en el proceso de islamización de Cataluña, reiterando la incompatibilidad del islam con los valores occidentales.

Aliança Catalana apela al orden

Las encuestas apenas empiezan a reflejar el “fenómeno chorlitejo”, y de momento le dan entre 0 y 3 diputados. El desembarco de los identitarios en el Parlamento sería un gran paso para seguir expandiéndose territorialmente y hacer más difusión en sus ideas. Pero los de Orriols no se conforman con esto y creen que pueden aspirar a más, sobre todo planteando un cuerpo a cuerpo con los partidos procesistas en declive.

Por eso la alcaldesa de Ripoll anunció la candidatura apelando a la recuperación del orden en Cataluña. Esto implica que tanto ERC como Junts se han dejado arrastrar por la CUP, han abandonado el orden y han dejado a Catalunya a su suerte. La indignación, que ya jugó un papel importante en los últimos comicios, tiene ahora una alternativa y es probable que esta vez juegue un papel crucial.