Feliz año de Espartaco
Laureano Benítez.- Este año recién comenzado será el año de dragón de madera, según que el horóscopo chino, el cual solamente tiene lugar cada se 60 años, así que, como no estamos acostumbrados a él, su égida puede depararnos acontecimientos inesperados, empezando por el hecho de que a mí los dragones no me dan buen rollo, por aquello de que son la metáfora apocalíptica del Maligno.
Como es normal, ha habido una pléyade de adivinos y agoreros que nos han sepultado bajo una catarata de predicciones, de vaticinios, consultando el vuelo de los buitres, bolas de cristal llenas de humo, entrañas de corderos recién sacrificados, y otras cosas por el estilo. Este chapapote profético tiene como denominador común la previsión de un sinnúmero de calamidades, de hecatombes, de desastres, en tal cantidad de que parece que este año va a ser un apocalipsis cum laude, que no va a dejar ninguna catástrofe para los años venideros, si es que los hay, porque a este paso…
Es así como la supervivencia en este año va a ser un auténtico milagro, una aventura que va a superar con mucho la “Odisea” de Homero, porque igual no vamos a tener ni siquiera una Ítaca a la que volver el, ni una Penélope que nos abrace, porque igual los plutócratas luciferinos nos la han sustituido por un holograma en el metaverso ese.
Los hechos dantescos se amontonan, sin orden ni concierto: el Aviso, la identidad digital, el dinero digital, una nueva plandemia, la invasión extraterrestre, que si el meteorito por aquí, que si la independencia de Cataluña por allá, la guerra atómica… Igual que hay pesadillas antes de Navidad, hay profetas que se han empeñado en elaborar pesadillas antes de año nuevo.
Realmente, algunas de estas catástrofes se van a producir, pero, desde luego, todas a la vez no, por la sencilla razón de que quieren guardarse algunas cosas bajo sus cucurucho de hierofantes, para que no se les termine la película, y con el fin el de seguir con el argumento de esta película de terror hasta el 2030.
También podría hacer yo mis profecías, mis conjeturas, pero, en vez de eso, voy a limitarme a formular mi más ferviente deseo para este año, que podrá ser al dragón de madera, pero que yo declaro solemnemente que sea el año de Espartaco.
Como es bien conocido, Espartaco fue un esclavo de origen tracio que abandonó su vida de gladiador para lanzarse a una rebelión tremenda contra la opresión de Roma, contra la férrea esclavitud con la que sometían y humillaban a los esclavos. Esta rebelión duró desde el año 73 hasta el 71 aC.
Como quien no quiere la cosa, llegó a contar con un ejército de 120.000 hombres, el cual, para pasmo de la historia, triunfó en muchas resonantes y sorprendentes pantallas contra las poderosas legiones romanas, infligiéndolas derrota tras derrota. Las cosas se pusieron tan feas para la poderosa Roma, que tuvieron que tomar cartas en el asunto Pompeyo y Craso, sus mejores generales, para acabar con la peligrosa sublevación.
En el año 1960, el genial Stanley Kubrick rodó la película “Espartaco”, protagonizada y producida por Kirk Douglas, en la cual hay una escena memorable que, en mi opinión, está entre las mejores de la historia del cine: derrotados los rebeldes, se les pregunta que, a cambio de perdonarles la crucifixión, identifiquen a Espartaco, si está vivo, o su cadáver, si está muerto. Ante este interrogante, muchos esclavos se levantan al unísono gritando: “¡Yo soy Espartaco!”.
El ejemplo de este luchador contra la tiranía debe servirnos de ejemplo a los disidentes contra la Agenda 2030 para acometer una contundente defensa de nuestros derechos, de nuestras libertades, de nuestros bienes materiales, de nuestra dignidad humana, de nuestra alma inmortal, de nuestra filiación divina, contra la opresión satánica con la que nos quiere esclavizar el Nuevo Orden Mundial.
A lo largo de todo este año —y de los años venideros— el grito de “Yo soy Espartaco” debe resonar siempre que nos veamos amenazados por un recorte de libertades, por una opresión totalitaria, por una amenaza contra nuestros bienes, y debe retumbar con poderío por todos aquellos ámbitos en los que seamos atacados por la casta satánica del globalismo.
Porque un verdadero espartaquista jamás besará sus cadenas, jamás se arrodillará ante ningún tirano, nunca doblará su cerviz ante los que quieren esclavizarle: su grito rodará por valles y playas, por parques y avenidas, por montañas; por tierra, mar, y aire, y, en los bosques profundos, se hará uno con el aullido de los lobos: ¡VENCEREMOS!
Que así sea, y así se cumpla.
Para ver un vídeo sobre el artículo:
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En esta sociedad cobarde no se verán Espartacos nunca…
Lejos de lo representado en la película de Kubrick, el esclavo tracio no fue crucificado como la mayoría de su ejército, sino que murió en una batalla con el severo Craso.. Eso de “yo soy Espartaco”, cojea un poco
Lo malo de l identidad digital, es que, si no estás vacunado, te puedan prohibir el acceso a comercios de comestibles básico, negarte la entrada a una entidad bancaria, a retirar efectivo, retirarte la atención médica, y tratamiento, si padeces una enfermedad, como diabetes, cáncer, VIH, hepatitis; te puedan suspender la receta de medicación. Entonces habría que recurrir a tratamientos de herbolarios, naturales, y cruzar los dedos. La moneda digital, podría ser bloqueada, en función del historial médico digital y su seguimiento. ” el gobierno global del mundo moderno, no centralizado sino distribuido. La computación en nube. Una mente colmena… Leer más »
La marca de la bestia.
Por esa razon no se debe permitir a los satanicos judios del Nuevo Orden mundial que usen nuestra identidad digital y mucho menos el dinero porque nos haran lo que hicieron en Canada con los camioneros, que les cerraron las cuentas . El que no obedezca a estos sinverguenzas se les borrara del mapa. Ya van por Argentina , que sale de “”” Guatemala y cae en Guatpeor””