Laureano Benítez Grande-Caballero.- Que vivimos ―sobrevivimos, para ser más precisos― una era satánica es un hecho incuestionable, en la cual el humo de Satanás ha creado una atmósfera irrespirable, en la que el Señor de las Moscas y los tábanos preside hemiciclos, platós y espectáculos con sus «performances» bafométicas, en un akelarre de cuennos, ojos de Horus, pirámides, adrenocromos, tres seises, vakunas, chemtrails, 5G, avatares, metaversos y la madre que los parió.

Es así como, al igual que hay bakanales, el satanismo de la posmodernidad ha reinventado los saturnales, pasmosos espectáculos donde borregos desenfrenados se entregan a desenfrenadas orgías donde el grafeno y otras ponzoñas transhumanistas corren entre la concurrencia como el vino se derramaba en las «saturnalia» de la antigua Roma, una fiesta que duraba 7 días, principiando el 17 de diciembre ―día de la consagración del templo de Saturno en el Foro Romano―, y que se celebraba de forma muy parecida a la Navidad actual ―decorando las casas con plantas, intercambiando regalos, etc.― con sacrificios y banquete público festivo («lectisternium») y al grito multitudinario de «Io, Saturnalia».

Saturno, Saturno, planeta asociado a Satanás desde siempre, al Señor de las bakanales, que promueve y dirige desde su Monte Pelado espectáculos satánicos con cuennos, brujas despechugadas, ponno a espuertas, egrégores danzando en el escenario sus bailes macabros, calimocho al “cannabis”, y la repentinitis paseando su guadaña por palcos y bambalinas.

Así que a todos los borregati les deseo una Feliz Saturnal, donde puedan autoselfiar pantagruélicos banquetes, con la musiquilla campanera del cocacolero Papá Noel, vestido de rojo Rotschild.

Feliz Pastizal, a los pobres borreguillos que buscan jeringuillas igual que los corderillos en flor ramonean entre amapolas y pajulla de los campos.

Feliz Dictaduranal al rebaño antilopesco que respeta escrupulosamente las ordenanzas orwellianas de una tiranía como no se ha visto otra igual, creyendo que todo pasará, que el tiempo lo democratiza todo, que otros les pongan los cascabeles a los ogros autocráticos.

Feliz Carajal, a los ciudadanos solidarios y civilizados que seguís sin rechistar las ordenanzas burlescas de un gobienno que os trata como a cipayos o arlequines, que pensaís que vivís en una estupenda democracia que respeta y protege los derechos humanos,.

Feliz Hospital, a las pobres víctimas inokuladas que padecéis los perversos efectos de la pócima covidiana, a la que o arriesgasteis confiando en los médicos, en las televisiones, en Bergoglio, y la madre que los parió.

… y Feliz Infernal, a todos los entregados a Bafomet, a todos los cooptados por el Maligno, a todos los corruptos, los poseídos, los abducidos y estragados por demoníacas Circes, que habéis entregado vuestras almas a Mefistófeles, y que sacrificáis la humanidad al Moloch de los infiernos en pútridas saturnales de miedo, muerte, opresión y miseria, sepultándola en mentiras y detritus.

Y, a los despiertos, a los hijos de Dios que ejercéis como tales, a los lobos esteparios, a las voces que claman en el desierto, a los pretorianos de la Verdad, a los espartanos de los desfiladeros, a los disidentes de las “Saturnalia”, héroes de este Fin de los Tiempos, a los mártires de la Luz… ¡Feliz Navidad!

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