“¿Un piquito?”
Alejandra G.P.- Iniciamos curso periodístico hablando de una España más revuelta y convulsa que nunca. Por un lado los preliminares a una investidura presumiblemente fallida de la derecha y por otro lado las negociaciones indecentes y amorales de la izquierda, que van desde conversaciones con prófugos de la justicia, mediación con comunistas en busca del retroceso económico y social a lo más grave, los falsos activistas feministas. Hemos entendido después de mucho tiempo, que el tema feminista es un comodín del gobierno para tapar ciertos problemas puntuales que puedan surgir. Que el aceite de oliva sube y se vuelve insostenible, piquito. Que en la cesta de la compra se disparan los precios, piquito. Mientras tanto la realidad es la siguiente; cualquier cosa que genere desconfianza puede ser la chispa que haga saltar por los aires los mercados financieros. Si esto pasa volveríamos a términos parecidos a los de 2012, se dispararía la prima de riesgo y volverían a adoptarse medidas muy severas de ajuste de la noche a la mañana.
Tenemos una deuda pública similar a una bomba de relojería, una inflación que va a depender de los precios energéticos este invierno y los bancos irán haciendo y deshaciendo según su marcha.
No nos olvidemos de la inflación subyacente que aunque su evolución no contempla los precios de la energía ni la de los alimentos no elaborados, sí contempla todo lo demás, es decir, ropa, alimentos procesados y restauración entre otros.
Mientras tanto nos volcamos en desgracias ajenas y lamentamos profundamente la pérdida de vidas humanas, pero aprovechamos la coyuntura para mandar un mensaje a su rey. Nuestra UME y agrupaciones de bomberos voluntarios están a pie de catástrofe ayudando en las labores humanitarias. Mohamed IV, está en París donde pasa largas temporadas en su palacio de más de 1.000 metros habitables. El mundo al revés. Marruecos chantajea al Gobierno de España con la invasión inmigrante, ha firmado con una empresa Israelí la explotación ilegal de telurio en aguas españolas, hunde el sector agrícola español, ataca a los pesqueros del Estrecho y jamás se solidariza ni con inundaciones, ni con tragedias sufridas a nuestro país.
De buenos, tontos, porque ahora una panda aboga por un hecho llamado amnistía, que en resumidas cuentas es el perdón de penas a condenados por determinados tipos de delitos y en este caso políticos, con el consiguiente blanqueo hasta tal punto, que la Vicepresidenta en funciones, la Sra. Yolanda Díaz, no duda en reunirse con Puigdemont en Bruselas, un paisano prófugo de la justicia española y residente en Waterloo, para negociar su apoyo a una investidura del horror. Ya nos explicarán como le aplicarán la amnistía a un señor que no está condenado… ¿Puede haber algo más humillante para una nación que este hecho?. Pues sí, un piquito. Este hecho puede desencadenar una tormenta de movilizaciones, denuncias, querellas, despidos e incluso convertirse en una noticia que ha dado la vuelta al mundo. El orden de gravedad en hechos de este país llamado España se ha dado la vuelta y no veremos en mucho tiempo el sentido común a los verdaderos problemas.
Termino con una frase de Georg C. Lichtenberg científico y escritor alemán que dice; “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.











