Tin & Tina: terror psicológico y cuestionamiento religioso en un solo film
Marcelo Duclos.- Una vez más, España mete una producción que le pelea mano a mano a los tanques norteamericanos. En esta oportunidad lo hace con un género, que aunque no les resulta desconocido, no es de lo más tradicional para ellos. Sin embargo, tampoco se trata de una propuesta demasiado original a los clásicos aportes de Hollywood. Los dos condimentos de Tin & Tina ya son conocidos en el cine pochoclero tradicional: el terror vinculado a pequeños niños albinos, como en El pueblo de los malditos, y el recurso tan utilizado (como eficiente) de asociar la liturgia católica con lo terrorífico. Pero a la película le está yendo muy bien, así que la fórmula por ahora no se toca.
Aunque la película, que ya se encuentra disponible en Netflix, generó aplausos y duras críticas, nadie puede dejar de verla antes del final. Ambas cosas tienen sentido. Ni las actuaciones ni la historia resultan creíbles, pero lo retorcido del cuento mantienen al espectador al borde del sillón y horrorizado en varios momentos. Aunque no logra el efecto de los grandes films, que hacen que uno se olvide que está mirando una ficción en una pantalla y se compenetre en la historia, aquí hay un misterio a resolver: ¿Están ocurriendo una serie de hechos sobrenaturales vinculados a dos niños demoníacos o todo se trata de dos pobres criaturas adoctrinadas en el catolicismo ortodoxo de convento? Para resolver el misterio, el público cree hay que llegar al final, aunque uno se indigne en más de una oportunidad a lo largo de los 119 minutos de la película. Pero lo cierto es que lo más probable es que más de uno no devele la cuestión ni siquiera al momento de los títulos. Por eso sobran los artículos del “final explicado” en internet.
Con respecto a esta cuestión, el director y guionista Rubin Stein logra generar un efecto similar al que nos ocurre en la vida misma, cuando uno se encuentra interpelado por tragedias o milagros. ¿Se trata de una mera casualidad o existen fuerzas desconocidas que exceden a nuestra comprensión? Dicen para que develar ese misterio hay que llegar al final de la vida para ver que es lo que ocurre después, si ocurre algo.
Pero si el espectador espera la respuesta fácil para saber si se trata del escenario A o B, que se olvide de encontrar el final digerido. Hay que prestarle atención a los detalles durante la película, pero incluso esto no servirá más que para una cosa: juntar elementos para sacar la propia conclusión de lo que pasó.
Aunque la producción apeló a estrellas españolas como Milena Smit (que aparecerá en la secuela del Hoyo) o Jaime Lorente (el “Denver” de La casa de papel) ninguno de los dos convence en los papeles de los padres adoptivos de la España de la transición cultural de principios de los ochenta. Sí lo hacen los pequeños Carlos González Morollón y Anastasia Russo. Ellos logran, con su buena caracterización, que uno quiera matarlos varias veces, sobre todo en las perturbantes escenas del perro o del “bautismo” familiar en la pileta. Y si uno se enloquece de ira como para querer asesinar a dos pequeños, evidentemente están haciendo su trabajo muy bien. Tin & Tina pudiera ser el principio de dos importantes carreras en la industria para dos pequeños muy talentosos.
Puede que ellos sean el único motivo para ver la película, que aunque no ofrece nada nuevo, sirve como para pasar el rato. Más recomendable para los amantes de la tensión psicológica y el misterio que para los seguidores del terror tradicional.












Muy buen análisis.