“Mamón” no es un término que se utilice mucho en su sentido original. Por esta razón no es muy conocido hoy en día, pero es importante que lo oigamos y que lo entendamos a fin de ver la importancia que tiene en la Biblia y en nuestro tiempo. Su origen viene de una palabra del arameo que significa “dinero” o “riqueza” (el arameo era el idioma local de Israel en los tiempos de Cristo). Aparece en el Nuevo Testamento griego en Mateo 6:24 y Lucas 16:11, 13, y se traduce literalmente como “Mamón” en las versiones más antiguas. Más adelante, se empezó a traducir como dinero, bienes o riquezas.

El titulo puede sorprender ya que el cardenal Juan José Omella es un experto en tender puentes al gobierno más corrupto de la historia de España moderna y a sus acólitos, muchos de los obispos de la Conferencia Episcopal. Pablo VI tiene dos reflexiones que nos va ayudar a entender la crisis que la Iglesia jerárquica: “Los peores enemigos de la iglesia siempre han sido sus propios obispos, sacerdotes y religiosos infieles”. Y es que -decía-, “el humo de Satanás ha penetrado en la Iglesia”

Se refería al Concilio Vaticano II, que fue pastoral no dogmático, donde ha reinado la ambigüedad que parece que es común en los obispos y sacerdotes en sus escritos, homilías y catequesis. Y no es de extrañar, ya que tienen asustados a muchos fieles, causando gran asombro al no entender el porqué de su comportamiento y su cinismo contrario al Evangelio.

Ese staff satanizado intenta someter a los obispos y sacerdotes que son fieles al Evangelio, rechazan a los santos y la tradición de la Iglesia de Cristo (el “Depósito de la fe”), siendo destituidos y prohibiéndoles celebrar la Eucaristía o expulsándoles del sacerdocio, como en el caso más reciente del padre norteamericano Frank Pavone, activista anti-aborto. También San Atanasio fue expulsado y excomulgado tres veces y hoy es santo y doctor de la Iglesia.

El cardenal Juan José Omella es un experto en esto de cancelar sacerdotes de su diócesis por defender la fe y, a la vez, quedar bien con los del PSC, comunistas y ateos: “No podéis servir a Dios y al dios Mamón (las riquezas)”

Omella y los obispos saben que su amo es el Gobierno, ya que dependen de él para que les mantenga en nómina con el dinero de los españoles y por esta razón van de perfil, admitiendo todo lo que el Ejecutivo va implementando, aunque sea perjudicial para el pueblo de Dios: aborto, eutanasia, sodomía y castración de los niños, por ejemplo. La misma ministra de Igualdad afirmó que los menores tenían derecho a tener sexo, previo consentimiento, lo cual fue criticado incluso por los padres, mientras que los obispos defendieron escandalosamente a Irene Montero.

Cuando se ansía el dinero, se niega uno a adorar al verdadero Dios. Por muy fuerte que sea lo que Dios dice en el Evangelio, los obispos, por miedo a perder las subvenciones, no defienden los derechos Dios ni la libertad de la Iglesia de Cristo, comenzando por adorar ellos mismos a los ídolos del mundo. “Poderoso caballero es don Dinero”, afirmaba el gran Quevedo. Si el Estado tiene atrapados a los obispos, ellos intentan acallar a los sacerdotes y, si predican conforme al Evangelio, los sacan de las parroquias o los expulsan porque predicar a Cristo, muerto y Resucitado, molestan al Deep State (Estado Profundo). Por esta razón, se está eliminando toda referencia al concepto de pecado y a la conversión para no molestar a los feligreses mundanizados y, sobre todo, al Estado, con el que hay que tender puentes adulterando el Evangelio.

El heresiarca Martín Lutero despreció la carta de Santiago porque era contraria a su pensamiento. Los obispos de España no la han suprimido de momento, pero han cambiado algunas expresiones de las Escrituras, por lo que no se leen en las parroquias ni aparecen en las Biblias. Por ello, las desconocemos, ignorándolas y dulcificándolas, y hasta tenemos un clero nuevo que no sabe nada de la Palabra de Dios. Sólo palabras fofas y sentimentales…

Ya hace años recuerdo que los sacerdotes vivían del estipendio de los fieles. De lo que se recogía de las misas, una parte era para el padre y la otra para los gastos de la parroquia y los pobres. Quizás deberíamos volver a que los sacerdotes vivan de lo que los fieles den, no vaya pasar como en Alemania.

En una ocasión, estando yo en un retiro espiritual, una persona muy carismática y ahora en proceso de beatificación dijo que la Iglesia alemana se iría abajo por tanto dinero como tenía, ya que cobraban del Estado más lo que les daban los feligreses en el cepillo. Hoy existe una especie de apostasía. En España este cardenal Omella y algunos obispos y sacerdotes van por el mismo camino. Por ello, depende del pueblo de Dios que se vuelva a la verdadera Iglesia de Cristo que definió el Concilio de Trento, que sí fue Dogmático y no simplemente pastoral. Depende pues del pueblo fiel que nuestros párrocos sean santos pastores y no peleles de un mal obispo.

Hasta un periodista de uno de los digitales más importantes de España afirmó que lo que deberíamos hacer es no ir a misa, ya que a los obispos les aterran las estadísticas y la disminución de la asistencia a misa les preocuparía. Discrepo… Lo que les aterra es no recibir dinero del Estado, que es su principal fuente, y que los feligreses dejen de aportar a las colectas de Caritas Diocesana y al óbolo del papa. Lo demás les trae al pairo.

Sin embargo, creo que sí se debe ayudar, como dice el Evangelio, a los justos, santos y buenos párrocos, a las religiosas contemplativas, a las Hermanitas de los Pobres y de los Ancianos Desamparados, y a las misiones de alguna congregación. De todo lo demás, desgraciadamente ya no nos podemos fiar. Sólo de Dios y de su verdadera Iglesia: ¡la de los confesores y los mártires!

*Teólogo