Una muchedumbre acompaña al Cautivo a su paso por las calles de Málaga

La magnífica jornada del Domingo de Ramos tuvo su continuidad ayer. El Lunes Santo fue pletórico. Las calles se llenaron para ver las procesiones de Crucifixión, Gitanos, Dolores del Puente, la Pasión, Estudiantes y Cautivo. Fue un día para todos los gustos; desde la alegría a raudales de Gitanos al recogimiento de Crucifixión, Dolores del Puente y la Pasión (que entraron en la Catedral) pasando por la elegancia de Estudiantes y terminando con el fervor del Cautivo. Todas las cofradías adelantaron un poco su salida para que el Cautivo se encerrase algo menos tarde.

Crucifixión

Cinco minutos antes de las tres y media de la tarde comenzó a salir la Cofradía de la Crucifixión desde su casa hermandad, situada en la calle Diego de Siloé, en las inmediaciones de la parroquia del Buen Pastor. Los primeros toques del trono del Cristo los dio el director espiritual de la cofradía, Rafael Gil Moncayo. El Cristo fue recibido por el himno nacional interpretado por la banda de cornetas y tambores de Santa María de la Victoria, que seguidamente tocó ‘Eres la sombra de tu cruz’.

El Cristo fue sobre un monte de corcho, con pita, rosas rojas y lirios morado. Detrás iban nueve mujeres vestidas de mantilla. Una amplia chiquillería abría la sección de la Virgen. Tres mujeres de mantilla fueron tras el Mayor Dolor en su Soledad. El trono de la Virgen entró en la calle Los Negros con la marcha ‘Aurora’, tocada por la banda de música de La Paz.

En la confluencia entre las calles Cruz Verde y Refino, se situó una representación de la Cofradía de la Sentencia, con su hermano mayor al frente y presidente de la Agrupación de Cofradías, Eduardo Pastor, que fue invitado a tocar la campana del Cristo. Para animar a los portadores, el capataz, en la curva de Refino con Peña, les llamó «gladiadores del varal». El trono del Mayor Dolor en su Soledad salió de la Cruz Verde con la marcha ‘Virgen de los Negritos’, mientras que el Cristo se adentró en Álamos a los sones de ‘Pasión, Muerte y Resurrección’.

A pesar de que un varal del trono de la Virgen se rompió, la procesión entró a su hora en el recorrido oficial. El varal se cambió tras ir por otro a la casa hermandad. La venia la solicitó el hermano mayor, que fue de mayordomo del trono de la Virgen. La Crucifixión, tras abandonar el recorrido oficial, hizo estación de penitencia en la Catedral. Seguidamente, se dirigió a su barrio. Fue apoteósica la subida de la calle Carrión.

Gitanos

Veinte minutos pasaban de las cuatro de la tarde cuando se abrieron las puertas de la casa hermandad para que comenzara el desfile la Cofradía de los Gitanos. En esos momentos una multitud expectante llenaba la calle Frailes para ver al Señor de la Columna y la dulce mirada de la Virgen de la O y colmarlos de piropos y ‘vivas’.

Abrió el cortejo la banda de cornetas y tambores de los Dolores de Álora y tras ella se situaron los más pequeños de la hermandad, unos sesentas niños pequeños de ambas secciones, que precedieron a los característicos nazarenos sin capirotes. Una veintena de mantillas y una representación de Colegio de Graduados Sociales precedieron al Cristo, que fue sobre un trono exornado con claveles rojos. El libros de estatutos volvió a ser llevado por el periodista y asesor de la Diputación Antonio Roche. Como es habitual numerosos gitanos, algunos de ellos llegados desde otros puntos de la provincia, acompañaron al ‘Moreno’ con cantes y bailes.

La Virgen de la O, esplendorosa, lució un exorno floral a base rosas, claveles y alelíes blancos colocados por José Manuel Molina. Un año más volvió a llevar velas rizadas -en este caso catorce- en una estética poco tradicional en el procesionar malagueño. También llevó una amplia representación de mantillas. En calle Mariblanca, desde un balcón, cantaron una saeta a la Virgen, que fue sobre un trono que estrenó el moldurón, los varales y las cabezas de varal, obra de Santos Campanario.

Ambos tronos lucieron a su paso por la Tribuna de los Pobres. La Virgen de la O lo hizo a los sones de la marcha ‘Encarnación Coronada’ interpretada por la banda de música de Zamarrilla; en la tribuna oficial lo hizo con la marcha ‘La Madrugá’. El encierro, un año más, volvió a ser apoteósico.

Dolores del Puente

De la algarabía proveniente del barrio de la Cruz Verde, al recogimiento y la austeridad del sobrio y siempre sobrecogedor cortejo de Dolores del Puente en el Perchel. A las 19.30 horas se abrieron las puertas de Santo Domingo para que las túnicas negras llenaran la tarde del segundo Lunes Santo sin la presencia de uno de los cofrades fundamentales de los últimos años y fundador de esta hermandad, Jesús Castellanos.

La cofradía no presentó ningún estreno, ya que se encuentra inmersa en la terminación del Cristo del Perdón. El Crucificado de Suso Marcos fue exornado con claveles color sangre de trono, mientras que en las esquinas fueron piñas de lilium. A los pies de la cruz, lilium y rosas rojas. La Virgen de los Dolores del Puente, que volvió a lucir maravillosa sobre su trono de estilo antequerano, llevó a sus pies, como es tradicional, una azucena entre cardos a sus pies, mientras que en los laterales fueron cuatro piñas de flores variadas. La ornamentación floral corrió a cargo de los hermanos bajo la coordinación de José Antonio Jiménez.

El hermano mayor, Antonio Jódar, fue como jefe de procesión y fue el encargado de pedir la venia en la tribuna oficial, de la plaza de la Constitución, y en la Catedral. En el primer templo de la diócesis, la cofradía hizo estación de penitencia tal y como marcan sus estatutos, y se leyó el sermón de las siete palabras.

A su regreso, estaba previsto que la cofradía pasara por las calles de su viejo barrio en una estampa de gran sabor añejo.

Pasión

El olor a incienso en el interior de la parroquia de los Mártires incitaba los sentidos para sentir más ganas de ver la salida procesional de la Archicofradía de la Pasión. Pasadas las cuatro y media de la tarde finalizó la misa de nazarenos, oficiada por el párroco de los Mártires, Federico Cortés. Seguidamente, se taparon las caras nazarenos y portadores.

A las cinco menos cuarto de la tarde se abrieron las puertas del templo. La banda de cornetas y tambores de Los Moraos de Almogía abandonó la iglesia a los sones de ‘Cristo del Amor’. El trono de Jesús de la Pasión se levantó e hizo una hábil maniobra para ponerse de frente a la puerta. Los hombres de los varales de fuera se salieron y el resto de portadores llevó el trono a brazos unos momentos para que la cruz del Nazareno no chocase en el dintel de la puerta. Una vez superado el obstáculo, la banda de cornetas y tambores de la Esperanza interpretó el himno nacional. Seguidamente, tocó ‘Dios Padre, Dios del Amor’. Cuatro nazarenos con cruces al hombro siguieron al Señor de la Pasión.

Después, se formó la sección de la Virgen. Todo se hizo con recogimiento y silencio. Dentro del templo, la banda de música de la Expiración interpretó la marcha ‘Amor Doloroso’. El trono de la Virgen realizó una gran maniobra en las naves del templo para ponerlo cara a la puerta. Los portadores, siguiendo las indicaciones de los capataces, y en perfecto orden, muy despacito, dejaron el trono colocado antes de que se bajase y se sostuviese sobre unas ruedas para poder salir del templo sin que el palio chocase con la parte superior de la puerta. Inmediatamente que se salvó ese inconveniente, el trono se levantó a hombros y comenzó a caminar, mientras sonaba el himno nacional y, a continuación, la banda de la Expiración interpretó ‘Amarguras’. El trono de la Virgen lució un elegante exorno floral de rosas blancas.

La procesión se dirigió hacia la Catedral, donde hizo estación de penitencia. En el primer templo de la ciudad coincidieron el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y el obispo de la diócesis, Jesús Catalá. Los nazarenos y hombres de trono siguieron con máximo respeto y fervor la estación penitencial. Intervino una coral. Tras abandonar la Catedral, la Archicofradía de la Pasión se dirigió al recorrido oficial.

Estudiantes

La salida del Cristo Coronado de Espinas y la Virgen de Gracia y Esperanza fue apoteósica. Una riada de gente esperaba a la Cofradía de los Estudiantes en los aledaños de la calle Alcazabilla. Visitante de honor a la casa hermandad fue la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, a la que el hermano mayor de Estudiantes, Pedro Ramírez, impuso el escudo de plata de la cofradía. Díaz fue invitada a dar los toques del trono del Coronado de Espinas. «Es un honor para mí; le estoy muy agradecida a la cofradía», dijo la presidenta a los micrófonos de Onda Azul.

El director espiritual de Estudiantes dirigió unas palabras de aliento a los cofrades de Estudiantes y deseó la pronta recuperación del torero Saúl Jiménez Fortes, cogido de gravedad el domingo en la plaza de Las Ventas. Ese percance le impidió ayer sacar el trono de la Virgen de Gracia y Esperanza, de la que es portador. El sacerdote rezó unas plegarias. El alcalde acudió a la salida y saludó a la presidenta de la Junta. Los sones del ‘Gaudeamos Ígitur’ se escucharon en el interior de la casa hermandad. Los toques de campana del trono de Gracia y Esperanza los dio la concejala de Servicios Operativos y del distrito de la Cruz del Humilladero, Teresa Porras.

Estudiantes sufrió un parón de media hora a su salida, debido a la tardanza de la Pasión a la hora de abandonar la Catedral. La procesión, sin perder la compostura en ningún momento, intentó recuperar ese tiempo para no perjudicar al Lunes Santo, en especial al Cautivo. Para recobrar ese tiempo, los integrantes del cortejo procesional tuvieron que hacer un gran esfuerzo.

Bajo el manto de la Virgen de Gracia y Esperanza fue Francisco Santiago, padre de la pequeña Martina, afectada por el síndrome de Rett. El pasado mes de marzo se celebró una verbena benéfica en la plaza de toros para recaudar fondos que destinaron a investigar sobre esa enfermedad. Francisco Santiago, que vino con su familia desde Badajoz, sacó ayer el trono en agradecimiento a los cofrades malagueños que le apoyaron.

Ambos tronos estrenaron mesas y varales, lo que supuso la desaparición de los tacos que esta cofradía llevaba en los varales. A los pies del trono del Cristo se situó el bastón de mando de la rectora de la Universidad, Adelaida de la Calle, que encabezó la comitiva universitaria presente en la presidencia. La procesión estuvo compuesta por 950 nazarenos, el cortejo más numeroso de la Semana Santa de Málaga. Una vez acabado el recorrido oficial, Estudiantes celebró su tradicional acto en la plaza del Obispo.

Cautivo

Un mar de personas arropó al Cautivo durante todo el recorrido, como se aprecia en la Rampa de la Aurora.

Tres cuartos de siglo cumple la impresionante imagen de Jesús Cautivo y, un Lunes Santo más, volvió a dejar patente en las calles por qué es el Señor de Málaga. Miles de personas aguardaron durante horas su salida procesional y su paso por lugares tan emblemáticos como calle Mármoles o el Puente de la Aurora -en este punto había malagueños esperando tres horas y media antes de que pasara-, y una gran muchedumbre fue tras la estela de su túnica blanca en penitencia. Las escenas de emoción, con lágrimas incluidas, se vivieron a lo largo de todo el recorrido, donde no faltaron los ‘vivas’.

El cortejo salió este año 45 minutos antes con el objetivo de no encerrarse tan tarde. A las 19.15 horas se abrieron las puertas de la casa hermandad. Una salida que este año tuvo una invitada de honor, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, quien fue la encargada de dar los primeros toques de campana al trono del Cautivo tras una oración y después de que el mayordomo titular, Mario Moreno, se dirigiera a los portadores: «¡Málaga nos está esperando! ¡Vamos a hacerlo bien!» Testigo de estas palabras también fue el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre.

El Cautivo, sobre un mar de claveles rojos y algunas pitas, estrenó un escapulario bordado por Joaquín Salcedo, que es el vestidor de la Virgen de la Trinidad. Asimismo, el trono del Señor de Málaga, incluido los faroles, lució con mayor brillantez después del nuevo plateado y la restauración de todos sus elementos acometida por el orfebre Cristóbal Martos, José Carlos Roldán en lo relacionado con la carpintería y Agustín Fernández en lo referente a la nueva mesa.

La Virgen de la Trinidad Coronada lució esplendorosa. Su adorno floral estuvo compuesto a base de calas de color malva.

Por segundo año consecutivo se echó en falta la presencia de las tropas de Regulares y su tradicional sonido de chirimías abriendo el cortejo procesional, tras la decisión adoptada por la junta de gobierno por cuestiones económicas.