Filípides.- Las consignas victimistas “Madrid ens roba” o “España ens roba” han servido al separatismo catalán durante décadas como coartada para obtener todo tipo de privilegios, violar las leyes y disfrutar de total impunidad para hacerlo. Es más, el incumplimiento de las leyes –esto es, delinquir– ha sido la forma habitual de hacer política de los separatistas, y si de algo puede acusarse a los Gobiernos “de Madrid” es de no haber sabido o no haber querido poner freno a la delincuencia organizada de carácter local por miedo a ser acusados de “franquistas” o “fascistas”.

Los lemas citados –“Madrid ens roba” y “España ens roba”– han sido carteles de campaña del partido golpista Esquerra Republicana de Cataluña, actual socio del Gobierno central presidido por el socialista P. Sánchez, y ambos partidos –PSOE y ERC– han pactado la supresión de los delitos de sedición y malversación por los que habían sido condenados los líderes separatistas tras el Golpe de Estado del 1 de octubre de 2017. ¿¡Qué mayor prueba puede hallarse de connivencia en el delito e impunidad ante la Ley!?

Entre los múltiples desmanes achacables al separatismo figura, por ejemplo, el haber politizado completamente el Fútbol Club Barcelona, convirtiéndolo en una herramienta propagandística a su servicio y en contra de España. Que por algo es “més que un club”.

Apenas ha transcurrido una semana desde que se destapó el mayor caso de corrupción en la historia del deporte español y ya hemos visto a los implicados, una vez más, refugiarse en su ancestral victimismo para distraer la atención del asunto; esto es, la compra del vicepresidente del Comité Técnico de árbitros, José María Enríquez Negreira, por parte del F.C. Barcelona. Que si el momento de aflorar el escándalo “no era casual”; que si los pagos “no eran a Negreira, sino a una empresa”; que si el vicepresidente Negreira “no tenía poder”; que si el F.C. Barcelona “ha podido ser objeto de una estafa”; que si el Madrid, que si Florentino… En fin, lo de siempre: que la culpa es de otro –concretamente, de “Madrit”– y a ver qué se puede hacer para que los delitos, una vez más, queden impunes.

Las pruebas que demuestran el pago de siete millones de euros por el Club de Fútbol Barcelona al vicepresidente del Comité Técnico de árbitros entre 2001 y 2018, como si no existieran. Y claro, quienes tan cucamente pretenden que el delito no tenga consecuencias, se refugian en aquello de que “ha prescrito”. ¿Pero quiénes son los interesados, aparte del Barça, en tapar el asunto? Pues buena parte de los medios de comunicación, numerosos partidos políticos, La Liga y la Federación Española de Fútbol, de quien depende el Comité Técnico de árbitros. El corruptísimo presidente de la Federación, Luis Rubiales, calla, y cinco días después de saltar la noticia, Victoriano Sánchez Arminio –el presidente del Comité Técnico de árbitros desde 1994 hasta 2018– se hace el sorprendido en uno de los medios de propaganda del F. C. Barcelona, queriendo hacernos creer ¡que él no sabía nada! Y, naturalmente, habrá quien se lo trague.

Al margen de las reacciones, lo que pone sobre la mesa este episodio es algo que por supuesto se sabía, aunque no se dispusiera de las pruebas definitivas que ahora se tienen y que, ni más ni menos, certifican la adulteración de la competición en favor del club catalán.

Si será obsceno este trato de favor que, actualmente, el empresario separatista Jaume Roures, dueño de los derechos de las imágenes de televisión de los partidos de La Liga es ¡socio avalista del Barça! Y con total descaro, la televisión que emite los partidos, DAZN (Mediapro), manipula arteramente las retransmisiones, hurtando imágenes a los espectadores y al VAR. Aunque al capo del videorbitraje, Carlos Clos Gómez, tampoco haga falta ayudarle mucho para prevaricar. Es decir, que no se trata de que la mujer del César sea honesta o lo parezca, sino que ésta se exhibe abiertamente y sin recato alguno y a plena luz del día como un putón verbenero y todavía hay quienes pretenden hacerla pasar por virtuosa.

A propósito de las reacciones, resulta muy llamativa la tibieza de los clubes, entrenadores y futbolistas al ser preguntados sobre el tema. Y llama poderosamente la atención, no ya la postura de un ex˗entrenador del F.C. Barcelona como Ernesto Valverde, abogando por “ser cautos”, sino, sobre todo, el silencio de quienes no se han distinguido, precisamente, por su prudencia a la hora de hablar sobre los arbitrajes en otras ocasiones. Véanse declarados antimadridistas como Monchi, director general deportivo del Sevilla, o Gil Marín, vicepresidente del Atlético de Madrid. Curiosamente, dos clubes con mejor saldo arbitral que el Real Madrid en las últimas décadas. Lo que demuestra que en España hay muchos jetas y mangantes que llevan demasiado tiempo viviendo muy bien “contra el Madrid”, “contra España” y “contra Franco”. Y que, dado que la mayoría de clubes y de partidos políticos comparten las mismas patrañas y se pasan el día arremetiendo irresponsablemente contra la Nación, discriminando a los españoles leales y robando sin descanso mientras alimentan la burda farsa del antifranquismo, lo lógico sería que el Real Madrid abandonase la competición liguera y montase otra cosa sin el chantaje y la coacción permanente de aquéllos. Ya está bien de monsergas y de que patéticos caudillitos de taifas disimulen su ineptitud y tropelías escudándose en ridículos agravios.

Fuente: ÑTV España