AD. “Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los asociadores (idólatras y cristianos) dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, hacen el azalá (oración) y dan el azaque (tributo que se ofrece a Alá), entonces ¡dejadles en paz! Dios es indulgente, misericordioso” (El Corán. Sura 9, versículo 5).

Este es uno de los fragmentos del libro que dictó el arcángel Gabriel al profeta Mahoma. Uno de los tantos que inspiran a los yihadistas violentos y a los islamistas radicales a realizar esos terribles y sangrientos atentados contra personas indefensas en el sagrado recinto de una iglesia católica. Y afirmar esto no es “demonizar al islam” como afirman con tibieza los jerarcas eclesiales, sino una constatación bibliográfica e histórica. ¿Pero de qué islam hablamos? Éste es el punto. El jesuita egipcio Henri Boulad lo explicó hace años: “En el Corán hay versículos de la época de la Meca y están los de la época de Medina. En los escritos en la Meca, Mahoma formula un discurso muy abierto que habla de amor, los judíos y los cristianos son nuestros amigos, no hay obligaciones en la religión y Dios está muy próximo a nosotros. Como se puede ver, la primera parte de la vida de Mahoma transmite un mensaje espiritual, de reconciliación y de apertura”.

“Pero cuando Mahoma deja la Meca para fundar Medina, hay un cambio. De jefe espiritual pasa a ser un jefe de Estado, militar y político. Hoy las tres cuartas partes del Corán -afirma el sacerdote- son versículos elaborados en la época que Mahoma vivió en Medina y constituyen un llamado a la guerra, a la violencia y a la lucha contra los cristianos”.

Y continúa el P. Henri: “En los siglos XIX y XX los musulmanes tomaron nota de esta contradicción y se reunieron para intentar resolverla, el resultado es que han tomado una decisión ahora famosa de «[hacer] derogar» y «derogado»: los versículos de Medina derogan los de La Meca. No sólo eso. Se rechaza el sufismo -místico y espiritual-, por eso bibliotecas enteras fueron incendiadas en Egipto y en África del Norte”.

“Sería necesario entonces retomar los versículos originales, los cuales son la fuente y son justamente los versículos de La Meca, pero éstos han sido abrogados. Por eso la religión musulmana se ha convertido en una religión de la espada”, afirma el jesuita con vehemencia.

Sin embargo, manifiesta el P. Boulad que “debemos distinguir entre las personas y la ideología: la mayor parte de los musulmanes son muy abiertos, amables y moderados” y nuestro digital tiene grandes amigos entre ellos. “Pero la ideología presentada en los manuales escolásticos es radical”, manifiesta el P. Henri: “Cada viernes los niños escuchan la predicación de la mezquita, la cual es una incitación continua: el que deja la religión musulmana debe ser castigado con la muerte, no es necesario saludar a una mujer o a un infiel. Por fortuna esto no es practicado por todos, pero los Hermanos Musulmanes y los salafistas prefieren esta doctrina. Los musulmanes moderados no tienen voz y el poder está en manos de los radicales que pretenden interpretar la ortodoxia y la verdad”.

“Los que tienen hoy el poder no son los musulmanes que han tomado del islam lo que es compatible con la modernidad y con la vida en común con otras personas -continua el P. Henri-, sino los musulmanes radicales, los que aplican una interpretación literal, y a veces también instrumental, del Corán y que rechazan cualquier tipo de diálogo”.

El párroco de San Isidro, Antonio Rodríguez

Así pues, el párroco malherido de San Isidro y el pobre sacristán de la iglesia de La Palma, asesinado a machetazos al grito de “¡Alá es grande” y “¡Muerte a los cristianos!”, son la terrible evidencia de lo que el digital católico Infovaticana afirma con la autoridad que le dan los hechos: “La violencia islamista y el odio contra los cristianos es lo que ha ocurrido en Algeciras, aunque ahora los medios traten de silenciarlo para no crear alarma social. La política de puertas abiertas ha vuelto a quedar de manifiesto que es un fracaso y que las fronteras y la seguridad son dos valores esenciales en cualquier Estado de derecho”.

Lo que no sabe Infovaticana es que la Fiscalía de odio no actuará en este caso de oficio. Sólo lo hace cuando recibe una denuncia de una asociación talibán, acusando a Alerta Digital y a dos sacerdotes católicos de islamofobia por decir algo parecido a lo que afirmó hace unos años el estudioso jesuita Henri Boulad. Porque el delito de odio es siempre relativo… a quien lo comete.

Lo máximo que puede esperarse del islam radical, para el cual todo el Corán es normativo, es una especialísima tolerancia para los cristianos y judíos recalcitrantes que consiste en hacer la vista gorda, si no molestan al estado islámico y pagan dócilmente el impuesto: “¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura, no creen en Alá ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!” (El Corán. Sura 9, versículo 29).

Que los señores obispos preparen ya desde ahora sus abultadas carteras, si no les sale más a cuenta convertirse al benéfico Islam para salvar sus miserables pellejos.