Joe Biden y Lula Da Silva.

Por Alfonso de la Vega.- Iberoamérica se encuentra inmersa en un proceso revolucionario dirigido a establecer definitivamente los intereses de la plutocracia. Al igual que en otra etapa histórica al son del siniestro Kissinger, los straussianos o las embajadas, se producían golpes de Estado clásicos realizados por militares, ahora uno tras otro van cayendo los países bajo la tiranía globalista disfrazada de procesos democráticos con ropajes indigenistas o comunistas. Lo del fugaz autogolpe peruano del irónicamente llamado “Sombrero luminoso” seguido de contragolpe de su no menos pintoresca “lugartenienta” apoyada por la embajada USA en Lima no se entiende del todo salvo que el tal Castillo quisiera hacer la revolución por su cuenta sin atender las órdenes de sus amos.

Los extraños sucesos vividos en Brasil tras la toma de posesión en olor globalista del usurpador con la ocupación de importantes instituciones nos muestran por dónde van los tiros en esta etapa aciaga de la humanidad y de algún modo parece que viene a ser una especie de advertencia de lo que acaso nos espera probablemente también en nuestro desquiciado reino filipino donde todo despropósito tiene su asiento.

Según se juzgue, la “ocupación” del Congreso y otras instituciones brasileñas ya se habría producido antes de esta, gracias al temido impune pucherazo comunista. Porque los golpes de Estado, ahora en estos tiempos posmodernos, no se perpetran como antes sino que se realizan mediante urnas corrompidas o tramposas a gusto de la plutocracia globalitaria internacional que usa a las zurdas como mamporreras útiles para devastar sociedades e instituciones, en paso previo a la instauración del liberticida NOM y la Agenda 2030.

Esta forma de golpe de Estado tiene la virtud propia de trileros de disimular dónde está la bolita de la soberanía y la legitimidad de la autoridad. Cuando la víctima denuncia la estafa, le cae encima la hipocresía de los tartufos amén de la violencia supuestamente legítima de la fuerza pública junto con el oprobio social de haber pretendido desenmascarar a los estafadores convertidos por milagro de la prensa mercenaria adicta en píos filántropos benefactores de la humanidad. El Poder cada vez más envalentonado se siente impune e intocable y disimula cada vez menos en su afán de avasallar y sojuzgar a las naciones.

Los sucesos de Brasil no se entienden demasiado bien por desesperados que estén los brasileños por la tiranía que se les viene encima. Desde luego que no todos pueden poner tierra por medio como Bolsonaro quien se ha desentendido de los actos, pero una intentona tan a la desesperada solo puede dar razones al enemigo que llora con lágrimas de cocodrilo por tales atentados contra la “democracia”. Su democracia, mohatrera, liberticida y tramposa en la que soberanía descansa en la famosa maquinita cuenta votos. El coro de plañideras fantoches títeres convertidos en padres de la patria traicionada así lo avala.

Partidarios de Bolsonaro asisten a un mitin de campaña de reelección durante las celebraciones del Día de la Independencia, en Brasilia, el 7 de septiembre de 2022.

Además, antes del traspaso de poderes se había comprobado que, pese al ruido de sables, el ejército no iba a apoyar a Bolsonaro en defensa de la limpieza electoral sin que se lo indicara la embajada USA, como en Perú. Así que con Lula ya en la poltrona aún era menos viable que antes la actuación. Como tampoco parece muy creíble que se hiciera una convocatoria con miles de civiles sin que el gobierno comunista se enterara. La explicación según la cual los manifestantes esperaban que el Tribunal Supremo de EE.UU. fallase a favor de reconocer la existencia de fraude electoral en las elecciones presidenciales USA del 2020 tampoco parece coherente con el calendario de los hechos. Dentro de las confusas noticias actuales, al parecer, fuerzas del ejército estarían protegiendo la integridad de los manifestantes de la represión policial.

De modo que la explicación más sencilla para este suceso, sea la del autogolpe del comunista Lula con logística de servicios secretos para permitirse efectuar la represión de las fuerzas ahora opositoras nacionales con el aplauso de los títeres mundiales y de la embrutecida progresía encantada de haberse conocido, la culpa –ya se sabe—, siempre será de la “extrema derecha”. Lo que en el diccionario posmoderno neomarxista de hoy significa gente honrada, trabajadora y patriótica.

Pero se abren muchas más hipótesis interesantes. La cooperación entre Lula y el deep state norteamericano puede estar relacionada con varias carambolas que afectarían tanto a Brasil como a los EE. UU. Una posible futura extradición de Bolsonaro a Brasil si se le relaciona por las buenas o por las malas con la intentona pasada. De momento, Bolsonaro se ha hecho hospitalizar en Miami. Y otra importante maniobra para Biden, la posibilidad de intentar procesar a Trump dadas sus relaciones con Bolsonaro si se “prueba” su complicidad con este en la intentona, de modo que pueda dar la puntilla a su rival, acabando torticeramente con su carrera política. Para lograrlo no han de faltar complicidades y “poderoso caballero es don dinero”.

Nosotros, pobres de nosotros, ya deberíamos empezar a poner nuestras barbas a remojar.

*Ingeniero agrónomo y escritor