Alberto González.- Cualquier parodia es el puro reflejo de la realidad española. A pesar de las altísimas dosis de publicidad subliminal y directa a la que a todos los niveles y en todos los medios nos vemos sometidos 24 horas al días, 365 días al año, y partiendo de la base que me importan tres carajos lo que cualquier mayor de edad y por propia voluntad decida hacer con su vida sexual, siempre que no sea obligatorio para el resto de ciudadanos, a pesar de esto creo que estamos perdiendo el norte y el resto de punto cardinales.

En Asturias , un trans llamado Jeny, al que le habían dejado una semillita espermática en su colon, muy cerca de su próstata, denuncia por fascista al Servicio de Salud del Principado por no suministrarle la pastilla del día después.

“Me parece indignante que hoy en el centro de planificación familiar de Asturias me hayan dicho que no me daban la pastilla del día después aunque ayer tuve un pequeño accidente son auténticos fascistas Provida que odian que las mujeres trans tengamos derechos”, señala Jeny en un tuit. Y remata indignado: “Si quedo embarazada la culpa será suya quieren arruinarme la vida esos fachas” (sic)

¡¡¡Qué falta de previsión!!! Y si quedase preñado, cómo le pondríamos al niñe: ¿Milagro?

Yo, sinceramente, no sé si hemos perdido el norte, el sentido del ridículo o el de la realidad, pero aunque te sodomicen mil veces, tengas que atar los garbanzos con cuerda o le reces al Gran Poder, que un tío se quede preñado de otro es algo bastante improbable.

Al final, mi padre va a tener razón: “pan con pan es comida de tontos”.