De la estelada a la camiseta de España: Eva Parera, otra estafa política
AD.- Nos hemos caído del guindo tan pronto como se ha hecho claramente explícita la actitud cambiante que mantiene el partido Valents, según el riesgo que implica posicionarse sobre determinados asuntos.
De entrada, Valents (Valientes), como habrán deducido, es un oximoron en sí mismo. Su presidenta, Eva Parera, merece un puesto de honor en la larga lista de vividoras políticas que han sido concebidas por la democracia española. Sus principios ideológicos son tan tambaleantes como para pasar del separatismo (UDC) al españolismo antes de lo que tardó Ada Colau en cambiar la chupa de activista por la blusa de Armani.
Parera le disputa al PP y a Vox los restos desabridos de esa cuota de mercado que el catalanismo arrojó a las cunetas de los suburbios de Cataluña. Su discurso es el odio contra los más débiles. Esta señora está obsesionada con los menas y los okupas, en mucha menor medida de lo que está con otros colectivos que atenazan el futuro de su región. Se trata por tanto del prototipo de política cobarde con los fuertes y bravucona con los débiles. Su discurso ideológico se reduce a un puñado de simplezas relacionadas con la falta de seguridad en las calles, unida eso sí a los menas y nunca a los clanes mafiosos que controlan la industria del crimen a gran escala. Por supuesto, si usted quiere saber lo que Valents opina de la Agenda 2030, del lobby gay, de la precarización laboral, de la especulación inmobiliaria en Barcelona, de la guerra de Zelenski, del recambio demográfico o de la crisis espiritual en Cataluña, encomiéndese a San Gervasio. Valents no está para tales menudencias. Parera solo tiene ojos escudriñadores para los robaperas. Amamantada en los cenáculos lactantes de la más rancia burguesía catalanista de Barcelona, no la imaginamos al frente de empresas que la comprometan más allá de lo prudentemente aconsejable. Es el síntoma de la enfermedad moral que sufre Cataluña
Las encuestas serias no le dan representación en el Ayuntamiento de Barcelona, pero ella insiste, erre que erre, en dibujarle a su gente un futuro promisorio bajo el sol de la mamandurria. Incluso ha tenido el atrevimiento (o la desvergüenza, según se mire) de pedir a los partidos ‘españolistas’, que renuncien a presentar listas para ella tener más opciones. Mientras algunos políticos de esas formaciones se enfrentaban hace años a la crisis existencial que empezaba a sufrir Cataluña, Parera disfrutaba de las mieles de uno de los partidos separatistas dedicados a incubar el huevo de la serpiente cuya mordedura introdujo en los catalanes el letal veneno.
En los temas que son importantes para el porvenir de Cataluña, Valents ni está ni se le espera. Es más rentable enfrentarte a unos niños sin referentes paternos que al fiscal del odio de Barcelona. Y lo entendemos si no fuera porque un partido que dice defender los intereses de los catalanes, está obligado a comparecer en los asuntos donde está en juego el porvenir de esa región. Nadie puso una pistola en la sien de Parera para que esté en política. Pero si lo está, no debe eludir ciertos debates en base a su conveniencia personal. Ese acto de cobardía le hace merecedora del más severo correctivo en nombre del más estricto sentido del deber moral. Claro que tampoco podemos pedirle peras al olmo, ya que el fenómeno de la exultante islamización de Cataluña nunca fue ajeno a las operaciones políticas llevadas a cabo por el separatismo, de la que ella formó parte, para propiciar la llegada de inmigrantes procedentes sobre todo del Norte de África y Pakistán, en detrimento de la inmigración “hispanoparlante”.
Lo último ha sido mirar hacia otro lado acerca ante la declaración de apoyo de la Junta de Portavoces del Parlamento catalán al líder salafista Mohamed Said Badaoui tras su detención en Reus (Tarragona) por radicalismo dentro de un procedimiento de expulsión.
ERC, CUP, comunes y Junts denuncian que es víctima de “represión política mediante la Ley de Extranjería” e instaron a la Generalitat a “activar todas las herramientas administrativas, jurídicas y diplomáticas para velar por sus derechos”.
El texto sostiene que se trata de un caso de “represión política e islamofobia por parte del Estado español, esta vez mediante la Ley de Extranjería”, y asegura que es un procedimiento de expulsión irregular en el que se le ha acusado de extremismo religioso sin basarse en hechos demostrables, según la declaración.
¿Considera Eva Parera que este no es un tema lo suficientemente importante para haber merecido al menos una parte de la locuacidad que dedica a temas infinitamente menos comprometedores para la seguridad de los catalanes? En fin, nos tememos que la vida política de esta oportunista tendrá fecha de caducidad en las elecciones municipales del próximo año. Ha pasado políticamente de los brazos del castuzo Duran Lleida a los de Manuel Valls, del PP a su actual chiringuito. Entre medias, un francés. Ya se sabe que en Cataluña se enajenan principios y se recalifican ideales con celeridad extrema. Eva Parera no es una excepción. Embutirse en una camiseta de la selección española con el fervor de una conversa no cuela, sobre todo si antes te has abrazado a la estelada con fervor de Jeremías. Y como no cuela, era imperio advertir sobre las alambicadas intenciones de esta trepa política en primer grado.












Es imprescindible para la subsistencia del pueblo español acabar con el régimen de las partidas o de las pastelerías; son como las setas… “En abril setas mil, en mayo setas apaño y en San Juan podridas van” o “las setas buscan su soledad, hasta que llegue su dueño para bien o para mal” jajaja. Sabio refranero español.
Saludos.