¡El entorno, Olona, el entorno!
AD.- A Santiago Bernabéu, el legendario presidente del Real Madrid, le preocupaba tanto el entorno familiar del futbolista que era lo primero que preguntaba cuando ponía sus ojos en una joven promesa. “Quiero conocer a su padre”, solía decir a sus colaboradores. El viejo zorro de Almansa conocía la importancia de establecer límites entre el futbolista y su entorno, evitando así “invasiones” externas y su larga lista de damnificados.
La naturaleza sutil de estos límites y sus peculiares modos de establecimiento, propician gran cantidad de conflictos muy difíciles de resolver desde dentro. Los proyectos políticos no son una excepción. Hay personas del entorno de Olona peligrosamente inclinadas a dirigirle el cotarro político sin más mérito curricular que llevar el apellido materno. Nos llegan noticias que podrían resultar inquietantes y que exigen a la alicantina coger el toro por los cuernos. Los familiares, para las comidas navideñas.
Si la ex diputada de Vox quiere que su proyecto sea percibido como una opción real para el cambio social y político en España, lo primero que tendría que hacer es poner coto a los que ya utilizan la parentela para imponer su voluntad. Algunos han visto en Olona una oportunidad para el medro personal y, si no se les para a tiempo, terminarán arrastrando su proyecto nonato hacia las mismas procelosas aguas por las que Vox lleva tiempo navegando sin rumbo. El periodismo de trincheras puede que no dé dinero ni te abra puetas, pero te ayuda, y de qué forma, a conocer bastante bien el alma humana. Sin grandeza humana no puede haber regeneración política. En ese contexto, lamentamos tener que advertir que algunas de las personas que tiene Macarena Olona alrededor empiezan a ser un lastre. Y no solo eso. La infame actitud moral de una de estas personas quedó al desnudo en el Camino de Santiago, un asunto que preferimos omitir.
Mal haría Olona si permite que la querencia clasista de estos vividores termine convirtiendo su proyecto ideológico en una feria de vanidades. Como todas las personas que en el fondo sufren algún complejo incurable, se inclinan hacia el boato y la ostentación. Un decanato no tiene por qué acercarte a la excelencia moral ni ideológica, antes al contrario. Hay incontables ejemplos en los que un soldado raso jugó un papel más determinante que un puñado de generalotes incompetentes y achacosos cargados de charreteras. Si Macarena Olona quiere tomarse en serio lo de ejercer la función de líder con mayúsculas, entonces lo primero que tiene que hacer es pertrecharse bien ideológicamente, rodearse de los mejores y no caer en la contradicción en la que ha caído Vox, donde lo que se pregona luego nada tiene que ver con lo que practican sus dirigentes.
Si el proyecto de Macarena se aleja de los contenidos socialpatriotas que ella misma ha proclamado, para convertirse en más de lo mismo, con gente clasista y mediocre marcándole el camino, entonces mejor que no pierda el tiempo ni se lo haga perder a la gente que honradamente confía en ella.
La política, como sostuvo Benedicto XVI, “pide a los cristianos un fuerte compromiso para la ciudadanía, para la construcción de una vida buena en las naciones, como también para una presencia eficaz en las sedes y en los programas de la comunidad internacional”. Se necesitan políticos auténticamente cristianos, pero aún más fieles laicos que san testigos de Cristo y del Evangelio en la comunidad civil y política, no que reflejen en sus palabras y acciones la misma podredumbre moral que les rodea.
Por consiguiente, Macarena debe depurar las intromisiones de su entorno, entre otras cosas para que su nueva empresa política no degenere en una burda imitación del cortesanismo imperante en Vox. Para abeja reina y su cohorte de zánganos, nos basta y nos sobra con Abascal y con los protegidos de Ortega Smith.