Javier Ortega Smith.

AR.- Hay situaciones en las que siempre es mejor quedarse callado. La de Javier Ortega Smith ayer fue una de ellas. Acostumbrados como estamos a sus atolondradas declaraciones, no nos sorprendió casi nada que el recientemente degradado vicepresidente de Vox y portavoz de esta formación en el Ayuntamiento de Madrid, tachara “de chiste” la comparación entre su excompañera de partido Macarena Olona y la líder de Frateli de Italia y futura primera ministra de este país, Giorgia Meloni.

Ortega Smith, ya se sabe, es un político que miente más que los padres de Timmy Turner. Es capaz de presentarse en un duelo y decir que ha encontrado al difunto de lo más saludable. Más o menos lo que hace en Vox de forma frecuente. Tiene no obstante su gracia que quien ha convertido la vida orgánica de Vox en un chiste de mal gusto, se atreva con ese tipo de declaraciones.

Tal vez, a Ortega Smith le habría sido lícito hablar de chistes en otro contexto distinto al que él ha protagonizado como número dos de Vox. Por ejemplo, si no hubiese agredido, de palabra y obra, a tantos dirigentes provinciales que valían más que él; si la mayoría de sondeos advirtiesen un aumento en las expectativas electorales de su partido; si no se hubiera rodeado de un equipo de aduladores tan esperpénticos como el vendedor de lámparas, el chusquero o esa tal Salud Anguita, a la que pillaron robando en un supermercado de Granada.

Claro que visto desde otra perspectiva menos cruda, nadie más chusco para hablar de chuscadas que quien ha provocado una realidad tan chistosa como esos 10.000 afiliados que dejaron de pagar en 2021 su cuota ante el descontento por el devenir de la formación. O quien ha sido el principal causante de que haya al menos cinco partidos que han sido fundados por militantes de Vox que, como Olona, han abandonado a los de Abascal bajo importantes acusaciones de “fraude, estafa y engaño”.

Y más chistes: si Vox no hubiera perdido a más de la mitad de los concejales elegidos en 2019, si la mitad de las provincias no estuvieran siendo conducidas por gestoras inoperantes y a espalda de los militantes, si en las mesas informativas hubiera más presencia que la de tres o cuatro ‘cuñados’, si entre la diputada florero Patricia Rueda y Olona, la elección hubiese sido proporcional a la de cualquier empresa privada; si no fuera un tipo tan desagradable, si sus iniciativas legales se contasen por éxitos y no por clamorosos fracasos, si su bodorrio de 500.000 euros no fuese la mejor versión de la España de las vanidades, si no se hubiesen creado estructuras provinciales o locales para controlar todo el partido desde Madrid, si no rechazaran las autonomías para luego remover cielo y tierra para entrar con mando en plaza en la de Castilla y León, entonces, tal vez, el chistoso Smith tendría un poco, solo un poco de más gracia.

Si Ortega Smith quería exponer ante la opinión una situación verdaderamente chistosa, nada más ocurrente que el chiste de aquel tipo de Amurrio que pasó del embargo a un casoplón de un millón de euros en menos de seis años. ¿Saben aquel que diu que iba a acabar con los chiringuitos cuando toda su vida estuvo viviendo de ellos? ¿O el del diputado que era más conocido por sus brindis añosos que por sus iniciativas parlamentarias?

En fin. He visto todo tipo de cosas en Vox que podrían ser narradas como chiste si no mediara el drama personal de muchas buenas personas. He visto por ejemplo cómo Ortega Smith fulminaba al ex número 2 de Vox en Málaga por denunciar la presencia en el partido de un tipo dedicado a mandar videos masturbatorios a jóvenes vinculadas a Vox. He visto cómo su incompetencia letrada se le volvía una y otra vez en contra a través de resoluciones judiciales como la invalidación de las primarias en Granada (y la consiguiente indemnización a los damnificados) o la readmisión de los diputados expulsados en Murcia con nocturnidad y negligencia. Les he visto alentar las críticas a los menas y volverse serviles con los amos del dinero. Les he visto criticar al lobby LGTBI y luego bendecir las bodas de algunos de sus cargos públicos con personas del mismo sexo. Les he visto apostrofar contra la Agenda 2030 y apoyar después a sus promotores en la guerra que libran contra la cristiana Rusia. Les he visto cerrar las puertas a la gente más juiciosa y competente en las provincias. Les he visto pasar del patriotismo social al neoliberalismo económico con la misma celeridad con la que Espinosa de los Monteros viajó hasta la City de Londres para garantizar, a los que mueven los hilos del poder en la sombra, la naturaleza inofensiva de Vox. Les he visto justificar toda clase de atropellos contra las bases, acabando con la democracia interna en el partido, lo que les ha llevado a que en Málaga, por ejemplo, haya más cargos orgánicos que militantes al corriente de sus cuotas. Les he visto, en la misma provincia malagueña, expulsar arbitrariamente a uno de los guardias civiles que entraron en el zulo para liberar al presidente de honor de Vox. Por cierto, ¿por qué calló Ortega Lara ante el ataque sufrido por uno de sus libertadores? Como la mujer del César, pero al revés: No solo hay que parecerlo, sino serlo.

Por otra parte, lo que con el tiempo se recordará como un chiste avinagrado será el de haber creado estructuras provinciales para luego controlar todo el tinglado desde Madrid, eliminando a los mejores cuadros locales para que sólo destaquen ellos. Esta realidad dibujada tan chusca tiene también trazos bastante amargos, como convertir en negocio la ilusión de muchos españoles y el patriotismo en un engaño. O mismamente acabar con Olona porque su sombra parlamentaria se hacía demasiada alargada para la colección de mediocres y nulidades que pastorean en las instituciones con el cuento del servicio a España.

Inscribimos pues la lamentable alusión chistosa de Smith en la chulería y macarrismo que políticamente ha exhibido no pocas veces. Porque para chanza, ninguna como la de poner al ex boina verde a los mandos del partido que venía a regenerarlo todo.

Más o menos, como darle un rifle Winchester a un mono de feria. Dicho sea sin ánimo ofensivo… para el mono, naturalmente.