Santiago Abascal en el evento de Vox, Viva 21.

AD.- Nos envían un mensaje de Whatsapp remitido por VOX a uno e sus afiliados instándolo a participar en la segunda edición de VIVA, un evento que ellos llaman político y cultural y que volverá a celebrarse en la capital de España el sábado 8 y el domingo 9 de octubre, en el fin de semana previo a la festividad de la Hispanidad.

El texto dice lo siguiente: “Esperemos que estéis todos los días 8 y 9 de octubre y lo pasaremos en grande, todos los de VOX sois bienvenidos”. Ya se observa la preocupación que tiene VOX por la situación angustiosa que vive el pueblo español. Frente a la crisis que empobrece a millones de familias, Vox propone “pasarlo en grande” en una reedición de lo que el pasado año no fue más que una reunión cervecera de cuñados, con la desfenestrada Macarena Olona haciendo de gogó. No hay partido que ofrezca más circo que VOX.

Pensábamos que el pasado año, al fin, podríamos sacar conclusiones sobre el elevado ideario definitivo anunciado por el partido de Abascal y sus cinco socios; es decir, la contraagenda 2030… ¡Vano deseo! Al final, poco se habló de la Agenda 2030 y nada de soluciones a los desafíos que tiene España. En cambio, no faltó la esperada provisión de cervezas y chupitos, aderezados los brindis con los consabidos eslóganes patrioteros. La estafa ideológica y piramidal, sin disfraces. Al menos en esto no nos han engañado.

“Queremos un partido que ayude a arreglar España, no un Arenal Sound”, señaló uno que acudió al evento-feria sin el ánimo festero que el ambiente exigía.

Simpatizantes de VOX miran una falla que va a ser quemada en un acto de VOX en el IFEMA en Madrid. Andrea Comas.

En resumen, un acto en el que Vox quiso poner a prueba su musculatura política y que al final se limitó a que algunos asistentes, atónitos, terminasen viendo únicamente los bíceps de gimnasio de Abascal. Tras la feria, los asistentes, muchos de ellos con dificultades para mantenerse en pie, emprendieron el camino de regreso a casa a bordo de los autobuses que fueron costeados por el partido. Nos preguntamos si con cargo a los fondos europeos que Vox puso en manos del Gobierno de Sánchez. Para este año se anuncia mucha diversión “a lo grande”, pero ninguna propuesta que amortigüe la espantosa inflación que sufre la España real, la que bastante tiene con sobrevivir a la crisis como para apuntarse a saraos patrioteros de fin de semana sin ninguna sustancia nutritiva.

Claro que escuchar a Abascal hablando de recetas para sacarnos de la crisis resultaría tan descabellado como imaginar a Pablo Montesinos disfrazado de macho alfa. ¿Cómo podría rescatar a los españoles de la crisis quien nunca fue capaz de vivir de espalda a los réditos económicos que le ha proporcionado siempre la política?

Es necesario recordar que a Santiago Abascal le acabaron embargando una casa que tenía en el concejo alavés de Murguía. Fue a raíz de su única incursión vital en la empresa privada, tras abrir el bar Heineken Urban Concept en Álava, junto a su mujer de entonces, Ana Belén Sánchez Cenador, que se acabó yendo a pique. Antes y desde entonces, sólo se ha dedicado a la política, como si estuviera evitando salir escaldado de nuevo.

En el año 2009, el sueño futuro de Vox aún era lejano y Santiago Abascal era un político regional del Partido Popular que no había revalidado su escaño en el Parlamento Vasco. Llevaba dos años con el bar que había abierto junto a su mujer pero, en 2010 y con todo el peso de la recesión económica, el negocio se acabó declarando insolvente. Como a muchos españoles, el banco les quitó a ambos la casa de 364.580 euros que habían puesto como aval para el negocio, según cuentan a este diario fuentes cercanas al líder. Perdieron la cara vivienda que habían comprado tras una herencia y en la que habían invertido mucho dinero. Y de lo económico pasó a lo personal. Abascal y Sánchez Cenador se divorciaron ese mismo 2010 y el ahora líder de Vox se fue a Madrid a seguir viviendo de la política y a copar esos puestos a dedo que ahora critica.

La primera vez que Abascal mencionó este episodio fue en 2015, cuando Vox ni siquiera ganaba el 1% de los votos necesarios para entrar en el Parlamento Europeo. En una falsa entrevista que se usó como vídeo promocional y que sucedió en el bar de Salvador Monedero -padre de Juan Carlos Monedero, de Podemos, pero afín a Vox-, Abascal hace referencia a ello. ¿Quiénes son los ricos?, le pregunta un falso periodista con la careta de Jordi Évole. “Yo no tengo casa en propiedad porque la perdí en esta crisis. Sin embargo, soy rico porque tengo la fortuna de tener cuatro hijos”, decía.

La respuesta recuerda inevitablemente a aquella entrevista en la que Bob Marley dijo: “¿las propiedades te hacen rico? Mi riqueza es la vida”. En el caso de Abascal, estaba intentando venderse como víctima de la crisis y el asunto volvió a salir cuando ya era alguien, esta vez frente a Pablo Motos en El Hormiguero. “En aquel momento me acababa de divorciar, me acababa de desplazar de ciudad y tenía verdaderos problemas para salir adelante. No es el momento de mi vida del que más orgulloso me siento”, dijo. Pero no quiso hablar más de ello. Ahora, el líder de Vox vive en una vivienda de Madrid cuyo precio ronda el millón de euros, una cifra mucho más elevada que los 600.000 euros que le costó al de Podemos su famoso chalé de Galapagar que tanto revuelo generó.

De la estafa de Vox, una de las cosas más llamativas es cómo pretende persuadir a sus huestes para que apoyen las mismas causas que los dirigentes del partido verde rechazan.  Desde el minuto uno del conflicto entre Ucrania y Rusia, Vox se ha mostrado de forma transparente en contra de Putin. A pesar de ciertas similitudes ideológicas con el mandatario ruso, la formación verde se ha posicionado inequívocamente en favor de las tesis de la OTAN, Biden y Soros. Es decir, del globalismo. Es decir, que los mismos que montan fiestas cerveceras contra la Agenda 2030, luego se posicionan en contra del único país de Occidente que está resuelto, gracias a la voluntad de acero de su líder, a plantar cara a sus siniestros promotores.

Es una contradicción flagrante cuando pretendes articular un discurso antiglobalista y resulta que no dices ni una palabra acerca de la pertenencia de España a la OTAN, sobre la desprotección de las ciudades españolas en África y ni una palabra del material militar israelí cedido a Marruecos. La posición de Vox es muy pro Zelenski y eso es, no nos engañemos, posicionarte a favor de la OTAN. Es una contradicción brutal.

Vox es muy pro Atlantista. Mientras la derecha alternativa propone una transformación social, Vox no está en eso. De hecho, Abascal nunca habla de defender la soberanía económica de España, a Abascal no le quita el sueño que las otrora multinacionales cien por cien españolas estén hoy en manos de corporaciones extranjeras o que su portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros, pertenezca a una de las familias con más rancio abolengo dentro de la aristocracia financiera española. El mismo por cierto que viajó hasta Londres, en vísperas de las elecciones de 2019, para tranquilizar a los representantes de las principales firmas bancarias mundiales acerca del inofensivo programa económico de Vox. Ya lo dijo Vestrynge. A lo que más se parece Vox en España es a Alianza Popular.

Joe Biden, que para Vox representaba el no va más del globalismo, parece ser que representa ahora, frente a Vladímir Putin, los valores y principios de Occidente. Así, nos encontramos en un escenario en el que los mismos que decían que la dictadura progre globalista nos quería someter a la vacunación, ahora quieren que los que nos sometían intervengan en Ucrania para liberarla a ella, y a todos nosotros, del “dictador” Putin.

La fraudulenta oposición de Vox a la Agenda 2030 no ha sido otra cosa que terminar exigiendo al Gobierno de Pedro Sánchez que España cierre filas en torno a sus aliados y se mantenga bajo el ala de Biden.

Ya hemos advertido en muchas ocasiones que la única aspiración de la cúpula del partido verde es conservar un puñadito de escaños nacionales y autonómicos, y alguna concejalía provinciana, para la nanocasta voxera y conservar así un magnífico modus vivendi a costa de los más sagrado: la defensa de la patria y de la familia. Esta gente está en política para servirse a ellos mismos con el cuento del servicio a los españoles.

Esperemos que la gente de buena voluntad que aún sigue confiando en ellos no termine enterándose de la verdad cuando ya sea demasiado tarde. Demasiado tarde para España, naturalmente.